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Génesis - Capítulo 1

Publicado en Genesis

Comenzamos hoy, amigo oyente, a considerar en detalle el primer libro de la Biblia, o sea, el libro de Génesis. Como dijimos en nuestro estudio anterior, hemos dividido este libro en dos secciones mayores. La primera sección comprende los capítulos 1 al 11; y la segunda sección comprende los capítulos 12 al 50. En los primeros dos capítulos de la primera sección, tenemos la historia de la creación. En primer lugar, como ya hemos visto, está la creación del universo, la catástrofe de la tierra, y la restauración de la tierra.

Ahora en el capítulo 2 tendremos la creación del hombre; pero aquí tenemos la historia de la creación presentada brevemente y con exactitud, en un solo versículo. Es el versículo 1 del capítulo 1 de Génesis, donde leemos:

En el principio creó Dios los cielos y la tierra.  (Gen. 1:1)

Con toda franqueza, amigo oyente, esta es una de las declaraciones más profundas que se haya expresado. Creemos que eso es todo lo que tenemos de la creación misma,  con  la excepción del relato de la creación del hombre y de los animales, que se hace más adelante en este mismo libro de Génesis. Pero esta es la narración de la creación, y admitimos que realmente es muy breve.

Pablo Bellamy, quien fuera editor de un diario en Cleveland, en el estado de Ohio, Estados Unidos, hacía una ronda una noche por los escritorios de los reporteros, y notó que uno de ellos escribía un relato largo de un hecho que, a su parecer, tenía muy poca importancia. Le dijo al reportero: “Abrévielo.  Después de todo, el relato de la creación se narró en Génesis 1, en 282

palabras”. El reportero contestó, entonces: “Así es, pero yo siempre opiné que bien se pudo haber evitado muchos argumentos más adelante, en cuanto a la creación, si alguien hubiera escrito unas doscientas palabras más”.

Amigo oyente, es interesante notar que Dios verdaderamente nos ha dado una edición abreviada de la creación. Surge entonces la pregunta: ¿Qué tenía Él en mente cuando nos dio esta sección en particular? ¿Cuál era el propósito del autor aquí? ¿Fue su propósito enseñar geología? Bueno, permítanos decir que hay mucha controversia y desacuerdo en cuanto a esto, como vamos a ver hoy en nuestro estudio.

Hace algún tiempo la junta de educación del estado de California en los Estados Unidos, votó por incluir la “teoría” bíblica como la llaman, en los libros de ciencia. Ahora, francamente, no estamos seguros de que esto nos satisfaga. Alguien dirá: “Bueno, ¿cómo es que no se siente alegre por el paso que se ha dado ya que es un paso adelante?”. Amigo oyente, la razón por la cual no nos sentimos satisfechos por esto, es por el carácter de los maestros que la enseñan. No hay suficientes maestros que sean cristianos y que tengan una base verdaderamente bíblica para poder enseñarla correctamente. Los maestros de las escuelas primarias que están realmente preparados para enseñar la historia de la creación son muy pocos. El Dr. Ralph Girard, profesor de biología y decano de la división de postgraduados de la universidad de California, en Davis, hizo el siguiente comentario, según la prensa: “¿Debe un curso científico sobre la reproducción mencionar también la teoría de la cigüeña?” Bueno, para beneficio de este profesor, lo más interesante es que la teoría de la cigüeña no se menciona para nada en la Biblia; en cambio, el relato de la creación sí se menciona. Su comparación no se justifica en ninguna manera, porque la Biblia trata de este asunto de la procreación en una forma muy literal. Y si usted lee su Biblia con cuidado, nunca hubiera tenido en su mente el punto de vista de la teoría de la cigüeña. La declaración del Dr. Girard, revela una actitud muy antagónica hacia la Biblia. Opinamos que este hombre probablemente sabe muchísimo en cuanto a la materia de Biología, pero muy poco en cuanto a la Palabra de Dios. Creemos que eso es muy obvio al escuchar el tipo de declaración que él ha hecho.

Ahora, al llegar aquí a este primer versículo del capítulo 1 de Génesis, debemos reconocer que este problema del origen provoca más controversia violenta, teorías insensatas, y amplio desacuerdo que cualquier otro. Siempre hay la inclusión de la hipótesis del hombre, y como resultado, hay una Babel de voces que ha sofocado la clara voz de Dios. En realidad, hay dos grupos extremos que han empañado el asunto, y han dividido las aguas del entendimiento con sus suposiciones y afirmaciones dogmáticas. Un grupo se compone de los científicos arrogantes que asumen que la evolución biológica y filosófica es la verdad indisputable. Su presunto axioma es “los ciertísimos hallazgos de la ciencia”. Veremos eso dentro de un momento. El otro grupo se compone de los teólogos jóvenes y orgullosos que se atribuyen el súper conocimiento de que ellos han descubierto cómo es que Dios lo hizo. Describen y hablan eruditamente acerca de alguna teoría ingeniosa que reconcilia la ciencia con la Biblia. Miran con desdén a los grandes expositores bíblicos del pasado como si fueran enanos bíblicos comparados con ellos.

Permítanos decir, amigo oyente, que estos dos grupos harían bien en considerar una declaración que se le hizo a Job. Cuando el Señor por fin se le apareció, le hizo esta pregunta, en Job 38:4: ¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia. Y la verdad es que Dios le dice al hombre: “Tú hablas acerca del origen del universo. Pero tú ni siquiera sabes dónde estabas cuando yo fundaba la tierra”. Y esa es una buena pregunta, que estamos seguros, ningún hombre puede responder.

Ahora, hay algunas teorías extremas, y creemos que probablemente debemos considerarlas. Y a propósito, podemos hacer una división aquí – una división doble. Si vamos a hablar sobre los orígenes, estamos limitados: o bien, a la especulación o a la creación. Toda teoría cae dentro de una de estas dos divisiones. Ahora, no nos diga que “la ciencia dice ...” porque, después de todo, la evolución tiene muchas teorías hoy; y algunos de los científicos más respetables del pasado y del presente, rechazan la evolución. De modo que usted no puede presentarla como una declaración científica; como cuando se afirma que dos más dos son cuatro. Luego hay el relato de la creación en Génesis, capítulo 1, y eso, a propósito, hay que aceptarlo por la fe. Es muy interesante que Dios lo hiciera así. Es la única manera en que puede ser aceptado. El escritor a los Hebreos lo expresó de esta manera allá en el capítulo 11 de su carta:  Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.   Porque por ella alcanzaron buen

testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (Heb. 11:1-3). Así es que el gran problema todavía permanece hoy: ¿cómo pasó de la nada a ser algo? La única manera en que uno lo puede saber es por la fe o por la especulación; y permítanos decirle que la especulación no tiene nada de científico.

Observemos ahora algunas de estas teorías, y es bastante interesante notarlas. Hay quienes dicen hoy que debemos aceptar la respuesta científica. Y a ellos les preguntamos: ¿cuál es la respuesta científica? ¿De qué ciencia hablamos? En el año 1806, el Profesor Lyle dijo que el Instituto Francés enumeró no menos de 80 teorías geológicas que eran hostiles a las Escrituras; pero que ninguna de esas teorías se afirmaban hoy en día. Y eso es muy interesante. A muchos nos enseñaron unas teorías en las escuelas, las cuales ni siquiera se enseñan hoy en día. Por ejemplo, hubo un tiempo cuando se afirmaba que el sistema “tolemaico” era el correcto. Y, amigo oyente, esa teoría contradecía el libro del Génesis. Pero no creemos que haya un científico respetable en nuestro tiempo que mantenga ese punto de vista “tolemaico”.

Luego, hubo el sistema científico “neutoniano”. Por años los científicos del mundo sostenían ese punto de vista y decían que contradecía la Biblia, y así era. Pero, ¿sabe usted que hoy han descartado ese sistema “neutoniano”? Comenzaron luego a enseñar la hipótesis nebular. Enseñaban que la materia es indestructible. Eso fue antes del advenimiento  de  la  bomba atómica, por supuesto; pero ahora, todo eso ha sido descartado. De modo que cuando alguien dice hoy que quiere mantener un punto de vista científico en oposición al relato del Génesis, quisiéramos preguntarle, ¿a cuál ciencia se adhiere usted? Y ¿sabe usted que lo que es ciencia hoy, puede que no sea ciencia mañana? Dicen que esos libros cambian cada 10 años, y que la mayoría de ellos cambian cada cinco años.

La verdad es que debemos considerar cuál fue el propósito de Moisés al escribir este libro. Creemos que él se reiría de toda esta confusión que ha resultado hoy en cuanto al relato de la creación. El Apóstol Pablo nos dice el propósito de la Escritura. Él dice en su segunda carta al joven Timoteo, en el capítulo 3, versículos 16 y 17: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre

de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. ¿Cuál es, entonces, el propósito de la Escritura? El propósito es instruir en justicia. No fue escrita para enseñar geología ni biología; fue escrita para mostrar la relación del hombre con Dios, y los requisitos de Dios para el hombre hoy en día, y lo que el hombre debe hacer para ser salvo. Usted puede escribir esta pregunta sobre la primera parte del libro de Génesis: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”

Suponga, amigo oyente, que Dios hubiera dado una declaración científica de la creación;
¿cuántas personas de la época de Moisés podrían haberla entendido? ¿Cuántas personas aun en nuestro tiempo podrían entenderla? Usted debe recordar que la Biblia no fue escrita para profesores doctos, sino para la gente sencilla de todas las épocas, en todas partes. Sin embargo, siempre ha atraído a los hombres inteligentes, y queremos decir, a los hombres verdaderamente inteligentes. De modo que no está expresada en esa clase de lenguaje.  Si hubiera sido escrita en el lenguaje científico de la época de Moisés, ciertamente la habrían rechazado.

Los hombres han salido con varias soluciones con respecto al origen del universo.  Una de ellas es que es una ilusión.  Bueno, esa declaración está ciertamente en oposición a los hechos,
¿no le parece? Sin embargo, hay muchos que la afirman. Luego, hay quienes dicen que el universo se originó espontáneamente de la nada. Bueno, eso es lo que dice la Biblia en cierta manera, pero hay que recordar que fue porque Dios habló. Dios lo creó. La tercera versión es que no tuvo origen sino que ha existido eternamente. La cuarta versión es que el universo fue creado.

Permítanos ahora compartir con usted algunas de estas teorías que los hombres han desarrollado a través de la historia del mundo. El Dr. Harlow Shapely, quien fue director del observatorio de Harvard, dijo: “Todavía estamos sumidos en una ignorancia abismal en cuanto al mundo en que vivimos. Hemos avanzado muy poco con relación a la total extensión conjeturable del conocimiento que está más allá del nivel de la sabiduría adquirida por animales de una larga experiencia racial. Es cierto que no tememos más los extraños chillidos en la obscuridad, ni somos supersticiosos en cuanto a los muertos.   En muchas ocasiones, somos

valerosamente racionales.  Sin embargo, no sabemos hasta qué punto lo desconocido supera a lo conocido”.  Amigo oyente, sin duda alguna, esta es una tremenda declaración.

Y el Dr. Loren C. Eiseley de la universidad de Pennsylvania dijo: “No sabemos más en cuanto a la materia y cómo se produce, que lo que sabemos de las cosas espirituales. Por eso, creo que es imprudente decir, en nuestro presente estado de conocimiento, que el uno excluye el otro. El universo parece existir como una serie de niveles emergentes, ninguno de los cuales es como el nivel anterior. Que el hombre y lo demás de la vida han evolucionado es innegable, pero lo que está debajo de estas manifestaciones exteriores no lo sabemos”. Y añade el Dr. Eiseley: “Yo quisiera poder contestar su pregunta; pero el cubrir mi ignorancia con palabras grandes no sería provechoso ni para usted ni para mí”.

Veamos también algunas declaraciones tomadas de la prensa. Allá por el año 1961, un diario publicó un artículo en el cual decía que el hombre estaba a punto de descubrir el misterio del origen del mundo. Sin embargo, no han escrito nada nuevo sobre el asunto desde aquel entonces. El biólogo Edwin Conklin, hablando sobre la evolución, declaró: “La probabilidad de que la vida se originara por accidente, se compara con la probabilidad de que el diccionario completo se originara por una explosión en una imprenta”. Eso es algo que no suena tan científico procediendo de un científico destacado.

En realidad, hay 3 teorías acerca del universo que ha propuesto la astronomía. Y es muy interesante observar esas teorías. Una se conoce como la teoría del estado continuo; otra es la teoría de la detonación grande; y la otra es la teoría de la oscilación. La teoría de la detonación grande sostiene que hubo una gran explosión hace millones de millones de años. Creemos que hace 10 billones de años que ocurrió una, y opinan que habrá otra después de pasar otros 10 billones de años. No creemos que debamos preocuparnos mucho por ella, pero es interesante que se ofrezca esta explicación en nuestros días. Y uno descubre que Gran Bretaña es el lugar donde se produjo esta teoría. Y francamente, no hemos oído mucho acerca de las piedras que trajeron de la luna. ¿Ha notado usted que muchos de los científicos ni se entusiasman por esas piedras? Es porque ellas parecen refutar la teoría de estos hombres.

Hace ya muchos años, el Dr. Lewey Leakey, quien era hijo de misioneros, salió con una teoría que él halló por allá en África. Se trata de una calavera que él llama “El Hombre Cascanueces”. Suponemos que tenía las muelas bastante buenas. Se supone que vivió allá hace unos 600.000 años, según el Dr. Leakey. Bueno, ya hemos tenido teorías así como estas antes, pero muchos de los grandes científicos de hoy no son engañados con ellas.

Ahora, el Dr. Lawrence S. Dillon, profesor asociado de biología de la universidad de Texas, dice: “El hombre no es animal, sino una planta que evolucionó de una alga marina. Todo animal, en realidad, es un tipo de planta altamente modificada que se ha derivado hace un billón de años, o algo así, de una ascendencia común con una alga marina”. Ahora, es posible que usted y yo hayamos estado buscando a nuestros abuelos en el lugar equivocado. Algunas personas los han estado buscando en un árbol. Debiéramos estar por allí arrancando las algas marinas porque ellas son nuestros abuelos. Amigo oyente, esto se vuelve verdaderamente ridículo cuando uno lo pone al lado de algunas otras cosas.

Los dogmas de la ciencia pueden llegar a ser hasta una tontería absoluta.  Según el Dr. J. V.
N. Talmage, cuando en las excavaciones arqueológicas se encontraba objetos prehistóricos culturales, se acostumbraba a arreglarlos de tal manera que aquellos objetos más rústicos siempre fueran datados o fechados más antiguos que aquellos de un tiempo más reciente, sin dar importancia al lugar donde fueran hallados.  Sin embargo, ha sido desconcertante el hecho de que a veces han encontrado una civilización avanzada debajo de lo que parecía ser una civilización prehistórica. Hay tantas otras teorías así que se ofrecen hoy en día en cuanto al principio de la tierra. El Dr. Klaus Mampell de Alemania dijo: “No veo razón para que la raza humana se vea más relacionada con monos que con canarios o canguros”. Tal vez esa es la dirección que debamos seguir en busca de nuestros antepasados. Ahora, como sabe usted, ni siquiera los evolucionistas se ponen de acuerdo.

La teoría evolucionista se divide en muchos aspectos y puntos de vista. Nunca ha sido probada como la verdad. Es una lástima que cuando uno llega al nivel de los falsos científicos, y estamos pensando en los maestros que hoy enseñan ciencia en las escuelas, que no puedan presentar un criterio justo, porque les fue ofrecido sólo un punto de vista en la universidad.

El Dr. G. A. Kerkut del departamento de fisiología y bioquímica en la universidad de Southampton  en Inglaterra, ha escrito el libro que lleva de título “Las Implicaciones de la
 Evolución”. Y él declara: “Hay una teoría que declara que es posible observar que muchos animales vivientes pasan por cambios durante el curso del tiempo, y por tanto se pueden formar nuevas especies. Esta se puede llamar una teoría especial de la evolución, y es posible probarla en ciertos casos por experimentos. En cambio, hay la teoría que propone que toda forma viviente en el mundo ha procedido de una sola causa la cual salió de una forma inorgánica. La teoría puede ser llamada una teoría general de la evolución, y la evidencia que la sostiene no es lo suficientemente fuerte como para permitirnos considerarla como algo más que una hipótesis”.

Quisiéramos también darle la declaración del botánico sueco, Dr. Heribert Nilsson. Él dice: “Mis esfuerzos para probar la evolución por experimentos practicados por más de 40 años han fracasado completamente. Por lo menos, no me pueden acusar de haber comenzado desde una preconcebida perspectiva contra evolucionista. Se puede mantener firmemente que ni aun es posible formar una caricatura de un hecho paleobiológico. La materia fósil está tan completa ahora que ha sido posible construir nuevas clases, y la falta de series transitorias no se pueden explicar cómo debido a la escasez de materia. Las faltas son verdaderas, y nunca se llenarán. La idea de una evolución se apoya en pura creencia”. Esta declaración nos está llevando a la esfera de la religión y, amigo oyente, si usted es evolucionista, tendrá que aceptar la evolución por la fe. La evolución es simplemente especulación, y siempre lo ha sido; pero lamentablemente muchos la han aceptado como un hecho veraz.

Ahora, hay un grupo de teólogos, casi todos jóvenes, que no quieren que los llamen oscurantistas intelectuales. De modo que han adoptado lo que se conoce como la “evolución teísta”. El Dr. Kirtly Mather, en “La Ciencia Reflexiona sobre la Religión”, declara: “Cuando un teólogo acepta la evolución como el proceso utilizado por el Creador, debe estar dispuesto a ir hasta lo último. No sólo es un proceso metódico sino un proceso que continúa. La edad de oro para el hombre, por si acaso hay una, queda para el futuro, y no tuvo lugar en el pasado. Además, el proceso creador de la evolución de las primeras células vivientes, procedentes de materias no vivientes que previamente existían, puede representar un brinco primitivo más bien
que un infinitesimal paso por la senda de progreso, pero es un desarrollo enteramente natural”.

Permítanos decirle, amigo oyente, que no es posible; es un dogma irrazonable.  Es una posición ilógica decir que uno es evolucionista teísta.

Hay quienes tratan de ir en dos direcciones. Les gustaría progresar con los que no creen, y a la vez llevar una Biblia Scofield en la mano. Tememos que sea difícil hacer las dos cosas a la vez. Es como aquella antigua carrera griega donde se pone un pie en un caballo, y el otro pie en otro caballo, y luego comienza la carrera. Bueno, es magnífico cuando los dos caballos corren en la misma dirección. Pero, cuando uno de los caballos decide correr en una dirección y el otro caballo, en otra dirección, pues, se encuentra uno en aprietos. Hay que determinar con cuál se queda, y esa es precisamente la condición del evolucionista teísta. Ordinariamente se equivoca de camino.  Por lo general, se equivoca de caballo también.

Hoy se encuentran tantos seres inteligentes que parecen estar mal informados. Hace años la revista “Liberty”, publicó un artículo en el cual decía entre otras cosas: “Según la historia bíblica,
¿cuál es la fecha de la creación del mundo?”  Y, ¿sabe usted, amigo oyente, lo que dieron como respuesta?   ¡4.004 años A.C.!   ¡Absolutamente ridículo!   ¿Quién estaba allí?, sino sólo Dios.
¡Dios creó el universo!

Bueno, amigo oyente, nuestro tiempo se ha ido ya y tenemos que detenernos por hoy en este lugar. En nuestro próximo programa, continuaremos dando lectura a algunas de las declaraciones que los hombres han expresado, tratando de explicar a su manera, el principio del universo, negándose a aceptar lo que Dios ha declarado como el principio de nuestra tierra. Será, pues, hasta nuestro próximo programa, es nuestra oración ¡que Dios le bendiga abundantemente!

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