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Guía para el entendimiento de las Escrituras - Lección 7

Publicado en Genesis

Continuamos hoy, amigo oyente, presentando esta serie de lecciones preliminares antes de comenzar el estudio de Génesis, el primer libro de la Biblia. Hemos estado observando hasta ahora, el Libro, es decir, la Biblia. Vamos ahora a considerar las guías para el entendimiento de las Escrituras. Todo lo que hemos dicho hasta el momento, son declaraciones preliminares que nos pueden servir de ayuda en el entendimiento de la Palabra de Dios.

Al comienzo de este estudio de 5 años, tenemos que confesar que sentimos algo de temor y temblor. Es una responsabilidad tremenda, y necesitamos del apoyo de usted con sus oraciones. Vamos a considerar ahora la séptima guía para el estudio de las Escrituras. Una edición de estas guías e instrucciones está a la disposición de cada uno de nuestros oyentes, y las enviaremos a su dirección a cuantos nos escriban solicitándola. Así es que tenga muy en cuenta anotar correctamente la dirección que da el locutor al final del programa. Vamos a comenzar ahora con un versículo de la Escritura; se encuentra en el Salmo 119, versículo 18, donde dice:

18 Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu Ley.  (Sal. 119:18)

 Cuando el salmista escribió estas palabras, claro que él estaba pensando en la ley o el sistema mosaico. Hoy día podemos entender el significado o el alcance de estas palabras bíblicas para incluir los 66 libros de la Biblia, y pudiéramos entonces parafrasear este versículo diciendo: “Abre mis ojos y miraré las maravillas de la Biblia”. Y es con este pensamiento que vamos a considerar estas guías.

Hay ciertos pasos que cada uno de nosotros debe seguir con respecto al estudio de la Palabra de Dios.   Quizá usted deseará añadir algunos pasos más, pero creemos que los que vamos a

mencionar, son fundamentales y principales. Y le garantizamos que si usted sigue estos pasos o estas guías que vamos a mencionar, gozará de grandes bendiciones en su corazón y en su vida. En realidad, debe haber estas instrucciones, o estas guías para el estudio de la Palabra de Dios. Por ejemplo, hoy día un frasco de medicina por simple que sea, un tónico o algo para un resfrío, lleva sus indicaciones. Aun los frascos de aspirina vienen acompañados de indicaciones. Cualquier artículo que se compra en una de esas tiendas de cinco y diez centavos, trae indicaciones para su empleo. Bueno, suponemos que hoy ya no hay más esas tiendas de cinco y diez centavos, por lo general hay que pagar mucho más que eso por la mercancía que se obtiene. Pero cuántos de nosotros no nos hemos encontrado a veces ante algún mueble o algún juguete que deseamos armar y que trae instrucciones para armarlo. Sin embargo, aun así, nos hemos encontrado ante un problema bastante complicado para armar el juguete o el mueble que deseamos construir.

Pues bien, si las cosas de este mundo llevan instrucciones y hasta ilustraciones para indicar el uso y la construcción de cualquier objeto, ciertamente la Palabra importantísima de Dios, debe llevar algunas indicaciones para su estudio apropiado. Permítanos mencionar ahora siete pasos muy sencillos, que a la vez son fundamentales y preliminares, que nos servirán para el estudio de las Escrituras. Procuraremos seguirlas en nuestro estudio a través de la Biblia y son las siguientes:

Primero, empezar con oración. Segundo, leer la Biblia. Tercero, estudiar la Biblia. Cuarto, meditar en la Biblia. Quinto, leer lo que otros han escrito en cuanto a la Biblia.  Sexto, obedecer la Biblia. Y séptimo, compartir la Biblia con otros. Como dijimos antes, tal vez usted tenga otros pasos más que agregar a esta lista, pero creemos que estos pasos son los fundamentales y principales. Alguien lo ha dicho de una manera muy breve y persuasiva: “La Biblia: apréndela de memoria; guárdala en tu corazón; muéstrala en tu vida; siémbrala en el mundo”. Esa es la manera de expresar algo que pensamos presentar en este programa A Través de la Biblia. Ahora, el primer paso que mencionamos, es empezar con oración. Tenemos que tener en cuenta que la Biblia es un Libro diferente a cualquier otro libro. Hemos tratado de acentuar este aspecto a través de los estudios anteriores que hemos hecho ya.   Hay que aproximarse al estudio de la
Biblia con una humildad tal que le permita al Espíritu de Dios ser nuestro Maestro.  Es, pues,

necesario empezar con oración. Cuando un estudiante va a la universidad, siempre piensa que le es posible aprender cualquier cosa que cualquier hombre haya escrito. Un estudiante de universidad casi siempre presume que sabe todo. Y es quizá porque sabe tan poco que piensa que lo sabe todo. No se da cuenta que hay muchísimas áreas en diversas esferas las cuales desconoce totalmente. Hay algunos estudiantes universitarios que no les importa cuál esfera o cuál es el asunto que están considerando y piensan que si está escrito, pueden comprenderlo. Y con esa actitud se aproximan entonces a cualquier libro o a cualquier materia  que  desean estudiar. Y quizá ese punto de vista está bien para un estudiante universitario, pero cuando uno pasa en años y llega a tener un poco más de juicio, pues se da cuenta que hay muchas cosas que no se pueden comprender tan fácilmente.

Ahora, creemos que lo que cualquier hombre escriba, otro hombre puede entenderlo. Pero, no se puede decir lo mismo en cuanto a la Biblia, porque la Biblia es diferente. La Biblia es un Libro cerrado, como decíamos, ya que el Espíritu Santo es Su Autor, y sólo el Espíritu de Dios nos la puede enseñar y puede hacer que sea una realidad en nuestras vidas. Por esa razón, cuando comencemos a estudiar el primer libro de la Biblia, el Génesis, debemos siempre comenzar con oración. Por eso oramos al principio de nuestro programa, porque reconocemos que necesitamos que el Espíritu de Dios sea nuestro Maestro. La Biblia, por esto, es diferente a todos los demás libros.

Cuando estaba moribundo, Sir Walter Scott, dijo a su secretario: “Tráeme el Libro”. El secretario pareció estar algo confundido, y miró el estante que contenía muchísimos libros que Walter Scott había escrito. Y se preguntó cuál de ellos sería el que Sir Walter Scott deseaba que le llevara. De modo que le preguntó “¿cuál libro?” Se dice que Walter Scott le respondió: “La Biblia”. Hay solamente un Libro para el hombre que está moribundo. Amigo oyente, creemos que esa es la verdad. Este es el Libro para cualquier hombre que esté moribundo, pero también es el Libro para el hombre vivo. Tememos que muchos no tengan suficiente interés en la Biblia hasta cuando se hallan en grandes dificultades. Es maravilloso tener un libro en el estante al cual acudir en un tiempo así, pero también es un libro que sirve para la energía completa de la vida diaria.  Es un Libro con el cual podemos enfrentar la vida hoy en día y es el Libro que enseña la única ruta segura para seguir por este mundo y el venidero.  Es el único Libro que nos capacita para enfrentar toda emergencia y que suaviza los golpes de la vida que nos llegan.  La Biblia es diferente a cualquier otro libro.

Ahora, note usted que se llama “La Santa Biblia”. En realidad, la palabra “Biblia” simplemente significa “libro”. Existe un pueblito en ruinas al norte de la ciudad de Beirut en el Líbano, que se llamaba “Biblos”. Es famoso por ser el pueblo donde primero se producían libros. “Biblos” significa libro. Y se dice que es el lugar donde le pusieron el nombre a la Biblia. En aquel día, lo llamaron “El Libro”. Y la llamaron así porque todos los otros libros eran simplemente libros. Pero la Biblia era “el Libro”, el único libro. Luego en la historia, alguien le puso el nombre de “La Santa Biblia” o simplemente “Santa Biblia”. Y creemos personalmente que es inspirada desde la primera palabra de Génesis hasta la última palabra en el Apocalipsis. A veces nos parece que el nombre que lleva en la portada, “Santa Biblia”, fue inspirado también, porque creemos que la Biblia es santa. Este Libro, entonces, es diferente a todos los demás libros. Es diferente en el sentido que el Espíritu Santo es el único que puede abrir nuestro entendimiento para poder comprenderla.

Usted puede tomar un libro sobre filosofía, sobre leyes o sobre cualquier otro asunto o materia. Y puesto que fue un hombre quien lo escribió, pues un hombre puede entenderlo. No ha habido ningún libro que haya sido escrito por un hombre, que otro hombre no pueda entender. Pero, una vez más, y lo sigo repitiendo, la Biblia es diferente. No se puede entender la Biblia a menos que el Espíritu Santo sea el instructor, y sigamos Sus instrucciones conforme Él desea enseñarnos. Es un hecho positivo que nuestro Señor nos dijo, según el evangelio de Juan, capítulo 16, versículo 13: él os guiará a toda la verdad. Por eso mismo comenzamos nuestras guías e instrucciones y abrimos la Palabra de Dios con la oración del salmista: Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley.

Cuando el apóstol Pablo oraba por los cristianos de Éfeso, en el capítulo 1 de su carta a los Efesios, no oraba por su salud física. El pudiera haberlo hecho en otro tiempo, y estamos seguros que oró por la salud física de ellos. No oraba tampoco para que se enriquecieran. Y ni siquiera sabemos si él oraba por este aspecto.

Hay quienes se equivocan a veces al orar por cierto hombre de negocios para que tenga éxito en sus negocios y que se enriquezca. Pero se ha podido observar más tarde, que de cada diez, nueve de esos hombres pierden su celo por el Señor al enriquecerse. El autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee, contaba que conoció a un señor en el estado de Tejas, en los Estados Unidos, que empezó a perforar un pozo de petróleo en su haciendo, y llegó pidiéndole que orara por él para que encontrara petróleo. Este hombre prometió que si lograba encontrar petróleo, daría la mitad de los ingresos del petróleo para la obra del Señor. Esto fue durante un tiempo cuando el dinero estaba muy escaso y ya puede usted imaginarse cómo el Dr. McGee oraba en serio por este hombre. Entonces, un día se le ocurrió al Dr. McGee visitar a este hombre y observar lo que hacía para el Señor en ese mismo tiempo. Decía que se sintió muy desilusionado al notar que este hombre ofrendaba muy poco al Señor cuando bien podía haber dado mucho más. Apenas daba una pequeña ofrenda; sin embargo había prometido dar la mitad de los ingresos si encontraba petróleo. El Dr. McGee llegó a la conclusión de que estaba convencido que este hombre no lo haría, por tanto dejó de orar para que encontrara petróleo. Y a propósito, nunca encontró petróleo; tal vez la falta de oración del Dr. McGee tuviera que ver con eso. Pero el punto importante es que este hombre no encontró petróleo. Y quizá fue mejor así, porque de otra manera al encontrar esta fuente de riqueza se hubiera alejado de Dios.

Amigo oyente, el Apóstol Pablo no oraba para que los Efesios se enriquecieran. Y preguntará usted: ¿Cuál era entonces el objetivo de la oración de Pablo? El Apóstol oraba de esta manera. Leamos del capítulo 1 de la carta de Pablo a los Efesios, los versículos 15 y 16 que dicen:

15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones.  (Ef. 1:15-16)

 Ahora bien, ¿cuál era la razón para la oración de Pablo? Leamos los versículos 17 y 18 de este mismo capítulo 1 de la carta de Pablo a los Efesios, que dicen:

17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él; 18 que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos .  (Ef. 1:17-18)

¿Se fijó usted, amigo oyente? Él no oraba por algo físico.  Oraba para que tuvieran sabiduría y revelación en el conocimiento de Dios. Es decir, oró para que el Espíritu de Dios fuera su Maestro, abriendo la Palabra de Dios a sus corazones y a sus vidas.

Permítanos decirle con la sinceridad y franqueza que nos caracteriza, que esperamos que usted ore por este ministerio radial. Tenemos que admitir que vivimos en un mundo frío e indiferente en cuanto a los negocios se refiere, y que ese mismo espíritu se muestra aún hoy entre los cristianos. Esperamos que usted ore para que Dios supla los medios necesarios para la financiación de esta serie de programas. Deseamos continuar transmitiendo estos programas por muchas emisoras. Es un esfuerzo grande, es verdad, pero también tenemos un Dios grande que puede suplir todas nuestras necesidades. Así es que esperamos que usted nos respalde con sus oraciones para que este ministerio radial pueda continuar.

Pero, especialmente al comenzar este estudio de 5 años, deseamos que usted ore para que Dios utilice a cada uno de nosotros, de manera que al estudiar este Libro, el Espíritu de Dios sea nuestro Maestro. Le confesamos con toda franqueza que no aprenderemos nada si el Espíritu de Dios no es nuestro Maestro. Este es un Libro cerrado y la razón por la cual hay tantos que no aprenden nada de este libro, es porque no le permiten al Espíritu de Dios que Él lo abra y lo enseñe.

El Apóstol Pablo lo expresa con toda claridad que estaba orando para que estos hermanos tuvieran sabiduría y entendimiento de la revelación del conocimiento de Dios, y la revelación está aquí en este Libro. Él deseaba que conocieran la Palabra de Dios; deseaba que sus ojos y su entendimiento fueran alumbrados. Quería que supieran algo de la esperanza del llamamiento que tenían en Cristo Jesús. Y esta es la forma como yo quisiera recordarle a usted en oración. Creemos que la cosa más importante para usted y para mí en este día, amigo oyente, es saber y conocer la voluntad de Dios.  Y la voluntad de Dios está en Su palabra.  No podemos conocer la Palabra de Dios a menos que el Espíritu de Dios sea nuestro Maestro.

Usted recordará que el Apóstol Pablo dijo a los cristianos de Corinto: cosas que ojo no vio, ni oído oyó, son las que Dios ha preparado para los que le aman. (1 Cor. 2:9) Amigo oyente, simplemente no se puede entrar sólo por la vía sónica. Hay personas que escuchan un programa radial y simplemente apagan su receptor. Ellos dicen: “Este pobre, no está diciendo nada”. Pero en cambio, otras personas encuentran en ese mensaje, en ese programa, una gran bendición. Ahora, ¿qué es lo que establece la diferencia? De cierto que no se encuentra en el mensaje porque fue el mismo. Pero el mensaje, en realidad, para uno fue tontería, pero para otros, fue verdaderamente una bendición. Y es precisamente acerca de esto de lo que el Apóstol Pablo escribe cuando dice en su primera carta a los Corintios, capítulo 1, versículo 18:

18 La palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios,  (1 Cor. 1:18)

 Es algo asombroso que una persona escuche una cosa y otra escuche el mismo mensaje, y oye aun otra cosa. Ahora, ¿qué es lo que establece la diferencia? La diferencia está en el hecho de que el Espíritu de Dios es quien enseña. Por eso, amigo oyente, debemos siempre comenzar el estudio de la Palabra de Dios en oración. Ruegue al Espíritu de Dios que abra su corazón para que pueda escuchar aquel silbo apacible y delicado del Hijo de Dios.

Recordará usted que un día había una multitud con Jesús. Y una voz del cielo dijo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Unos que estaban parados allí decían que había sido un trueno. Creían que era una cosa natural. Pero otros en cambio, escucharon al Espíritu de Dios hablando al Hijo de Dios.  (Juan 12:28-30). Y ahí estaba la verdadera diferencia.

Permítanos decirlo una vez más. La Biblia es un libro humano. Contiene toda clase de cosas que tienen que ver con nosotros los seres humanos. Se escribió para nuestro provecho, y Dios quiere comunicarse con nosotros. Por esa razón, habla en nuestra lengua. Habla directamente al corazón y a la necesidad nuestra hoy en día.  Pero a la vez estamos frente a un Libro sobrenatural.

Permítanos una vez más, dar lectura a un pasaje ya mencionado.  Dice el Apóstol Pablo en su Primera Epístola a los Corintios, capítulo 2, versículos 11 al 14, lo siguiente:

11 Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. 12 Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, 13 lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.  14 Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.  (1 Cor. 2:11-14)

 Esta, amigo oyente, es la razón por la cual el Espíritu de Dios tiene que ser nuestro Maestro. Quisiera ahora en el tiempo que nos resta, hacer un breve repaso de lo que hemos estudiado en la lección de hoy. Mencionamos siete pasos muy sencillos pero que consideramos fundamentales y preliminares, los cuales constituirán las guías o instrucciones para el estudio de las Sagradas Escrituras. Y dijimos que procuraremos seguirlas en nuestro estudio en el programa A Través de la Biblia. Estos siete pasos son: primero, empezar con oración; cada estudio bíblico deberá empezar con oración. Segundo, leer la Biblia; en tercer lugar, estudiar la Biblia; cuarto paso, meditar en la Biblia; en quinto lugar dijimos que hay que leer lo que otros han escrito en cuanto a la Biblia; en sexto lugar, obedecer la Biblia; y en séptimo lugar, compartir la Biblia con otras personas. Ahora, en nuestra lección de hoy no consideramos en detalle cada uno de los pasos; solamente comenzamos a considerar el primer paso, o sea, empezar cada estudio bíblico con oración. Y dijimos que esperábamos que usted ore por este ministerio radial para que Dios supla los medios necesarios para el sostenimiento de este programa, ya que deseamos que continúe siendo transmitido por muchas más emisoras. Esperamos también que usted nos respalde con sus oraciones para que Dios nos siga utilizando para Su honra, para Su gloria y para el beneficio de muchos que han de estar escuchando esta serie de programas; pero principalmente esperamos que usted ore para que sea el Espíritu de Dios quien nos enseñe cada paso, cada porción que vamos a estudiar, que vamos a considerar en esta serie de estudios a través de toda la Biblia. Y finalmente, deseamos que usted ore por nosotros que producimos esta serie de programas para que escuchemos la voz de Dios y para que al conversar con usted, amigo oyente, comuniquemos lo que Dios desea comunicar a cada uno de nuestros corazones. Deseamos recordarle también, para concluir, que esta serie de guías está a la disposición de cada uno de nuestros oyentes. Solamente tiene que escribirnos y solicitarlas, son gratuitas; así es que preste mucha atención a la dirección que el locutor dará al final del programa. Esperamos que nos escriba cuanto antes para tener el gusto de poder remitirle por correo esta serie de guías para que pueda continuar el estudio con nosotros. Esto es todo por hoy; mucho apreciamos su generosa atención y le invitamos a sintonizarnos en nuestro próximo programa.

 Será pues, hasta entonces, deseamos ¡que el Dios Todopoderoso derrame sobre usted Sus ricas y abundantes bendiciones!

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