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Génesis - Capítulo 6:1 - 22

Publicado en Genesis

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en Génesis, el primer libro de la Biblia. Prosiguiendo con este estudio, comenzamos hoy con el capítulo 6 de este libro de Génesis y vamos a considerar por unos momentos la causa del diluvio. Demos un vistazo a los versículos 1 y 2 del capítulo 6, que dicen:

1 Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, 2que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas.  (Gén. 6:1-2)

Ahora, la frase “hijos de Dios”, y la frase “hijas de los hombres”, en realidad han causado mucha discusión en nuestros días. Usted notará, amigo oyente, que hay muchos hombres que sostienen la tesis de que los hijos de Dios en este pasaje son ángeles. Bueno, personalmente no podemos aceptar esta teoría de ninguna manera. Reconocemos que hay una gran cantidad de profesores en los Seminarios Bíblicos que enseñan que fueron ángeles. Y reconocemos también que muchos de los expositores en nuestros días, sostienen esta teoría. Pero,  no  podemos aceptarla porque si fueran ángeles, es decir, ángeles buenos, no cometerían este pecado. Y por otra parte, si fueran ángeles malos, no se les llamaría aquí hijos de Dios. Luego, los hijos, aquí fueron sencillamente hombres. No fueron monstruos. El versículo 4 de este capítulo 6 de Génesis, dice:

4Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.  (Gén. 6:4)

No nos explicamos por qué tantos se imaginan que los hijos aquí fueron gigantes. Dice que había gigantes en la tierra en aquellos días, pero no dice que fueron los hijos. Ahora, sí dice que fueron hombres de renombre. Ahora, estos no fueron monstruos, sino simplemente hombres. Un expositor de la Biblia dijo en una ocasión que eran gigantes y monstruos. Pero, creemos que la anotación aquí lo explica con toda claridad que los gigantes estaban en la tierra antes de que tuviera lugar esto.  Simplemente significa que fueron individuos sobresalientes.

Amigo oyente, la humanidad tiene una capacidad tremenda. La Escritura declara: “Porque formidables, maravillosas son tus obras”, y es una gran verdad cuyo significado perdemos con alguna frecuencia. Este concepto hoy degrada al hombre diciendo que él es un protoplasma de una basura o de una alga marina. Algunos científicos creen que muy pronto la teoría entera de la evolución será totalmente rechazada, lo cual por supuesto, hará que algunos luzcan ridículos. Amigo oyente, una vez más, repetimos que la evolución no es nada sino una teoría y la ciencia no ha dado a conocer ninguna prueba conclusiva de ella. La evolución también es una filosofía y como cualquier otra filosofía, se la puede aceptar o rechazar. Cuando es aceptada, ciertamente conduce a algunas soluciones muy desacertadas a los problemas del mundo. Realmente, nos han metido en muchos apuros en todo el mundo. Uno creería, al escuchar tal filosofía, que estamos haciendo el papel de caballero ilustre, andando por todo el mundo arreglando lo malo. Amigo oyente, nosotros somos malos por dentro. Hoy, en nuestros países, encontramos los intelectuales en las universidades, en el gobierno, en medio de noticias, y en la milicia que creen ser de marca mayor.  Creen que, de alguna manera u otra, han alcanzado ya la cima.

Es pues, decepcionante en nuestros días, observar cómo los hombres creen que son más grandes de lo que realmente son. El hombre en realidad, está sufriendo de una caída, una caída tremenda en el pecado. Es totalmente depravado, y mientras no se tenga eso en cuenta, nos hallaremos en muchos apuros, en muchas dificultades. Ahora, Génesis es el libro de la genealogía. Como lo vemos en este libro de las familias, encontramos a los hijos de Dios que son de la línea divina que ha provenido de Adán hasta Set. Encontramos también a las hijas de los hombres que pertenecen a la línea de Caín. Las dos líneas se entremezclaron, y hubo matrimonios  mezclados  entre  las  líneas  hasta  que,  por  fin,  la  línea  entera  fue  totalmente depravada.  Bueno, no debemos usar la palabra “totalmente”.  Hubo una excepción.  Ese es el cuadro que se nos pinta aquí.

Ahora, deseamos reconocer e insistimos en que muchos buenos expositores de la Biblia mantienen un punto de vista opuesto al que hemos mencionado. Ellos creen que los hijos de Dios son realmente los ángeles. Y si usted, amigo oyente, desea sostener ese punto de vista, pues, no estará solo, irá muy bien acompañado. Por supuesto que si no desea equivocarse, mantendrá nuestro punto de vista; y de seguro que no hay nadie que desee equivocarse, ¿verdad? Bien, quisiéramos ahora decir que esperamos que seamos buenos amigos, no importa el criterio que mantengamos. Amigo oyente, es simplemente una cuestión de interpretación, y nada tiene que ver con si cree en la Biblia, o no la cree. Es cuestión de interpretación de la Biblia. Volvamos ahora al versículo 3 de este capítulo 6 de Génesis, donde dice:

3Y  dijo  Jehová:  No  contenderá  mi  espíritu  con  el  hombre  para  siempre,  porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años.  (Gén. 6:3)

Creemos que Noé predicaba por 120 años, y que durante aquel tiempo, el Espíritu de Dios contendía con los hombres. El Apóstol Pedro lo expresa con toda claridad de que fue en los días de Noé cuando el Espíritu de Dios contendía con los hombres para llevarlos a Dios. El Apóstol Pedro, dice en su primera carta, capítulo 3, versículos 18 al 20: Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.

Ellos estaban encarcelados cuando Pedro escribió estas palabras; pero cuando se les predicó fue en los días de Noé. Fueron desobedientes durante el tiempo de la paciencia de Dios antes del diluvio. Eso fue durante esos 120 años en la época de Noé. Ahora, ¿cuál fue la condición en la tierra en aquel entonces? Se nos declara esta condición y se nos da la causa por la cual Dios envió el juicio del diluvio.  El versículo 5 de Génesis 6, dice:

5Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. (Gén. 6:5)

Hay cuatro palabras aquí que deben ser subrayadas. En primer lugar, la palabra mucha, donde dice: la maldad de los hombres era mucha. En segundo lugar, la palabra todo; donde dice: Todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. La tercera y la cuarta palabra son: de continuo y solamente. ¡Piénsenlo bien, amigo oyente! Esa fue la condición que Dios observó en la tierra. Los versículos 6 y 7 de Génesis 6, continúan diciendo:

6Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. 7Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.  (Gén. 6:6-7)

Y se arrepintió Jehová. La corrupción del hombre hizo arrepentirse al Señor. Parece que Dios cambió de idea. Creó al hombre, y ahora parece que va a destruirlo. Fíjese usted que destruirá los animales terrestres, pero no menciona a los peces. Pues, va a venir un diluvio, y los peces ya viven en el agua, y Dios enviará más agua. Consideremos ahora la liberación de Dios del juicio del diluvio.  Los versículos 8 y 9, dicen:

8Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. 9Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.  (Gén. 6:8-9)

¿Por qué halló Noé gracia con el Señor? Porque Noé caminó con Dios, y porque fue justo y perfecto en las generaciones. Esta es la razón por la cual Dios salvó a Noé. En el libro de Hebreos, capítulo 11, versículo 7, leemos: Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Noé tuvo que tener fe para preparar el arca sobre la tierra seca, cuando aún todavía no había lloviznado.   En este capítulo 11 de Hebreos, se nos dice que fue por la fe que Enoc fue traspuesto. El hombre de fe, el creyente, está eximido del juicio. En el rapto de la iglesia, todos los creyentes irán, porque esta liberación es para creyentes, y aún el santo más débil será arrebatado junto con la iglesia. Será arrebatado porque Dios engrandece Su misericordia. Es la misericordia de Dios que puede mostrar a Noé, el tiempo del diluvio. Ahora, se nos da de nuevo la razón por la cual Dios envió el diluvio. Dios vio que el camino del hombre se había desviado del propósito para el cual Dios lo había creado. El hombre no seguía ya el camino de Dios, sino su propio camino caprichoso. Los versículos 11 al 13 de Génesis 6, nos dicen:

11Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. 12Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. 13Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. (Gén. 6:11-13)

Vamos a mencionar algunas cosas aquí al examinar las razones por las cuales Dios juzgó a la tierra con un diluvio. Dios había dado al hombre la promesa de un Redentor y le había dicho que un Salvador vendría a la tierra. Todo el mundo debió haberlo esperado y buscado. En lugar de eso, se nos dice que el hombre se había apartado de Dios. Luego sabemos que Dios había provisto un sacrificio a Adán y Eva. Hallamos que por medio de esto, Dios había dado un gran principio eterno. Los dos hermanos, Caín y Abel, representan los dos grandes sistemas, dos clases de personas. Hay los farisaicos que traen el fruto de sus obras, y hay los quebrantados de espíritu que traen el sacrificio de la fe. Son los perdidos y los salvados. El profesor formal y el creyente sincero. Los dos tipos estuvieron presentes en la raza humana en el tiempo del diluvio. Los patriarcas vivieron por tanto tiempo que Adán y Matusalén, llenaron el período entero desde la creación y el diluvio. Ciertamente, compartieron la revelación de Dios con el resto del género humano. En la carta universal de Judas, en los versículos 14 y 15, leemos que Enoc predicó y profetizó durante ese período. También el Apóstol Pedro, en su segunda carta, capítulo 2, versículo 5, declara que Noé fue predicador de Justicia. Dio testimonio de su fe construyendo el arca.  Los hombres ya habrían sabido que Enoc había desaparecido.  Eso debe haberlos puesto sobre aviso.  Sabían el significado del nombre de Matusalén.  De modo que cuando murió, deben haber sabido que algo iba a suceder.

Luego, tenemos el ministerio del Espíritu Santo. Dios dice en el versículo 3 de Génesis, capítulo 6: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre. De modo que el Espíritu de Dios contendía con el hombre, y el hombre rechazaba a Dios por completo; esta fue la actitud general con la excepción notable de Noé y su familia. El Espíritu de Dios estaba contendiendo con el hombre en la tierra, pero el hombre se desviaba de Dios. Este es el cuadro que está ante nosotros. Esto es lo que trajo el diluvio sobre la tierra.

Por tanto, hay suficiente evidencia dada aquí que clarifica perfectamente el hecho de que Dios fue justo y correcto al enviar el diluvio. Si Dios no hubiera enviado el diluvio en el tiempo en que lo envió, habría perdido la raza humana entera. Aun como lo hizo, quedó un sólo hombre, y ese hombre fue Noé. Aquí había un hombre que caminó con Dios, que creyó que Dios haría lo que había dicho, y que todavía confió en Dios. Estaba dispuesto a correr el riesgo de construir un arca en la tierra seca, y de convertirse en el hazmerreír de la comunidad. Y así sucedió por 120 años.  Pero él creyó la Palabra de Dios.

La Biblia nos habla de una comparación extraordinaria existente entre los días de Noé, antes del diluvio, y los días en la tierra, antes de que venga Jesús de nuevo. Esto no se refiere al rapto de la iglesia, sino a Su venida a la tierra para establecer Su reino. Hay algunos hechos análogos muy notables que ya han acontecido. El capítulo comenzó diciendo que los hombres se multiplicaron sobre la faz de la tierra. Hubo un tremendo aumento de población, y el hombre se había esparcido por aquel entonces, y por tanto, poblaba mucho de la tierra, se había esparcido en toda dirección. Vemos hoy de nuevo un tremendo aumento de población, y el hombre se multiplicará más aún sobre la faz de la tierra.

Ahora, notamos que Dios dijo: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, y se nos dice que en el período de la Gran Tribulación, el Espíritu Santo ya no refrenará más la maldad. Todavía estará presente para convertir a los hombres, pero no estará refrenando la maldad  en  la  tierra.    Las  proposiciones  de  Dios  a  los  hombres  serán  menospreciadas  y rechazadas, como fueron en los días antes del diluvio. ¿No es asombroso cómo los hombres hoy en día escuchan a ministros que niegan verdades bíblicas vitales? En cambio, casi no se oye nada del hombre que cree completamente lo que Dios ha revelado. Los creyentes verdaderos han tratado de progresar. Han tenido varias convenciones, y tratan de regresar a la corriente principal.  Pero vivimos en un día en que, si uno desea estar firme por Cristo, notará que no le va a ser posible hablar con frecuencia ante las cámaras de televisión. El camino aceptable hoy es negarlo todo, protestar, y marchar.

Nuestro mundo experimentará el rapto de la iglesia. Sucederá que un gran número de personas desaparecerán de la tierra. Pero notamos que entonces, hubo también juicios. Sin embargo las personas, no hicieron caso de ellos. Dios les había dado amonestaciones, y les había dicho que vendría el diluvio. Sin embargo, no prestaron atención a tales amonestaciones. Veamos ahora las instrucciones que fueron dadas a Noé para la construcción del arca. En el versículo 14 de este capítulo 6 de Génesis, Dios dice a Noé:

14Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera.  (Gén. 6:14)

Aun al hacer este preparativo, Dios estaba dando a los hombres bastante oportunidad. El gofer es una madera indestructible, y muy semejante a la madera del pino gigantesco. La palabra “aposento” sugiere la idea de “nido”. El elefante tendría necesidad de un aposento, pero el topo se contentaría con un poquito de polvo en un rinconcito. Eso es todo lo que necesitaría. Debía pues, hacerla impermeable con brea por dentro y por fuera.  Ahora leemos en el versículo 15:

15Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura.  (Gén. 6:15)

Lamentablemente, la impresión del arca que tienen muchas personas es la que recibieron al ver unos cuadros de ella, que la hace parecer como un barco vivienda. Pero, creemos que ese es un tipo de farsa ridícula. Es una caricatura realmente del arca en vez de ser un cuadro de ella como realmente fue.

En primer lugar, el arca fue una construcción de tamaño adecuado. El codo tiene aproximadamente 42 centímetros de longitud. Se nos dice que tuvo 300 codos de longitud, y por tanto fue una construcción algo grande. Surge la pregunta: ¿Cómo es que pudieron construirla segura en aquel tiempo? Amigo oyente, no estamos estudiando a los cavernícolas. Noé fue un hombre muy inteligente. Toda la inteligencia que tiene la raza humana hoy tuvo que provenir de este hombre, Noé, porque fue muy inteligente.

No estaba edificando un transatlántico de esos que resisten las olas enormes. Todo lo que hizo fue construir un lugar para la vida, animal y humana, para que se quedara allí por un largo tiempo. Debía permanecer en ella esperando la terminación del diluvio. Por esa razón, no necesitó los planos de un transatlántico. Pero este plan daría todo el espacio necesario para el uso que Dios intentaba darle.

Ahora, notemos que el arca tenía unos 138 1/2 metros de longitud. Era un arca larga, pero lo interesante es la dimensión relativa del arca. Un acorazado de los Estados Unidos, “el Nuevo Méjico”, tenía 192 metros de longitud, 32 3/4 metros de anchura y un calado máximo de 9 metros. Al comparar estas cifras con las del arca, encontraremos que las dimensiones son más o menos iguales. Por tanto, no era un barco que se viera ridículo de ninguna manera. Ahora, el versículo 16 nos dice:

16Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero. (Gén. 6:16)

En lo alto del arca había una ventana de un codo de elevación, y daba la vuelta al arca. Ahora, la parte superior debe haber sobrepasado un poco. En estos días, ese es el modo que se emplea para la ventilación de un gimnasio, por ejemplo. Ahora, notemos que el arca tenía una sola puerta y esto es de importancia. Cristo nos dice que Él es la puerta del redil. Hay un solo camino. Cristo también es la puerta en el arca. Había tres pisos en el arca, y uno preguntará si había una puerta en cada piso.  Bueno, personalmente creemos que había solamente una puerta

en el arca y no una en cada piso.  Pero, francamente creemos que es un detalle sin importancia. Ahora, el versículo 17, dice:

17Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. (Gén. 6:17)

Dios está trayendo un juicio sobre la tierra; un juicio que incluiría toda vida animal, tanto a las aves como a los hombres.  Prosigamos ahora con los versículos 18 al 20, que dicen:

18Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. 19Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. 20De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida.  (Gén. 6:18-20)

Ahora, esto quiere decir que Noé tomó dos ejemplares de cada especie para entrar en el arca. Otra cosa digna de mencionar aquí es que Noé no fue cazador de animales, él no salió a buscar a los animales, sino que ellos vinieron a él. Nos lo dice específicamente y vamos a ver esto, en nuestro próximo programa. Ahora, ¿por qué los animales vinieron a Noé? Bueno, porque cuando un animal sabe mediante alguna intuición que está en peligro, viene al hombre. La Biblia nos dice que los animales vinieron a Noé. Ahora, en los versículos 21 y 22, los versículos finales de este capítulo 6, Dios hace la provisión para el alimento de todas estas especies.  Dice Dios allí:

21Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. 22Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó. (Gén. 6:21-22)

Y esto concluye nuestro estudio del capítulo 6 del libro de Génesis. Hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, es nuestra oración ¡que Dios le bendiga abundantemente!

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