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Génesis - Capítulo 24:1 - 34

Publicado en Genesis

Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. En este capítulo 24 que daremos comienzo el día de hoy, encontramos cómo Abraham envía a su siervo de confianza a Mesopotamia en la tierra de Harán, a buscar una novia para su hijo Isaac; y también vemos el éxito que tuvo el siervo en hallar a Rebeca. Este es uno de aquellos bellos capítulos de la Biblia. Cuenta una historia encantadora, una historia muy bella. Vamos a ver una historia maravillosa de amor aquí. Nos va a revelar una vez más, que Dios tiene interés en el joven con quien usted, señorita, se va a casar; y tiene interés en la señorita con quien usted, joven varón, se va a casar. Dios tiene mucho interés en eso. Y creemos que hay dos instituciiones que Dios ha dado a la familia humana: una es el matrimonio, y la otra es el gobierno humano. Dios permite que el hombre se gobierne hoy y eso es algo universal. Estas, pues, son dos instituciones muy importantes.

 Ahora, cuando estas dos instituciones se rompen, una sociedad fracasa. El hogar es la espina dorsal de cualquier sociedad, y Dios sabía eso. Él estableció el matrimonio para que diera fortaleza y estabilidad a la sociedad. Encontramos que es igual con respecto al gobierno. Un gobierno debe tener el poder de quitar la vida humana para proteger la vida humana. Ese es el propósito de la pena de muerte, porque la vida humana es sagrada. Por esa razón, Dios dio estas leyes.

Ahora, Dios tiene interés en su historia de amor, amigo oyente; y es maravilloso cuando usted deja que Dios entre en ella. Usted se dará cuenta que el primer milagro que hizo nuestro Señor fue cuando asistió a una boda allá en Caná de Galilea.  No sabemos a cuántas bodas asistió el

Señor Jesucristo, pero sabemos que al menos, presenció una, es decir, aquella en Caná de Galilea.

Leamos ahora, el versículo 1 de este capítulo 24 de Génesis:

1 Era  Abraham  ya  viejo,  y  bien  avanzado  en  años;  y  Jehová  había  bendecido  a Abraham en todo. (Gén. 24:1)

Ahora, el viejo Abraham desea conseguir una novia para su hijo Isaac, pero no quería que fuera de aquella región donde la gente se había entregado a la idolatría, y donde vivían en el paganismo. Por tanto, envía a su siervo allá a su pueblo, a la tierra de Harán.

Antes de fijarnos en cómo es que Abraham logra conseguir la novia para su hijo, deseamos notar que hay una línea divisoria en el libro, demarcada aquí en este punto. Usted recordará que los primeros once capítulos del Génesis nos hablan de los cuatro grandes eventos, y la primera gran sección del libro, trata precisamente de esos eventos.  Ahora, la última sección, los capítulos
12 al 50, hablan de cuatro hombres sobresalientes. En esta sección, hemos  estudiado  los capítulos 12 al 23 de Génesis, los cuales nos hablan de Abraham, el hombre de fe. Ahora, llegamos al estudio de Isaac, el hijo amado.

Hay tres grandes eventos en la vida de Isaac, y ya hemos estudiado dos de ellos. Uno, trata de su nacimiento. El segundo, corresponde al sacrificio de él por parte de Abraham. El tercer evento, tiene que ver con la búsqueda de la novia. Sabemos que hay tres grandes eventos en la vida de cada hombre. Y esos tres grandes eventos son: el nacimiento, el matrimonio y la muerte. Y, se dice que el hombre sólo puede escoger en el matrimonio. A veces no le queda mucho que escoger ni en el matrimonio tampoco.

Pero, en este capítulo que nos habla de la selección de una novia para Isaac, quisiéramos que usted note dos verdades al estudiar este capítulo. Una verdad que debemos notar es la dirección del Señor en todos los detalles de las vidas de los que se presentan aquí en la historia. Es una declaración que se hace repetidas veces mostrando cómo es que Dios guía.  Y eso nos impulsa a

decir que aun en aquel día primitivo, había los dirigentes sociales que oraban al Señor, y que seguían Su dirección. Hay quienes dicen que esto tuvo lugar allá por la edad de piedra, cuando el hombre era cavernícola y muy incivilizado. Amigo oyente, no debe usted creer ni una palabra de eso. El hombre no fue ese tipo de hombre en ninguna forma. Hallamos aquí la dirección del Señor. Y si Dios guió en aquel día las vidas de aquellos hombres, pues, es bien posible que Dios puede hoy también guiar la vida suya, y la vida mía. Y esto nos es dado aquí como ejemplo. La segunda cosa que debemos notar es la manera sincera en que Rebeca hizo su decisión de ir con el siervo para llegar a ser la esposa de Isaac. Esta es una cosa tremenda, y ya notaremos eso al continuar nuestro estudio.  Leamos ahora los versículos 2 y 3 de este capítulo 24 de Génesis:

2 Y dijo Abraham a un criado suyo, el más viejo de su casa, que era el que gobernaba en todo lo que tenía: Pon ahora tu mano debajo de mi muslo, 3 y te juramentaré por Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás para mi hijo mujer de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito.  (Gén. 24:2-3)

Esa era la manera en que los hombres juraban en aquel día. No alzaban la mano derecha ni ponían la izquierda sobre una Biblia. En primer lugar, no tenían una Biblia, y francamente, no creemos necesario que una persona tenga que poner su mano en la Biblia para jurar. Si es necesario hacer eso para que diga la verdad, entonces es muy posible que no diga la verdad. Pero, este era el método que se usaba en aquel día. Un hombre ponía la mano debajo del muslo del hombre con el cual iba a jurar. Creemos que, sin duda, el siervo era Eliezer, porque sabemos que él era el mayordomo en la casa de Abraham, y sabemos que tenía un hijo. Recuerde usted que Abraham mismo se lo había mencionado a Dios.

Amigo cristiano, si usted tiene un joven o una señorita en su casa, y está en edad matrimonial, debe usted orar para que no se case con uno de los cananeos. Todavía están ellos en la tierra, y siempre hay el peligro de que nuestros jóvenes se casen con uno de ellos. Y si lo hacen, alguien ha dicho que usted va a tener al diablo mismo de suegro. Y eso trae por supuesto, dificultades.  Siempre las hay.  Ahora, los versículos 4 al 6 de este capítulo 24 de Génesis, dicen: 4 sino que irás a mi tierra y a mi parentela, y tomarás mujer para mi hijo Isaac. 5El criado  le  respondió:  Quizá  la  mujer  no  querrá  venir  en  pos  de mí  a esta tierra. ¿Volveré, pues, tu hijo a la tierra de donde saliste? 6Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá.  (Gén. 24:4-6)

El siervo le pregunta a Abraham si debe regresar por Isaac, para llevarlo a la tierra, en caso de que no le sea posible a él conseguir que la señorita le acompañe de vuelta. Abraham le dice que nunca debe llevar a Isaac allá. Este es el lugar donde Dios quiere que Abraham e Isaac estén, y no quiere que regresen a aquella tierra bajo ninguna circunstancia. Y es muy importante que veamos esto.  El versículo 7 nos dice:

7 Jehová, Dios de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo.  (Gén. 24:7)

Abraham realmente es un hombre de fe. Lo demuestra vez tras vez, y aquí se ve una vez más esta magnífica demostración. Le dice al siervo que puede confiar en que Dios lo guiará. Dios ha prometido esto a Abraham. Porque, no está tomando un salto en el vacío. La fe nunca es un salto en el vacío. Debe apoyarse en la Palabra de Dios. Muchas personas dicen hoy: “Bueno, yo creo lo que Dios dice, y Él lo hará”. Eso está bien. Es maravilloso creer lo que Dios ha dicho; pero ¿tiene usted algo por escrito? Abraham siempre pidió que lo pusiera por escrito. Y Dios lo puso por escrito. Dios hizo un contrato con él, y por eso pudo decir: “Dios me ha prometido que por la descendencia, y esa es Isaac, traerá una bendición al mundo”. Por tanto, puede estar absolutamente seguro de una cosa: Dios tiene allá una esposa para Isaac. Abraham se apoya en lo que Dios ha dicho. No debemos ser insensatos hoy día. La fe no es una tontería.  Es apoyarse en algo. La fe es siempre razonable. Nunca es un salto en el vacío. No es apostar la vida a que esto o aquello se va a realizar, o que va a ocurrir. No es una apuesta. Es cosa segura. La fe es cosa verdaderamente segura. Y Abraham está bien seguro de ello. Pero, note lo que dice en el versículo 8:

8 Y si la mujer no quisiere venir en pos de ti, serás libre de este mi  juramento; solamente que no vuelvas allá a mi hijo.  (Gén. 24:8)

Dice Abraham: si la mujer no quisiere venir, – entonces, el siervo sería libre  del juramento. Pero, en todo caso, que no llevara allá a su hijo. Ahora, ¿qué quiere decir eso? Creemos que Abraham le hubiera dicho a usted con toda franqueza, que Dios tendría otro método para resolver ese asunto. Le hubiera dicho que no sabía cuál era el método, pero que estaba muy seguro de que Dios querría que se hiciera de esta manera, y que así conseguiría el siervo, la esposa justa y exacta para Isaac.

Amigo oyente, eso es fe. La fe es actuar sobre la Palabra de Dios. Se apoya en algo. Dios quiere que creamos Su palabra y no que simplemente creamos esa tontería piadosa que se escucha hoy de que uno puede forzar a Dios a hacer algo, y que Dios debe de hacerlo porque simplemente creemos. Cuando oramos, debemos estar seguros de que pedimos a Dios que haga algo. Pero, es Él quien determina si eso es Su voluntad o no. Abraham tuvo algo en qué apoyarse. No está demandando algo de Dios. Y tiene la confianza de que si este plan no tiene éxito, entonces Dios tiene otro plan para lograrlo. Siempre podemos estar seguros de eso. Ahora, el versículo 9 dice:

9 Entonces el criado puso su mano debajo del muslo de Abraham su señor, y le juró sobre este negocio. (Gén. 24:9)

Veamos ahora cómo el siervo sale a buscar la esposa para Isaac.  El versículo 10, dice:

10 Y el criado tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fue, tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y puesto en camino, llegó a Mesopotamia, a la ciudad de Nacor.  (Gén. 24:10)

Vamos a detenernos aquí para hacer un comentario. No fueron sólo tres magos los que llegaron en tres camellos a Jerusalén, cuando nació Jesús. Eso no habría de causar ninguna sensación en la ciudad.   Creemos que había más bien trescientos sabios y sus camellos que

llegaron. La Escritura no nos da ningún número específico, por supuesto, ni hace mención del número de presentes. Simplemente declara que había tres clases de presentes, pero eso no lo limita a sólo tres magos. Note usted aquí que cuando los siervos viajaban a Mesopotamia a buscar la esposa para Isaac, había diez camellos, lo que quiere decir que había diez siervos que viajaban. Esto, pues, fue un buen acompañamiento de siervos. Declara que tomó todos los bienes escogidos de su amo. Estaba encargado de todos los enseres y todas las posesiones de Abraham.  Ahora, los versículos 11 al 14 nos dicen:

11 E hizo arrodillar los camellos fuera de la ciudad, junto a un pozo de agua, a la hora de la tarde, la hora en que salen las doncellas por agua. 12Y dijo: Oh Jehová, Dios de mi señor Abraham, dame, te ruego, el tener hoy buen encuentro, y haz misericordia con mi señor Abraham. 13He aquí yo estoy junto a la fuente de agua, y las hijas de los varones de esta ciudad salen por agua. 14Sea, pues, que la doncella a quien yo dijere: Baja tu cántaro, te ruego, para que yo beba, y ella respondiere: Bebe, y también daré de beber a tus camellos; que sea ésta la que tú has destinado para tu siervo Isaac; y en esto conoceré que habrás hecho misericordia con mi señor.  (Gén. 24:11-14)

Tal vez le parezca a usted extraño que fueran las mujeres quienes salían a sacar agua, pero eran ellas las que daban agua a los camellos en aquellos días. Francamente, las mujeres hacían muchísimo más trabajo en aquellos días que lo que hacen hoy. Lo que queremos decir, es trabajo fuerte. Las mujeres eran las que abrevaban el ganado y lo cuidaban. Y los hombres  se encargaban de negociar, por supuesto, y hacían otros trabajos. No siempre haraganeaban de ninguna manera. Pero, es interesante notar que era la costumbre de las mujeres salir por agua. Cuando llegaba un siervo, no era lo correcto siendo él extranjero, que él diera de beber a los camellos delante de los que vivían en esa comunidad.

Fíjese usted aquí cómo el siervo de Abraham depende de Dios. Abraham le ha encargado todo al siervo. Por tanto, el siervo ora a Dios. Le dice a Dios que él nunca sabría cuál señorita escoger de entre todas ellas. De modo que, pide ayuda para escoger a la que Dios ya había escogido. En otras palabras, pide al Señor que le guíe para escoger bien. Va a pedirle a una de ellas que le dé un poquito de agua para tomar.   Ahora, ¿a quién piensa usted que escogerá?

Bueno, Eliezer es un hombre.  Estamos seguros que escogerá la que mejor aspecto tenía entre ellas.  Y usted puede estar seguro que Rebeca era muy hermosa.

Debemos poner énfasis sobre esto hoy día. Los puritanos tenían la idea que la hermosura procedía del diablo. Ahora, el diablo es hermoso, porque la Biblia le llama un ángel de luz. Pero no posee toda la hermosura. Después de todo, Dios es el Creador, y nunca se ha visto una puesta de sol más bella, ni se ha contemplado una flor bonita que no proceda de las manos del Creador. Es Dios quien hace bellas a las mujeres. Y no hay nada malo en ello. Por tanto, este hombre Eliezer, escogerá la más bella. Y sería un mal siervo si no lo hiciera. Estamos pues, seguros que escogió la más bella que salió. Leamos ahora los versículos 15 y 16 de este capítulo 24 de Génesis:

15 Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rebeca, que había nacido a Betuel, hijo de Milca mujer de Nacor hermano de Abraham, la cual salía con su cántaro sobre su hombro. 16Y la doncella era de aspecto muy hermoso, virgen, a la que varón no había conocido; la cual descendió a la fuente, y llenó su cántaro, y se volvía. (Gén. 24:15-16)

Aquí viene. Dijimos que era bella, porque la Palabra de Dios dice que era bella. No hay nada malo en eso. Nos resentimos del hecho de que la belleza se asocie con gran frecuencia con las actrices de cine. Creemos que el Señor debe tener algo de esa belleza. En primer lugar, porque Él la hizo, y no hay nada malo que Dios use una persona hermosa. Debemos orar para que Dios llame a los hombres y a las mujeres buenos mozos hoy día para Su servicio. Rebeca no era simplemente una señorita ordinaria. Era de aspecto muy hermoso, y bien pudo haber sido elegida reina en un concurso de belleza.  Leamos ahora los versículos 17 al 20:

17 Entonces el criado corrió hacia ella, y dijo: Te ruego que me des a beber un poco de agua de tu cántaro. 18 Ella respondió: Bebe, señor mío; y se dio prisa a bajar su cántaro sobre su mano, y le dio a beber. 19 Y cuando acabó de darle de beber, dijo: También para tus camellos sacaré agua, hasta que acaben de beber. 20 Y se dio prisa, y vació su cántaro en la pila, y corrió otra vez al pozo para sacar agua, y sacó para todos sus camellos. (Gén. 24:17-20)

Notemos aquí que la señorita no sólo era bella, sino también muy cortés y educada. Estaba dispuesta a trabajar, y a ser de ayuda. Recuerde que había diez camellos allí y los camellos beben mucha agua. Así es que debió haber trabajado bastante para dar de beber a diez camellos. Bien, leamos ahora los versículos 21 al 26 de Génesis, capítulo 24:

21 Y el hombre estaba maravillado de ella, callando, para saber si Jehová había prosperado su viaje, o no. 22 Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez, 23y dijo: ¿De quién eres hija? Te ruego que me digas: ¿hay en casa de tu padre lugar donde posemos? 24Y ella respondió: Soy hija de Betuel hijo de Milca, el cual ella dio a luz a Nacor. 25Y añadió: También hay en nuestra casa paja y mucho forraje, y lugar para posar. 26El hombre entonces se inclinó, y adoró a Jehová,  (Gén. 24:21-26)

Notemos que este siervo simplemente se para allí asombrado. Y se pregunta si esta es la señorita para Isaac, y si Dios le está guiando, o no. Y llega a la conclusión de que el Señor le está guiando. Cuando se entera de su familia y se da cuenta de que es la hija del hijo de Nacor, y que Nacor es el hermano de Abraham, entonces ve la mano de Dios guiándole en todo. ¡Verdad que es maravilloso tener la guía y la dirección de Dios!  Y el versículo 27 dice:

27 y dijo: Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad, guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo.  (Gén. 24:17)

Amigo oyente, el Señor guía a los que se encuentran en Su camino, es decir, a los que están en el camino de Dios. Desean ser guiados por el Señor, y harán lo que Él quiere que hagan. Los versículos 28 al 30, dicen:

28 Y la doncella corrió, e hizo saber en casa de su madre estas cosas. 29Y Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, a la fuente. 30Y cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: Así me habló aquel hombre, vino a él; y he aquí que estaba con los camellos junto a la fuente.  (Gén. 24:28-30)

Aquí se nos presenta al hermano Labán, el hermano de Rebeca, y más adelante este hermano, será el tío Labán. Ahora, prestémosle mucha atención a Labán, especialmente de aquí en adelante, porque notaremos que le impresionaron muchísimo las cosas materiales. Vamos a vigilarlo aquí, y de aquí en adelante. Note usted que le impresionaron muchísimo las cosas materiales.

El siervo, simplemente esperaba allí en el pozo para ver si alguien salía para llevarlo a la casa de Rebeca. No sabía si era realmente bienvenido, o no. Y créanos que cuando Labán vio aquellos anillos, sabía que este era un huésped riquísimo, y no estaba dispuesto a perder ningún negocio. Si usted lo duda, pregúntele a Jacob más tarde. Jacob sabía que el tío Labán era un verdadero negociante. El hecho es que fue un mejor negociante que Jacob. Por tanto, Labán aquí sale a dar la bienvenida al huésped rico. Notemos ahora, que el siervo es convidado a la casa de Betuel, padre de Rebeca.  Los versículos 31 y 32, nos dicen:

31 Y le dijo: Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? He preparado la casa, y el lugar para los camellos. 32Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos; y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.  (Gén. 24:31-32)

Notamos aquí, que Labán reconoce el hecho de que hay un Dios vivo, un Creador, y bendice al siervo, y le da la bienvenida. Notemos también, una vez más, la ceremonia de lavar los pies, y que había unos cuantos hombres con el siervo. Ahora, le hospedan en grande a este hombre. El tío Labán atiende eso. Luego, entramos en la historia dramática de cómo este siervo gana a Rebeca, y le ruega acompañarlo a la casa de Abraham. Ahora, el versículo 33 dice:

33 Y le pusieron delante qué comer; mas él dijo: No comeré hasta que haya dicho mi mensaje. Y él le dijo: Habla.  (Gén. 24:33)

Se nos presenta aquí un tipo maravilloso de la relación entre Cristo y la iglesia. Una de las figuras que se usa es que algún día la iglesia será la esposa de Cristo, y esa es la manera por la cual la iglesia es ganada hoy. El Padre y el Hijo han enviado al Espíritu Santo al mundo. El Espíritu Santo de Dios, como el siervo, ha de venir para hablar acerca de otro. Toma las cosas de Cristo, y nos las revela. Como este siervo ha salido a buscar una esposa para Isaac, así el Espíritu de Dios está en el mundo para buscar una esposa para Cristo. Por eso, esta historia es muy dramática y maravillosa.  No queremos perder nada de la emoción de ella.

El siervo de Abraham dice que no puede comer hasta cuando haya contado su misión. Amigo oyente, el Espíritu Santo ha venido al mundo para contarnos de otro, y ese es Su trabajo principal en cuanto a Dios. Sabemos que hay otros trabajos que son muy importantes – el trabajo de nuestro gobierno, el trabajo de publicar las noticias, las grandes corporaciones como las industrias de automóviles, aviones, etc., todos estos son grandes trabajos y son importantes. Pero, para ser francos, amigo oyente, esa no es la razón por la cual Dios continúa tratando con el mundo. No continúa tratando con el mundo por causa de la compañía Ford, ni por causa del gobierno. Eso no es lo principal en el cielo. Y el mercado de valores no es de gran interés en el Cielo. Lo principal en cuanto a Dios es proclamar el Evangelio. Este siervo ni quería comer antes de dar su mensaje. El Espíritu de Dios está aquí, amigo oyente, para darnos un mensaje. Ahora, el versículo 34, dice:

34 Entonces dijo: Yo soy criado de Abraham  (Gén. 24:34)

Notemos que no da su propio nombre. Ahora, el Señor Jesús dijo que cuando el Espíritu Santo viniera, no hablaría por Su propia cuenta, sino que hablaría las cosas de Cristo y nos las revelaría a nosotros.   A propósito, ¿cuál es el nombre del Espíritu Santo?   No tiene nombre, ¿verdad?  No viene para hablar de Él mismo, sino que viene para hablar de otro, y ese otro, es Cristo Jesús.   Bien, amigo oyente, nuestro tiempo se ha terminado y tenemos que detenernos aquí.  Continuaremos hablando sobre este mismo asunto, en nuestro próximo programa.  Será, pues, hasta entonces, ¡que el Señor le bendiga es nuestra ferviente oración!

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