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Conclusión: El verdadero Jesús, encontrado

Conclusión. El verdadero Jesús: Encontrado

No hace mucho tiempo, Craig A Evans decidió que ya había sido suficiente. Con santa indignación, se determino a poner en evidencia a toda esa erudición que con falta de prolijidad ha confundido al público, dibujan­ do cuadros distorsionados de Jesús en años recientes.

 Que eso proviniera de alguien de un calibre tan impresionante como el de Evans, resultaba muy significativo. Pocos de los eruditos sobre el tema de Jesús son tan reconocidos universalmente por liberales y conservadores como Evans, que es el distinguido profesor de Nuevo Testamento, director del programa de graduados de Acadia Divinity College, en Canadá, y el primer experto al que entrevisté en mi búsqueda del verdadero Jesús.

Evans movió la cabeza con descreimiento al considerar las presentes controversias que giran en torno a Jesús: si era un gnóstico, si simuló su muerte, si son confiables los cuatroEvangelios, si se cuenta con mejores fuentes acerca de su vida que el Nuevo Testamento, si existe una gran conspiración para ocultar la verdad, si Jesús en realidad existió alguna vez.

-Con toda certeza, nadie en sus cabales promovería semejantes teorías -me dijo-. Era seguro que ninguna editorial creíble las imprimiría. Sin embargo, todo eso sucedió (Craig A. Evans, Fabricating Jesus: HowModern Scholars Distort the Gospels, InterVarsity, Downers Grove, Ill., 2006, p. 15)

Evans conocía el alcance de las evidencias históricas. Estaba bien consciente de cuáles eran las conclusiones a las que estas evidencias conducían racionalmente y cuáles no. Y se horrorizaba por lo que leía en algunos libros populares acerca de Jesús.

-Vivimos en una época extraña que consiente, y aun alienta, algunos pensamientos de lo más extraños -escribía en Fabricating Jesus: How Modern Scholars Distort the Gospels [Fabricando a Jesús: De qué manera los eruditos modernos distorsionan los Evangelios]-. Encuentro particularmente perturbadora toda esa cantidad de tonterías que provienen de algunos eruditos. Esperaríamos una pseudo erudición de tabloide de parte de estos charlatanes, pero no de parte de los eruditos que enseñan en instituciones respetables de estudios superiores.

No obstante, lo que encontró fueron teorías fantásticas que iban más allá de las evidencias, distorsiones o descuidos en el manejo de los cuatro Evangelios, sospechas mal orientadas, métodos críticos excesivamente rigurosos, textos cuestionables de siglos posteriores, anacronismos, afirmaciones exageradas, e «historias melodramáticas»; todo eso resultó en «la fabricación de toda una colección de pseudo Jesuses».

Resumiendo, lo que dijo fue:
-Se cometió casi todo error imaginable. Algunos pocos autores han cometido casi todos ellos.

Un coro de críticas

Evans no fue el único en hacer esta evaluación. Muchas otras luminarias expertas en el Nuevo Testamento también comenzaron a condenar públicamente la manera en que los lectores resultan embaucados a través de imágenes de Jesús que no tienen sustento. James  H.  Charlesworth,  profesor  de  Lenguaje  y  Literatura  del  Nuevo  Testamento  en el Seminario Teológico Princeton, y experto en Jesús en relación con los rollos del Mar Muerto, desprecia «la tontería mal informada que ha confundido al público lector en estos últimos años». James D. G. Dunn, profesor  emérito de la Universidad   de  Durham   en  Inglaterra,  estuvo de acuerdo en ello. «La búsqueda  del Jesús histórico  se ha  visto  descaminada   seriamente por  mucha  de  esa  erudición  barata,  y  distorsionada hasta  casi no poder  reconocérsela  debido a la pseudo erudición reciente», señaló.

Igualmente firme se mostró John P. Meier, profesor de la Universidad de Notre Dame, y autor de una obra sobre Jesús, escrita en varios volúmenes y muy bien acogida. El dijo: «Ya hace algunas décadas que el público desprevenido viene siendo sometido a dudosas afirmaciones académicas con respecto al Jesús histórico, las que están apenas por encima de las novelas sensacionalistas».

Gerald O'Collins, profesor emérito de la Universidad Gregoriana en Roma lanzó una advertencia con respecto a las «afirmaciones sensacionalistas hechas sobre Jesús, que muy pronto demuestran estar basadas en simples deseos del pensamiento». Gerd Theissen, pro­ fesor de la Universidad de Heidelberg, se la­ mentó por «los enfoques sensacionalistas modernos con que se encaran las investigaciones sobre Jesús, los que no están a la altura de la investigación académica» (Las citas de Charlesworth, Dunn, Meier, O'Collins y Theissen fueron tomadas de las páginas de inicio no numeradas del libro de Craig A. Evans, Fabricating Jesus: How Modern Scholars Distort the Gospels).

«Los lectores deberían  tomar  conciencia de lo asombrosas que son las nuevas afirmaciones que se hacen acerca de Jesús o de sus primeros seguidores, basándose en evidencias endebles», advirtió el profesor de Nuevo Testamento Ben Witherington III (Ben Witherington III, What Have They Done with Jesus?, HarperSanFrancisco, San Francisco, 2006, p. l). Agregó que lamentablemente los norteamericanos se han mostrado «propensos a escuchar declaraciones sensacionalistas... aun cuando haya muy poca o ninguna evidencia sólida que sustente tales conjeturas».

Dar  respuesta a los desafíos

Finalmente,  ninguna  de  las  aseveraciones sensacionalistas con respecto a Jesús que yo
he investigado resultó ser una situación comprometida. Una por una, fueron sistemáticamente desmanteladas por los eruditos que apoyaban su postura, no en juegos de prestidigitación verbal ni en especulaciones, sino en los hechos, en la lógica y en las evidencias

  • ¿Un Jesús gnóstico? No, los textos místicos que nos quieren vender dentro de los círculos liberales son demasiado tardíos para resultar creíbles históricamente. Por ejemplo, el Evangelio de Tomás fue escrito luego del año 175 d.C., y probablemente más cerca del año 200. Según el eminente erudito en Nuevo Testamento l. Howard Marshall, de la Universidad de Aberdeen el Evangelio de Tomás «no arroja ningu: na luz nueva o significativa sobre el Jesús histórico» (Craig A. Evans, Fabricating Jesus: How Modern Scholars Distort the Gospels, páginas del inicio,  no  numeradas).  La representación gnóstica de Jesús como alguien que revela conocimientos ocultos (incluyendo la enseñanza de que todos nosotros ya tenemos la luz divina que él había encarnado) no tiene ninguna conexión con el Jesús histórico.
  • El Jesús citado erróneamente? No, no hay nuevas revelaciones que arrojen dudas sobre la confiabilidad esencial del texto del Nuevo Testamento. Solo un uno por ciento de las variaciones del manus­ crito afectan el sentido del texto en algún grado, y no hay una sola de las doctrinas fundamentales que se vea comprometida. En realidad, la riqueza incomparable de los manuscritos del Nuevo Testamento realzan en gran manera la credibilidad del retrato que brinda la Biblia de Jesús.
  • ¿El Jesús que fracasó? No, Jesús logró cumplir con todas las profecías mesiánicas que debían cumplirse antes de la caída del templo judío en el año 70 d.C. Por lo tanto, si Jesús no es el Mesías anunciado, entonces nunca habrá uno. Lo que es más, el cumplimiento de estas profecías dentro de un marco de tiempo dado nos lleva a concluir racionalmente que Jesús cumplirá con las profecías finales cuando llegue el tiempo.
  • ¿El Jesús no crucificado? No, la evidencia histórica (tanto del Nuevo Testamento como de fuentes extra bíblicas) confirma claramente que Jesús estaba muerto cuando lo bajaron de la cruz. A la afirmación del Corán acerca de que Jesús no fue ejecutado, sencillamente le falta credibilidad histórica.
  • ¿El Jesús difunto? No. Se podría presentar un caso convincente en cuanto a que Jesús resucitó de los muertos a través de cinco hechos que presentan buenas evidencias y que la mayoría de los eruditos en el tema hoy (incluso los escépticos) aceptan como verdaderos: Jesús fue muerto por medio de una crucifixión; sus discípulos creían que él había resucitado y se les había aparecido; la conversión de Pablo, el perseguidor de la iglesia; la conversión del escéptico Santiago, que era medio hermano de Jesús; y la tumba de Jesús que se halló vacía (En tanto que hay un consenso casi universal entre los eruditos (incluyendo a los escépticos) con respecto a los cuatro primeros hechos, alrededor del setenta y cinco por ciento afirman el hecho de la tumba vacía, según el sondeo de Habermas sobre más de 2.200 artículos de eruditos en la resurrección escritos durante los últimos treinta años en alemán, francés e inglés.). La mejor explicación en cuanto a estos hechos es que Jesús realmente fue vencedor sobre la tumba.

Seguir al único Jesús

No solo se ha desenmascarado a estos cinco retratos como falsos, sino que mi trayectoria investigativa produjo un poderoso caso afirmativo en cuanto a la confiabilidad de los cuatro Evangelios, del cumplimiento por parte de Jesús de los anuncios proféticos, y de su resurrección. Para mí constituyó una confirmación más de que la tradicional perspectiva de Cristo está ampliamente sustentada por un fundamento firme de hechos históricos.

Además, ¿recuerdan la historia que les conté en la introducción acerca del científico que me desafió presentando fuertes objeciones a la comprensión que yo tenía sobre Jesús? El resto de la historia es esta: Salí e investigué cada uno de sus cargos, solo para descubrir una y otra vez que estos se desintegraban a la luz de los datos históricos.

Como vino a resultar, el verdadero Jesús es Aquel que ha sido adorado durante dos mil años: es el unigénito Hijo de Dios que se sacrificó en la cruz en pago por nuestros pecados y que ofrece perdón y vida eterna como un don gratuito que no podríamos obtener por nosotros mismos. Esas son las «buenas nuevas», o evangelio, que se puede resumir en tres versículos que se conocen como el Camino Romano. Romanos 3:23: «Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios». Romanos 6:23: «Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor». Y Romanos 10:13:«Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».

Algunas personas  titubean en cuanto a recibir a Jesús como su perdonador y líder porque creen que él puede demandarles demasiado. Y la verdad es que él nos demanda todo. C. S. Lewis dijo:

El camino  cristiano  es diferente: más duro y más fácil. Cristo dice:
«Entrégame todo. Yo no quiero una cierta cantidad de tu tiempo, ni una parte de tu dinero ni un porcentaje de tu trabajo; te quiero a ti. No he venido a atormentar a tu hombre natural sino a matarlo. La mitad de ninguna cosa sirve... Entrégame todo tu ser natural, todos los deseos que piensas que son inocentes y todos los que consideras malvados: el conjunto total. Yo te daré un nuevo ser a cambio. En realidad, lo que te entregue será a mí mismo: mi voluntad se convertirá en la tuya» (C. S. Lewis, Mere Christianity, edición revisada y ampliada, HarperCollins, Nueva York, 2001, pp. 196-197).

Esa clase de entrega puede causarnos temor. Pero si Jesús realmente es Dios (si realmente se sacrificó a sí mismo para que nosotros pudiéramos ser perdonados y quedáramos libres de experimentar su amor para siempre) entonces, ¿por qué deberíamos titubear en cuanto a entregarle el todo de nosotros a él? ¿Quién podría ser más digno de confianza que alguien que puso su propia vida para que otros pudieran vivir?

Eso es lo que Jesús ha hecho. No hay en cuanto a él duda de ningún tipo. Dijo el escritor Don Everts: «Jesús era por completo diferente, y nuevo, y sorprendente».

Había algo tan claro, hermoso, verdadero. único y poderoso en Jesús, que los rabinos ancianos se maravillaron de sus enseñanzas, los niños corrieron a sentarse en su regazo, las prostitutas avergonzadas se encontraron llorando a sus pies, pueblos enteros se reunieron para escucharlo hablar, expertos en la ley se quedaron sin poder articular palabra; y la gente, tanto los pobres como los que pertenecían a la ruda clase trabajadora y aun los que eran increíblemente ricos, lo dejaron todo... para seguirlo (Don Everts, Jesus with Dirty Feet,InterVarsity, Downers Grove, Ill., 1999, pp. 26-27).

Este es el verdadero Jesús, que siempre ha estado vivo y saludable; y plenamente disponible para «todo el que invoque el nombre del Señor».

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