WASHINGTON,- Era diciembre de 1946, como los duros vientos de invierno en Baltimore aullaban fuera de la antigua sala de comedor en donde Patricia Noel de doce años se sentaba luchando por contener las lágrimas que se levantaban dentro de ella. Se sentía abandonada y sola en el mundo, mientras traba de contener el dolor que la vida le había infringido a su frágil corazón de una una chica tan joven.