La Iglesia católica de Australia ocultó durante décadas los abusos sexuales a menores de edad cometidos por miembros de la congregación eclesiástica. El cardenal George Pell, uno de los ocho cardenales elegidos por el papa Francisco para el asesoramiento en la reforma de la administración de la Iglesia, reconoció en el Parlamento del estado de Victoria que la institución australiana encubrió a varios sacerdotes pedófilos, aunque negó su participación en dichas ocultaciones.