El Vaticano afirmó en Naciones Unidas que no existe excusa posible para los casos de explotación y violencia contra niños, al tiempo que enfatizó que existen responsables de abusos "en todas las profesiones, incluso entre miembros del clero y personal de la Iglesia".
El exsacerdote Patrizio Poggi denunció que un grupo de obispos organizaron una red de explotación sexual infantil al "comprar los servicios" de niños por 150 a 500 euros para ofrecerla a los clérigos. Señaló que los encuentros se realizaban en las iglesias del norte de Roma (capital italiana).