Cuando el capellán lee lo invitó a cenar fuera de la escuela, Alférez P. pensó que era un honor, los oficiales no suelen socializar con los estudiantes de la academia. De hecho, se trataba de una emboscada.
Lee llevó al cadete después de la cena, le sirvió rondas de cerveza y whisky, y luego comenzó a quitarle los pantalones. Testificando en voz baja en un tribunal militar a principios de este mes, Alférez P. dijo que el capellán le practicó sexo oral. A pesar de que le pidió al capellán que parara, por unos momentos terribles se sentía demasiado aturdido para moverse: "este es un hombre que conoce todos mis secretos más oscuros."
Mas de 2,700 capellanes militares ministran a los soldados y cadetes estadounidenses en las bases de todo el mundo. Al igual que entre los psicólogos y sus pacientes, la dinámica entre los capellanes y los hombre y mujeres que aconsejan suele estar marcado por un desequilibrio de poder.
Lo capellanes, a menudo, superan en cuanto a rango a las personas que acuden a ellos en buscar de ayuda y ejercen un autoridad que, en el caso de Lee, puede ser explotada. Durante 11 años en las fuerzas armadas, Lee abusó sexualmente de al menos tres hombres, según su propia confesión (los tres fueron identificados en la corte solo por su rango y una inicial). Un juez en la Base Naval Quantico en Virginia, este mes, lo condenó a 12 años de prisión y fue dado de baja del ejército sin paga ni beneficios (bajo un acuerdo entre parte, servirá sólo dos años tras declararse culpable). En un giro inquietante, Lee es VIH-positivo y admite haber retenido esa información incluso de los hombre con los que tuvo sexo consensual.
Pero mientras que la gran mayoría de los capellanes ministran correctamente, Lee no es el único pecador. De acuerdo con documentos de la corte y un archivo publicado recientemente por el el grupo de Responsabilidad Obispal, hasta 60 capellanes militares han sido condenados o por lo menos están fuertemente sospechados de haber cometido abusos sexuales en las últimas cuatro décadas, a veces en contra de hijos del personal militar.
Sus casos son un acto secundario para el escándalo más amplio de los sacerdotes en la Iglesia Católica que abusan sexualmente. Pero puede haber una correlación. En varios de los casos que involucran capellanes católicos examinados por la revista Newsweek, estos capellanes tenían denuncias en su contra de abuso sexual en sus iglesias antes de unirse a los militares, pero nunca fueron llevados a la atención de los militares. "He visto muchos casos en los que se aconseja o se les permite entrar al ejército y su propio obispo no reveló que había algo sospechoso en el pasado de los hombres," dice Thomas Doyle un sacerdotes dominicano y ex capellán de la Fuera Aérea.
Doyle podría ser la fuente de mayor conocimiento del país sobre los escándalos sexuales de sacerdotes. A mediados de la década de los 80, fue coautor de un informe interno de la iglesia sobre sus problemas de abuso sexual, y desde entonces ha servido como testigo experto en docenas de casos, entre ellos el de Michael Miglini de Dallas. Miglini describe haber sido violado cuando tenía 14 años por un capellán militar que había servido previamente como el pastor de su iglesia y se mantuvo amigos con la familia. Después de recibir terapia en la universidad, Miglini presentó una demanda civil que eventualmente se llego a un acuerdo, en contra de la Diócesis de Dallas, el Vicariato Militar y el capellán. En el proceso, su abogado descubrió denuncias presentadas contra el capellán por otros miembros de la iglesia que el ejército dice que nunca vio.
Para algunas víctimas, puede tardar años en darse cuenta que fueron abusados. Susan Loomans era un cadete con problemas que atendía a la Academia de la Fuerza Aérea en Colorado cuando buscó ayuda de un capellán católico. En su primera reunión en 1985, el capellán consiguió que se sentara en su falda. (Loomans y Miglina están entre las pocas víctimas que hablan públicamente sobre su terrible experiencia; la mayoría no son nombrados en los documentos judiciales). En cuestión de semanas, dice, que la había convencido a participar en una relación sexual que duró casi dos años. La mayoría de la veces, Loomans pensaba que lo que tenían era una relación ilícita. No fue hasta que regresó a la Academia como profesora, y vio cuan vulnerable son los cadetes de primer año, que se dio cuenta de que el había manipulado la diferencia de poder.
Hasta el momentos, no hay indicio de que Lee, de 42 años, había cometido algún abuso sexual antes de entrar al servicio activo en 1996. Susan Gibbs, portavoz de la Arquidiócesis de Washington, DC, donde se desempeño como pastor asociado, dice que ninguna iglesia a sabiendas refiere a abusadores sexuales al ejército. "Bajo las políticas de prácticamente todas las diócesis, tendrían que dar fe de que alguien está en buen estado y puede servir como sacerdote," dice Gibbs a Newsweek. Es el tribunal, Lee dijo poco sobre su pasado, pero explico por qué una de sus víctimas, Cpl. M., sucumbió a sus avances. "Se sintió intimidado por mi rango y posición", dijo el capellán. Pero Cpl. M. también se sintió enojado. En cuestión de semanas, el informó el incidente a oficiales en Quatico, quienes arrastraron a Lee a la cárcel.