El 31 de marzo de 2013, en la asamblea comunitaria de los grupos de autodefensa en Ayutla de los Libres, Mario Campos declaró: “Llevamos varios años organizándonos, preparándonos, y en este momento tan delicado que vive la nación y ante el descrédito de las autoridades, hemos decidido movilizarnos. No es una llamarada de petate”.
El cura, quien oficia misa en la comunidad de Xalpaltláhuac, en la montaña de Guerrero, encabezó las asambleas y la toma de protesta de cuatro nuevos coordinadores y cuatro comandantes regionales de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).
Asimismo, bajo las órdenes del párroco, los representantes de las comunidades votaron por un coordinador de origen tlapaneco, uno mixteco, un mestizo y una mujer para garantizar un espacio para el género femenino. Los asistentes del religioso afirmaron que ya hace varios días que este no aparece para oficiar misa y su lugar es ocupado por otros curas de esta región del territorio guerrerense.
Además de mentirosos, ladrones, hipócritas y engañadores, disfrazados de bondadosos con sus místicos atuendos, solo faltaba, para colmar la copa, que también hubiesen curas guerrilleros. Lo único que hace esa religión en todo el mundo es matar, robar y destruir.