“Contando con el asesoramiento de estudiosos especializados, se desprenden dudas acerca de la culpabilidad” de Grassi, señaló el Obispado de Morón en un escrito emitido un día después de que el cura fuera enviado a una prisión común.
De acuerdo con la estructura católica, el Obispo de Morón equivale al “jefe” del sacerdote pedófilo, por lo que la posición de esta diócesis era esperada e incluso exigida por diversos sectores.
“Con preocupación hemos seguido los acontecimientos que terminaron con la encarcelación del P. Julio César Grassi”, indicó el comunicado en el que las autoridades eclesiásticas desestimaron el “peligro de fuga” del sacerdote como pretexto para detenerlo.
En ese sentido, el Obispado recordó que Grassi residió durante mucho tiempo en la vivienda que declaró como su domicilio personal desde que comenzó el juicio.
“Por tales motivos este Obispado, antes de dar una opinión al respecto, decide esperar a que haya una sentencia firme, para dar inicio a los procesos canónicos correspondientes”, agregó.
También precisó que, conforme al derecho canónico, la Iglesia le aplicó al cura la medida disciplinaria de la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal, hasta tanto se resuelva de manera definitiva esa situación.
Agregó que la Santa Sede recibió ya los pormenores de la investigación y un informe de este proceso que ha conmocionado a la sociedad.
El lunes, Grassi fue llevado a prisión, lo que puso fin a una inédita situación de privilegio, ya que a pesar de que fue condenado en 2009, gozaba de “libertad vigilada” gracias a una serie de argucias legales de sus abogados.
El caso desató una fuerte polémica en la que se involucró la presidenta de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien este martes exigió a la Iglesia católica la expulsión del sacerdote.
“Me da vergüenza que a un pedófilo como Grassi se le diga padre o sacerdote. No es justo para con los sacerdotes honestos que luchan y pelean contra esta lacra dentro de la misma Iglesia”, señaló. Por otra parte, el hermano del cura, Juan José Grassi, manifestó su indignación y aseguró que el caso se convirtió en un “circo romano”, en un espectáculo “donde están viendo sufrir a una persona y atrás toda una obra.
Es toda una causa inventada”. Lamentó que la condena se haya dictado a partir de “una palabra de un chico que ahora disfruta una vida libre”, es decir, uno de los menores que denunció el abuso.