Desde la caída del hombre en el huerto del Edén la humanidad necesitaba un Redentor. Un sacrificio con sangre que no tuviera mancha de pecado, lo cual sólo podía ser satisfecho en la persona de un solo Hombre, del Señor Jesucristo. Por lo tanto, es de suprema importancia que reconozcamos la trascendencia que tiene la última semana de la vida del Señor y su sacrificio. Ha sido y siempre será imposible que una persona pueda ser salva por sí misma. Nadie puede ser salvo por sus buenas obras. Necesitamos el sacrificio del Señor a fin de poder tener vida eterna en el cielo. Jesús fue ese sacrificio y su muerte como el Cordero de Dios fue profetizada ya desde Génesis 3:15, cuando Dios le dijo a la serpiente, la simiente de Satanás: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar” (Génesis 3:15).
Entre las muchas cosas que separan al Cristianismo bíblico de todos los otros sistemas de creencia religiosa, hay dos verdades que se destacan a mi parecer como muy significativas. La primera es que nuestro Dios y Creador infinito se ha comunicado directamente con nosotros, sus creados seres finitos, a través de Su palabra — la Biblia.
"Bendice, alma mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre." (Salmo 103:1).
¿Qué significa "Bendecir al Señor"? ¿Qué significa "bendecir"? Este último término es un poco más fácil de definir que el anterior, pero cuando se trata de definiciones, especialmente de los términos que se refieren a las Escrituras, me gusta ver cómo el Diccionario de Webster 1828 lo define. Casi todas las explicaciones dadas allí para "bendecir" y "bendito" incluyen ejemplos basados en la Biblia (Génesis 2:3; 28:3; Deuteronomio 15:4; 33:11; Salmo 103:1; Jeremías 4:2; Lucas 9:16; Revelación 14:13).
“Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado. Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto; él dirá: No sé leer.” (Isaías 29:11-12).