Durante casi un mes un cronista de Panorama -revista editada por Mondadori, la editorial del premier italiano, Silvio Berlusconi-, se infiltró en el ambiente gay de Roma y así descubrió una realidad inédita: la de los sacerdotes que de noche participan de fiestas con acompañantes de sexo masculino, tienen relaciones sexuales con compañeros ocasionales, y frecuentan chats y reuniones gays.
Panorama describe especialmente tres casos: el de Paul, el de Carlo y el de Luca, nombres ficticios para proteger la identidad de los sacerdotes en cuestión. El primero es un francés de unos 35 años que el cronista del semanario se encontró la noche del viernes 2 de julio en una fiesta gay de un local del barrio de Testaccio.
Durante esa velada, en la que participaban dos "escorts" varones que bailaban semidesnudos con el cura y con otros invitados (practicando luego sexo con algunos de ellos), se encontraba Carlo, el segundo cura, un italiano de entre 45 y 50 años. Esa noche, según el relato en primera persona de Panorama, terminó en la casa de Paul, donde un cómplice del cronista le pide al cura que le permita ponerse la sotana y luego mantiene una relación sexual con él, la que filmada por una cámara oculta.
La noche siguiente, Paul y Carlo citaron al cronista de Panorama junto a su compañero en el Gay Village de Roma. En esta ocasión, Carlo desapareció y apareció varias veces: luego explicó que se vio obligado a hacerlo para evitar encontrarse con otras personas que conoce, otros curas o seminaristas. La noche terminó también con sexo, siempre filmado por la cámara oculta.
En otra oportunidad , Carlo invitó al cronista a un restaurante del centro de Roma, frecuentado según él por varios sacerdotes homosexuales. En la mesa de al lado se había ubicado una pareja: uno de ellos también es sacerdote y el otro, su novio.
"Carlo cuenta que ha descubierto sus verdaderas tendencias sexuales hace tres años al entrar en el giro romano y frecuentando a otros sacerdotes. Jura que al menos el 98% de los curas que conoce es homosexual y que los demás reprimen su sexualidad: los más frustrados serían los que exhiben hábitos decorados con encajes", escribió el cronista de Panorama. "Dice que en la Iglesia de hoy, hay una parte 'intransigente' que se esfuerza en no mirar la realidad, y otra más 'evangélica' que reconoce y acepta el fenómeno de los curas gays", agregó.
Al finalizar la cena, Carlo llevó al cómplice de Panorama a su departamento y tuvo una relación con él, también filmada por una cámara oculta. El cronista, por otra parte, filmó a Carlo mientras celebraba misa en una iglesia.
El tercer cura, Luca, también italiano, de 25 años, fue hallado por la revista a través de un chat homosexual en Internet . Hecho el contacto, Luca mantuvo una relación con el cómplice del cronista en su habitación del barrio de Trastevere, frente a una iglesia misionera católica.
"Después de la relación sexual, Luca abre su ropero y muestra sus hábitos sagrados [...]. Mientras acompaña hasta la puerta al amante ocasional le pregunta si quedó satisfecha su curiosidad de 'tener relaciones sexuales con un cura'. Luca cuenta que por lo general ocurre lo contrario: después del cortejo en chat, cuando dice que es cura muchos se escapan".
El escándalo atravesó todos los medios de prensa italianos y los comentaristas realizaron todo tipo de especulaciones acerca de la intencionalidad de la revista del grupo editorial del primer ministro.
El Vicariato de Roma reaccionó frente al artículo de la revista italiana "Panorama" referido a la vida nocturna de sacerdotes supuestamente homosexuales en la capital de ese país. En una nota -difundida en las últimas horas de ayer- la diócesis afirmó que los sacerdotes homosexuales por coherencia deberían revelarse, ya que "nadie los obliga a seguir siendo curas".
El reportaje detalla tres casos de religiosos que frecuentan locales nocturnos y mantienen relaciones con taxi boys y amantes ocasionales contactados en internet. La diócesis, en su sitio de internet, afirmó: "nadie les desea el mal, pero no podemos aceptar que a causa de su conducta se perjudique la honorabilidad de todos los demás miembros del clero".
"Quienes conocen la Iglesia, donde viven varios centenares de curas provenientes de todo el mundo -que estudian en sus universidades pero no forman parte del clero romano ni están empeñados en su pastoral- no se reconocen para nada en la conducta de estos que no han comprendido lo que es el sacerdocio", añade el texto.
No obstante, los altos mandos católicos también criticaron a la investigación periodística, y dijeron que su finalidad es desacreditar. Ayer, el escándalo sacudió a la Iglesia. La polémica surgió por la doble vida que, al parecer, algunos sacerdotes y seminaristas llevan en Roma: de día, visten la sotana; de noche, se desmelenan en los locales gays. Eso es, al menos, lo que se aseguró en la publicación.
El semanario (propiedad de Silvio Berlusconi a través del grupo Mondadori) dio a conocer un reportaje bajo el título "Las noches locas de los curas gays", en el que revela la supuesta vida falsa de "numerosos" religiosos. La investigación -según se consigna- fue realizada por un periodista que durante 20 días, y con la ayuda de un cómplice homosexual, se dedicó a recorrer los sitios gays con una cámara oculta.
Segun "Panorama", el reportero descubrió que, a pesar de que el catolicismo prohíbe que los gays sexualmente activos ingresen en las órdenes religiosas, la realidad sería otra. Para demostrarlo, la revista cuenta el caso de tres sacerdotes. El más llamativo es el de Paul, un cura francés de 35 años.
El hombre -siempre según el artículo- conoció al periodista y a su secuaz en un boliche alternativo. Tras unos tragos, los invitó a su casa. Allí, el párroco y el ayudante mantuvieron relaciones sexuales, oportunamente grabadas con la cámara.
El segundo religioso, Luca, un italiano de 25 años, es hallado a través de un chat homosexual en internet. Hecho el contacto, Luca mantiene una relación con el cómplice en su habitación, frente a una iglesia misionera católica. El tercero puesto en evidencia es Carlo (todos los nombres son ficticios). Este invita al cronista a un restaurante frecuentado, según él, por varios sacerdotes homosexuales.