Como bien sabemos, el próximo 22 de octubre de 2015 entrará en vigencia oficialmente en Chile, la ley N° 20.830 que rige el “Acuerdo de Unión Civil”, que incluye a parejas del mismo sexo. En el marco de esta noticia, homosexuales y lesbianas no se dejaron esperar en manifestar públicamente su alegría, y algunos ya reservaron hora para efectuar la ceremonia que “legaliza” su actual convivencia homosexual. Así fue como el afamado periodista de espectáculo Ítalo Passalacqua y su novio de hace 33 años, Patricio Herrera, se convirtieron en rostros del acuerdo que otorga los mismos derechos y deberes que el matrimonio -a excepción de la adopción- a parejas del mismo sexo (Fuente: El Mercurio Julio, 2015)
Además, se sumó a ello otro líder de opinión a favor de esta ley; el escritor Pablo Simonetti, quien dijo: “…”Creemos que ése es el próximo paso para las parejas, para que haya plena igualdad, y que podamos optar a la adopción de hijos a través de la institución matrimonial” (Fuente: Radio Cooperativa Julio, 2015)
Para nadie es un misterio que esta ley viene en desarrollo desde hace varios años atrás, y que ha pasado por las mentes y los análisis de los gobiernos y legisladores de ambos “bandos”, incluyendo aquellos que se dicen cristianos, por lo tanto, no es un asunto del gobierno A o B, sino que del cumplimiento de los tiempos profetizados por nuestro Señor Jesucristo.
En lo personal, no puedo entender cuando líderes evangélicos y miembros de iglesias hacen y hablan parcialidades defendiendo a uno u otro color político, perdiendo toda perspectiva bíblica respecto a los hechos que estamos presenciando y que además vendrán en el futuro. Lo que está ocurriendo ya estaba previamente dicho por la infalible Palabra de Dios, y nadie lo podrá evitar (Comp. 1 Tesalonicenses 5:20)
Amados hermanos, nuestra perspectiva ha de ser bíblica y solo bíblica. A propósito de esto, con mucho asombro escuche una vez a una persona que decía, que lo que estaba ocurriendo respecto al avance de las leyes pro aborto, homosexualidad, legalización de la marihuana, etc., era de responsabilidad de la iglesia, al no “tomar su lugar” dentro de la sociedad, y que era tiempo de conquistar los poderes temporales para revertir esto. La verdad que esta postura aunque noble, no es bíblica. No obstante, todas las religiones convergen en esta misma idea utópica que no tiene sustento en lo que nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles nos enseñaron. Todo lo que está escrito se cumplirá al “pie de la letra”. Es cierto que la iglesia debe predicar el evangelio y denunciar todo lo que estamos presenciando, pero debemos entender con ello que lo ya escrito, irremisiblemente tendrá su cumplimiento.
El texto selecto de las escrituras que encabeza este artículo, es una profecía que habla claramente de los tiempos que anuncian el inminente regreso del Señor Jesús quien dijo que “…como sucedió en los días de Lot… Así será el día en que el Hijo del Hombre se manifieste”. La pregunta coherente ante este texto es ¿Cómo fueron los días de Lot? El propio Señor Jesucristo describió las actividades de Sodoma donde Lot vivía; “comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; (pero)… llovió del cielo fuego y azufre, y los destruyó a todos”.
Para comprender esta profecía es necesario ir al génesis y estudiar lo que pasaba en esa ciudad y en esa sociedad en la cual moraba Lot. Recordemos que este hombre era “justo”, es decir, Dios lo había justificado para salvación, y solo esta justicia fue la que lo libró del juicio que cayó en aquella ciudad. A juzgar por nuestro corazón, Lot nunca mostró méritos o actitud piadosa como para ser salvo, pero la gloriosa gracia de Dios nos precisa que sí fue salvo por los méritos de aquel que justifica, y eso es suficiente. Nunca hubiésemos pensado que él fue salvo, si el apóstol Pedro no hubiese escrito:
“y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos)” 2 Pedro 2: 7-8
Lot llegó a vivir en Sodoma porque con astucia y visión “comercial” escogió migrar al valle del Jordán cuando se separó de su tío Abram.
“Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová… Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.” Génesis 13:10-12
Sodoma era una ciudad próspera e industrializada; había además diversión, y era una sociedad “vanguardista” en comparación con muchas otras de aquella época. Eso fue lo que atrajo a Lot allegarse allí. La verdad que ha sido el mal endémico de todos los hombres a través de la historia el migrar a países “desarrollados” para surcar exitosamente sus destinos allí. Pero cuando uno es creyente, los parámetros que debemos considerar antes de migrar desde donde El Señor nos puso, deben ser validados y visados previa y cuidadosamente por la Palabra de Dios, y conforme a su voluntad, decidir (Comp. Santiago 4:13-15). A diferencia de Lot, Abram acampó en la tierra de Canaán.
La biblia no deja ninguna duda acerca de la decadencia moral de la sociedad sodomita. A pesar de que allí había prosperidad y desarrollo, la degradación espiritual y moral que evidenciaban los sodomitas era en gran manera. Básicamente, había pecado de homosexualidad, lesbianismo, bi-sexualidad e inmoralidad en general. Pero a ello se le sumaba el carácter de una sociedad sibarita; amante de los placeres (“comían y bebían”), codiciosos; amante del comercio (“compraban y vendían”) y terrenales; amantes de este mundo y de lo que en el hay (“plantaban y edificaban”). A diferencia de esta notable evidencia bíblica que caracteriza a Sodoma, el creyente es un peregrino cuyo único destino es la “patria” de Dios; la por venir (Comp. Filipenses 3:20, 1 Pedro 2:11a)
“Más los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera” Génesis 13:13
El Señor ya había anticipado la destrucción de esta ciudad maldita por causa del pecado, pero antes, y conforme a su misericordia, envió a dos de sus ángeles a rescatar a Lot. Es muy interesante resaltar este patrón que Dios siempre ha mostrado cuando se trata de tiempo de juicio, ya que los justos son sacados fuera antes de que se derrame la ira venidera. Así lo hizo con Noé, con Lot, con Rahab la ramera, y por cierto que lo hará con su pueblo espiritual llamado La Iglesia.
Cuando llegaron a Sodoma los dos ángeles enviados por Dios para rescatar a Lot, y después de que entraron a su casa y comieron con él, hombres de la ciudad, desde el más joven hasta el más viejo, rodearon la casa y llamaban a Lot para que sacase los ángeles para violarlos. La biblia utiliza la palabra “conocer” cuyo significado bíblico es intimar sexualmente (comp. Génesis 4:1, Mateo 1:25). Lo sintomático de este episodio es observar que los que rodearon la casa eran niños, jóvenes y adultos; es decir, vemos que la corrupción era transversal más allá de la edad o clase social, lo que por cierto evidencia elementos que se hacen claramente manifiestos en la sociedad actual, y que coincide con lo que Jesús predijo: “…como en los días de Lot será la venida del Hijo del hombre”. Hoy la corrupción moral está llegando a extremos tan alarmantes que ya estamos padeciendo lo que el mismo Lot vivió quien “…afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de los sodomitas (2 Pedro 2: 7-8).
El lobby internacional que los homosexuales está haciendo en estos últimos tiempos, es sin precedentes. Mientras la consigna que los acompaña es de “las minorías sexuales”, la práctica señala que hay una gran mayoría aún oculta entre las sombras, y que a su debido tiempo saldrán de allí para evidenciar su desvío. No hay color político que no acepte el “guiño” de los homosexuales, ya que existe allí un universo de votos muy importante para las próximas elecciones; y como a los políticos solo les importa el poder, saben muy bien como arrimarse a las mayorías. Por lo tanto, y consonancia con la profecía de Cristo para los últimos tiempos, va a haber una explosión de homosexuales desde “el más joven hasta el más viejo” que reclamará sus derechos y aún, rodearan las casas de los justos y de aquellos que se oponen a este avance desenfrenado de la corrupción moral. Hoy a toda persona que hable en contra de los homosexuales, lesbianas, transexuales u otra degeneración, es tildada de retrógrada, anacrónica, homofóbica, intolerante o de “mente cerrada”. En otras palabras, para ser aceptado como persona tolerante, vanguardista, inclusiva, solidaria y progresista, primero se debe eliminar la biblia y segundo, se debe relativizar la verdad.
Pero la biblia es clara al respecto. Dios llama a la homosexualidad como pecado y no hay relatividad o negociación en esa sentencia. Este pecado que rebosaba en Sodoma, es una desviación del género y por lo tanto configura una degeneración (comp. Romanos 1: 24-27). No es posible aceptar la homosexualidad como algo “normal” a la luz de la infalible Palabra de Dios. De ahí que todo homosexual aborrece a Dios y a su Palabra. De ahí que el mismo vocero de ellos es quien dice: “…no legislar con la biblia sobre el escritorio”. Al igual que en la sociedad actual, la gran mayoría de los habitantes de Sodoma aborrecían la luz y no venían a la luz porque sus obras eran malas (comp. Juan 3: 19), y solo un solitario Lot era quien afligía su alma habitando en medio de esa sociedad.
A miles de años después de esa generación, podemos contemplar los mismos ingredientes en medio de nuestra sociedad; la gran mayoría sumándose a la degeneración sexual y aborreciendo la verdad, mientras que una minoría elevando la Palabra de Dios como única referencia de conducta y de fe. La fuerte presión de los homosexuales y los “logros” legislativos que en todo el mundo les están favoreciendo, solo configura el escenario que anuncia con certeza el inminente regreso de nuestro Señor Jesucristo, porque lo queramos o no, la profecía se cumplirá; así como él no perdonó a Sodoma, tampoco lo hará en este generación.
Que la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos ayude a mantenernos firmes y sin fluctuar, afligiendo nuestra alma cada día en medio de una sociedad que recibirá el justo juicio de Dios en el día su ira. Que así sea, amén.
Info: www.spgchile.org