Entre los imputados hay 15 militares retirados, 16 ex policías, seis ex gendarmes, dos civiles y un capellán en actividad de la Iglesia Católica: José Mijalchyk, el “padre Pepe”. “El cura hizo oraciones en latín con tonada tucumana”, lo recordó el jueves el testigo Santos Juárez, que estuvo veinte días secuestrado en Arsenales.
El cura José Eloy Mijalchyk, entre las tareas, se tomó el trabajo de persuadir a los prisioneros para que colaborasen con sus captores, les pedía que diesen la información que ellos tanto buscaban.
Presenció sesiones de tortura. Colaboró con el régimen llenando planillas de inteligencia con datos de sus vecinos.
Tal vez en agradecimiento, Mijalchyk pasó a ser capellán del Ejército y muchos años después, en 2006, cuando las investigaciones judiciales comenzaron a cercarlo, el papa Benedicto XVI lo premió con el título de prelado de honor.
Al cura Mijalchyk –que el año pasado consiguió la libertad con una fianza pagada por el obispado tucumano–, se lo considera “autor material por el delito de asociación ilícita agravada y partícipe necesario de la privación ilegítima de la libertad agravada y torturas agravadas en perjuicio de Félix Viterbo Corbalán; María Angélica Mazzamuto de Romero; Antonio Raúl Romero y Roberto Romero”.
"Entre los imputados, el personaje más siniestro y perverso es sin dudas, el cura José Eloy Mijalchykel, poseedor de una sotana, útil, con el fin de aparentar una falsa piedad, con ella, pudo lograr que sus víctimas confiaran en él, para luego traicionarlas ruinmente entregándolas a la tortura, seguida de su posterior desaparición y muerte"