Dice así la Escritura: “Entonces estos gobernadores y sátrapas se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive! Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones... Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel orando y rogando en presencia de su Dios... Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en el foso de los leones” (Dan. 6:6-11,16).
Para entretenimiento y deporte, los leones eran liberados en el Coliseo Romano, y el público vitoreaba y se reía con regocijo, mientras las familias cristianas eran sacrificadas y devoradas vivas por las fieras hambrientas. Evidentemente, los bebés eran como un caramelo dulce para los leones, y siempre eran los primeros en ser devorados, mientras las madres clamaban en mortal angustia intentando desesperadamente de rescatar a sus hijos de las fauces de las feroces bestias hambrientas.
El Señor Jesucristo siempre fue muy honesto, al declarar lo que significaba el costo de seguirlo. En una ocasión, “Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Luc. 9:57–58).
En el libro de Matt Walsh publicado en inglés titulado Una Iglesia de Cobardes: Un Llamado a los Cristianos Complacientes, publicado en el año 2020, el hermano Walsh cuenta la historia de un grupo de cristianos egipcios, quienes viajaban en autobuses en dirección a un monasterio en el desierto donde tenían programado un retiro. De repente, el autobús fue detenido por una turba de islamistas armados que habían bloqueado la carretera. Abordaron el autobús, sacaron a todos los pasajeros y los alinearon junto al camino, haciéndoles a continuación dos preguntas: “¿Eres cristiano?”. “¿Abandonarías a Cristo y te convertirías al Islam?”. Cuando cada pasajero admitía que sí, y que se negaba a convertirse al Islam, les disparaban en la cabeza o en la garganta, a todos, hombres, mujeres y niños.
Y les preguntamos: ¿Qué haría cada uno de ustedes si hubiera estado en ese autobús y le hubiesen hecho esa misma pregunta: “¿Es usted cristiano o cristiana?”. Ante esta sola perspectiva, el corazón se acelera. La mente se desboca, y el pensamiento de que con sólo pronunciar la palabra “no”, podemos escapar de la muerte, viene de inmediato a nuestra mente. El militante que le hizo la pregunta a uno de estos hermanos, se está impacientando y le clava el cañón de su arma en su garganta. El hombre le acerca su rostro, su mal aliento es abrumador. “¿Eres cristiano?” vuelve a gruñir, pero con infinito valor y arrojo estos cristianos prefirieron la muerte antes de negar a su Señor y Salvador.
Sin embargo, a veces la valentía no sólo se demuestra manteniéndonos firmes con el cañón de una pistola en la cara, sino que también puede manifestarse por medio de la oración y la alabanza en circunstancias imposibles.
Durante la mayor parte de sus 18 años en un campo de trabajo comunista chino, el pastor George Chen no pudo nunca predicar desde un púlpito. Se encontraba en lo más profundo de un pozo negro de la prisión todos los días de la semana, paleando los excrementos humanos de 60.000 prisioneros, los cuales eran luego usados como fertilizante.
Al principio, el pastor Chen aborrecía este trabajo, pero pronto se dio cuenta de que el hedor repugnante significaba que ningún guardia, ni ninguno de los otros prisioneros se acercaban al pozo, lo que le permitía orar y adorar a Dios en total privacidad y soledad. Casi todos los días cantaba su himno favorito, “En el Huerto”, y percibía una dulzura en el aire. Fue así como su entorno se fue transformando en un lugar especial donde el Espíritu Santo descendía mientras el pastor Chen se comunicaba diariamente con el Señor Jesucristo,
El Hermano Paul Hattaway, originario de Nueva Zelanda, ha llevado fielmente millones de Biblias a los cristianos que viven en China. Está íntimamente familiarizado con el movimiento de las iglesias en los hogares y es considerado un modelo para los cristianos que sufren y padecen persecución. Durante los más de treinta años de esquivar a los guardias fronterizos, su forma de proceder sigue siendo tan rápida y silenciosa como cuando comenzó su obra como mensajero de Dios. Recientemente fue orador en una reunión en un hogar y predicó sobre el mandato de Jesús de que tomemos nuestras cruces y lo sigamos. Estuvo enfatizando el hecho de que cuando un hombre era crucificado con Cristo, tal como dijo Pablo, le entregaba completamente el control de su vida a Él.
En la reunión, el Pastor Hattaway compartió la historia de la hermana Yuen de Shanghai, una viuda que fue arrestada hace muchos años y encarcelada. En un intento para hacer que ella negara a Cristo, los guardias llevaron a sus dos pequeños: un niño y una niña, hasta los barrotes de su pequeña celda. Con los ojos llenos de lágrimas, sus dos hijos le rogaban que volviera a casa. Sus sollozos y las palabras “¡Mamá, Mamá!” - llenaron de angustia el corazón de esta mujer. ¡Por supuesto que quería volver a casa y abrazar a sus hijos y sentir sus corazones latir al unísono con el suyo!
Los guardias le preguntaron a la hermana Yuen: “¿Acaso no quiere tu Dios que cuides de tus propios hijos? Puedes volver a casa hoy, ahora mismo. Sólo firma esto. ¡Tus hijos te necesitan!”. Los guardias le dieron a la hermana Yuen un bolígrafo y deslizaron una hoja de papel entre los barrotes de su celda. Esta habría sido una gran victoria para ellos. El jefe de la prisión seguramente los recompensaría por lograr que esta obstinada mujer cristiana negara que seguiría a Jesús por más tiempo.
El pastor Paul Hattaway relata en las páginas 265 y 266 de su libro publicado en inglés por Asian Harvest, titulado Una Autobiografía, que después de la presentación que dio en una reunión en un hogar, una pareja muy conocida en la comunidad cristiana, se le acercaron ambos muy molestos y le dijeron: “¡Su historia sobre la hermana Yuen nos parece absurda! Si hubiésemos estado en el lugar de esa mujer, habríamos firmado el papel!”. Y a continuación aclara el Pastor: “Por supuesto, que Dios quería que ella cuidara de sus propios hijos, pero me sorprendió que un par de cristianos profesantes pudieran admitir abiertamente que negarían voluntariamente su fe bajo presión, y que no vieran nada malo en eso. Les pregunté si era que no les preocupaba las palabras de Jesús, quien dijo: ‘Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos’ (Mat. 10:33)”.
El mundo en que estamos viviendo actualmente
El escritor británico Eric Arthur Blair, mejor conocido por su seudónimo de George Orwell, quien nació en 1903, escribió una novela distópica titulada “1984" sobre una posible sociedad futura caracterizada por la pérdida de su propia identidad. Winston Smith, el personaje principal de su libro, provoca la ira de la élite gobernante al insistir en que dos más dos, eran igual a cuatro, pero cambia de opinión y finalmente admite que dos más dos, son cinco, después de haber sido sometido a tortura extrema y un colapso emocional.
Quizás es así como se encuentran hoy muchos cristianos en el mundo entero, especialmente una gran mayoría de los estadounidenses quienes están ahora mismo al borde de tal colapso. En este momento, el partido político de la élite gobernante de esa nación afirma y declara que es el “partido de la ciencia”. Aseguran que hay decenas de géneros, que los hombres pueden menstruar y quedar embarazados, y que afirmar que dos más dos, es cuatro, es una declaración racista. Y nos preguntamos: ¿Tendrán los cristianos en Estados Unidos el valor para mantenerse firmes en medio de tal locura o se dejarán arrastrar por la corriente de este mundo?
El crecimiento, vitalidad y alcance de la Iglesia Subterránea en China, también conocida como “la Iglesia No Registrada”, son únicos en este momento, en el sentido de que se está nutriendo y fortaleciendo en una nación que se opone militantemente al cristianismo. De hecho, el régimen comunista actual está tratando activamente de erradicar y aplastar toda expresión religiosa. Iglesias y templos han sido destruidos y sus líderes encarcelados.
En el excelente libro, publicado en inglés en el año 2021, titulado China y la Profecía de los Tiempos Finales, Cómo Dios está Usando al Dragón Escarlata para Cumplir su Propósito Final, su autor, un hermano cuyo seudónimo es Eugene Bach describe el asombroso alcance misionero de los cristianos chinos en un entorno hostil. Recientemente, dos predicadores que buscaban cumplir la visión de Regreso a Jerusalén fueron martirizados por militantes islámicos en Pakistán, pero no antes de que aprendieran el idioma, se ganaran el corazón de la gente y comenzaran estudios bíblicos en varias áreas.
Informes similares están llegando desde Irán y otras naciones gracias a Misiones Transculturales y La Ventana 10/40, la que comprende una vasta región de países en donde el cristianismo aún no puede penetrar. Se le llama “Ventana 10/40” porque el núcleo de la gente todavía no alcanzada en nuestro planeta vive en un espacio rectangular en forma de ventana, frecuentemente llamado “El Cinturón Resistente”, el cual se extiende desde el Oeste de África al Este de Asia, desde el grado diez hasta el grado cuarenta al norte del Ecuador. En este espacio geográfico se encuentran los más grandes grupos musulmanes, hindúes, y budistas y miles de millones de almas espiritualmente empobrecidas que necesitan conocer el Evangelio.
“Mas seréis entregados aun por vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre” (Luc. 21:16–17).
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mat. 5:10–12).
¡El valor no es para los pusilánimes, pero no todos son cobardes!