“El conjunto de la categoría de los delitos contra los menores: la venta, prostitución, alistamiento y violencia sexual contra ellos, la pedopornografía, la posesión de material pedopornográfico y los actos sexuales con menores”, es el contenido del decreto firmado por el papa Francisco que pretende endurecer, según informa el comunicado emitido por el Vaticano, las sanciones penales contra los abusos a menores en la Santa Sede y la curia.
Ni más ni menos que si Al Capone firmara un decreto para fortalecer las sanciones contra la mafia y el crimen organizado. Como si un jefe de uno de los carteles de la droga estampara su firma en otro decreto para robustecer las penas contra el narcotráfico.
La nueva legislación vaticana también prevé la posibilidad de que los tribunales de la curia romana juzguen “delitos cometidos contra la seguridad, los intereses fundamentales y el patrimonio de la ´Santa´ Sede”, añade el informe.
Incluye también la citada legislación “la adopción de medidas de cooperación adaptadas a las convenciones internacionales más recientes en materia de cooperación judicial entre el Vaticano y los otros Estados”. Algo tan inverosímil de creer que de seguro ni el mismo fantoche pontíficio se lo cree.
“En nuestra época, el bien común está cada vez más amenazado por la criminalidad transnacional y organizada, el uso inapropiado del mercado, de la economía y del terrorismo”, subraya el papa en el preámbulo de su decreto”. Quien va a creer que el propio delincuente, jefe y promotor de toda la delincuencia organizada mundial, se acuse a sí mismo. Diríase al respecto y con mucho acierto que para burla, ¡Ya es suficiente!
Adiciona el informe que el sumo pontífice deroga la pena de cadena perpetua que será sustituida por la de reclusión a 30 o 35 años. Esta casta es de lo peor que existe sobre la tierra. Por un lado este delincuente se expresa contra el delito y por otro, emite un decreto en el que deroga la pena de cadena perpetua y la conmuta por una de 30 a 35 años. ¿Qué clase de burla es esa? ¡Por favor!
Concluye la nota informando que todas esas mentiras, perdón, normas, entrarán en vigor a partir del 1 de septiembre. ¡Gran cosa!