El Vaticano, que alberga la Santa Sede, máxima institución de la Iglesia Católica, y que le da soporte temporal y soberano para su actividad, es uno de los Estados con mayores riquezas en el mundo, pero también sobre sí pesan denuncias de corrupción, abusos e intrigas que han hecho temblar sus paredes en los últimos años.