Vamos a la Biblia con una mente sin prejuicios para ver qué dice. No queremos estar engañados en cuanto a María:
“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.
Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.
Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.
Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón.
Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios” (Lc. 1:26-35).
“Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia” (Lc. 1:38).
“Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado” (Lc. 2:1).
“Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.
E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón” (Lc. 2:3-7).
Aquí tenemos la historia del nacimiento de Jesús. Él nació un niño especial. Por padre tuvo a Dios; y por madre, María. Por eso se dice que Jesús es Dios y es hombre.
Pero lo divino en él, ¿de dónde vino? ¿De María? ¡No! Jesús era Dios porque fue engendrado del Espíritu Santo. María no tuvo nada que ver con eso. Ella era la madre del cuerpo humano de Jesús. Por ella Jesús fue hecho hombre nacido de mujer.
Dios no tiene madre: no tiene padre. Ni nació. Él es el ser supremo, eterno. No tuvo principio ni tendrá fin. María no era madre de Dios; sencillamente dio a luz al cuerpo de Jesús.
María fue virgen y piadosa, pero mujer humana
- María fue virgen: El ángel vino “a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María” (Lc. 1:27).
- María fue favorecida: “Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres” (Lc. 1.28).
- María halló gracia ante Dios: “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios” (Lc. 1:30).
- María fue consagrada: “Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia” (Lc. 1.38).
En María, al igual que en las otras personas piadosas de la Biblia, tenemos un ejemplo muy bueno. Ella era una doncella que Dios pudo usar. Pero la Biblia en ningún momento nos da la más pequeña sugerencia de que ella fuera más que una mujer humana. Debemos apreciarla como un buen ejemplo humano.
Cuando el ángel vino a darle el precioso mensaje, le dijo: "Bendita tú entre las mujeres" (Lc. 1:28). María misma reconoció su humanidad en su cántico de alabanza: "Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado La bajeza de su sierva" (Lc. 1:46-48).
Jesús reconoció la posición de María como mujer. Una vez él le dijo: “¿Qué tienes conmigo, mujer?”(Jn. 2:4). En otra ocasión, Jesús aclaró la posición de su madre. Había una mujer que escuchaba su mensaje y fue muy impresionada. Ella, deseando felicitar a la madre de Jesús, dijo: “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.” ¿Qué respondió Jesús? ¿Permitió que esa mujer exaltara a su madre? ¡No! Dijo: “Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y las guardan.” (Véase Lc. 11:27-28). También en la hora de su muerte, estando en la cruz, leemos los siguientes: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer; he ahí tu hijo” (Jn. 19:26).
El apóstol Pablo, en Gálatas, nos dice lo mismo: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gá. 4.4).
Además de esto, la historia de María muestra su humanidad. Ella no quedó virgen. José vivió con ella como su mujer después del nacimiento de Jesús. “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús” (Mt. 1:25).
Según las siguientes escrituras, ella tuvo otros hijos con José, así dando prueba de su humanidad:
Mientras él [Jesús] aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar (Mt. 12:46).
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?(Mt. 13:55).
Después de esto descendieron a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos (Jn. 2.12).
Y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces. (...) Porque ni aun sus hermanos creían en él (Jn. 7:3, 5).
¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, Y Cefas? ( 1 Co. 9:5).
Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo el hermano del Señor (Gá. 1.19).
María era una persona especial y piadosa, pero siempre mujer. Gracias a Dios que era mujer porque si hubiera sido una diosa, Jesús no hubiera sido hombre. No comprendería nuestra humanidad.
María fue salva, pero no puede salvar a nadie
Sí, por su fe y obediencia, creemos que María fue salva. Ella recibió a su propio Hijo como su Salvador. María tuvo que cumplir con los mismos requisitos que nosotros. Para lograr la puerta abierta al cielo. Por eso yo espero verla algún día allá.
Pero aunque María fue salva, no puede salvar a nadie. No tiene ningún poder para siquiera ayudar en la salvación de los humanos. ¿Cómo lo sé? Porque la Biblia lo dice: “Este Jesús (...) ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4: 11,12).
Es un gran error ver a María como una intercesora, u orar a ella. Eso es robar la posición de alguien mucho más importante que María. La Biblia en ningún lugar da campo para creer que María es nuestra mediadora. Al contrario, enseña enfáticamente que Jesús es el único mediador entre Dios y los hombre:
Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre (1 Ti. 2:5).
Pero estando ya presente Cristo, (...) por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. (...) Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto (He. 9:11-12, 15).
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis: y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo El justo(1 Jn. 2:1).
No hay otro sino sólo Jesús que sea capaz o digno de ser nuestro mediador. Jesús murió por nosotros; María no. Él resucitó con poder y está a la diestra de Dios; María no. Él comprende nuestra situación porque fue tentado en todo punto como nosotros, pero sin pecado. Eso no se puede decir de María. Si adoramos a María hacemos gran injusticia al puesto alto y glorioso de Cristo:
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? (...) Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (Ap. 5:1-2, 9).
¿Qué diría María?
¿Qué diría María si estuviera aquí hoy? ¿Crees que ella quisiera que la tengamos como una diosa? Estoy seguro que no. En su hermosa humildad diría lo mismo que dijo en las bodas de Caná cuando faltó el vino. Después que Jesús le había dicho: “¿Qué tienes conmigo, mujer?”, ella volvió y dijo: "Haced todo lo que os dijere"(Jn. 2.4-5). Estoy seguro de que ése sería su mensaje hoy si ella estuviera aquí. Ella lamentaría el hecho de que muchos la adoran, robándole a su Hijo la gloria y el honor. Ella diría: “Yo soy dichosa, pues soy la madre de Jesús, pero eso no me hace una diosa. Soy una mujer que temo a Dios y que en mi vida quise hacer su voluntad. Vuelvan a Jesús. Haced todo lo que él os dijere.”
¿Qué nos dice Jesús que hagamos? La Biblia por medio de este escrito te lo ha mostrado. Jesús nos dice por su palabra cuál es su voluntad. ¿Le harás caso? ¿Serás un verdadero cristiano, o seguirás en el engaño en cuanto a la Virgen María?