El diario de hoy no le informó a Dios nada nuevo. Y cuando el hombre llegó a la luna, no descubrió allá nada que Dios no supiera ya cuando nos dio Su Palabra, la Santa Biblia. Además, amigo oyente, parece que el hombre no descubrió mucho en la luna. Fue un viaje muy costoso para regresar solamente con un saco de piedras. De buena gana, iría yo a cualquiera de las partes deshabitadas de nuestro continente y buscaría una camionada de piedras y las vendería tal vez en un precio mucho más barato del que se vendieron aquellas que los astronautas trajeron de la luna. Yo no sé de Astronomía, amigo oyente, pero creo que esas piedras son muy semejantes a las que hay aquí en la tierra. ¿No ve que es el mismo Dios que creó el universo en que vivimos hoy día? Pero permítanos decirle, amigo oyente, que este es un tiempo emocionante en el cual vivimos.
Dios se ha comunicado con los hombres y sigue hoy comunicándose con ellos a través de la Biblia. Ese es el lado divino. Pero este Libro es también un Libro humano. Dijimos la vez pasada que Dios utilizó a 40 autores de la Biblia durante un período de aproximadamente 1500 años. Cada uno de ellos habló expresando sus propios sentimientos dentro de su propia época. Tuvieron sus limitaciones e imperfecciones, es cierto. El pobre Moisés, por ejemplo, cometió errores; pero cuando escribió el Pentateuco, por una u otra razón, no escribió ninguna declaración equivocada.
Ahora, quisiéramos considerar hoy cuatro aspectos en cuanto a la Biblia. Estos cuatro aspectos son: la revelación, la inspiración, la iluminación, y la interpretación. La revelación quiere decir que Dios ha hablado y que se ha comunicado con el hombre. La inspiración garantiza la revelación de Dios. La iluminación tiene que ver con el Espíritu Santo como Maestro, y no yo aquí en este programa. Si el Espíritu de Dios no se comunica con usted, amigo oyente, yo no puedo comunicarme con usted, pero el Espíritu de Dios sí puede hacerlo. Y siendo que Él escribió la Biblia y nosotros la proclamamos, sabemos que Él se comunicará. Esta es la maravilla y la gloria de todo esto, amigo oyente.
Ahora, el cuarto aspecto que vamos a considerar es la interpretación y aquí es donde casi todos nos halamos el cabello los unos a los otros. El problema no es que la Biblia enseña muchísimas cosas, sino que hay muchas personas que interpretan la Biblia. Lamentablemente, no todos la interpretan de la manera en que lo hacemos nosotros. Ojalá lo hicieran, pero como no lo hacen, tendremos que tener paciencia con ellos y soportarlos. Pero cuando todos lleguemos a la presencia de Dios, entonces, amigo oyente, estaremos en perfecto acuerdo. El Apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 13, versículo 12, nos dice: Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Yo estaré cambiado y usted también, amigo oyente, y todos tendremos razón. Alguien ha dicho que siempre hay tres puntos de vista: el suyo, el mío, y el correcto. Ahora tenemos el suyo y el mío, pero algún día, amigo oyente, vamos a tener el punto de vista correcto.
Vamos ahora a estudiar cada uno de los aspectos que hemos mencionado. En primer lugar, tenemos la revelación. Permítanos decir una vez más que la revelación quiere decir que “Dios ha hablado”. La expresión Así ha dicho Jehová o expresiones similares aparecen más de 2.500 veces en la Biblia. El Señor no quiere que entendamos mal lo que Él ha hablado; esto se ve muy claro al leer el primer capítulo de la Epístola a los Hebreos, el escritor deja muy en claro que “Dios ... ha hablado”. Leamos los primeros dos versículos del capítulo 1 de la epístola a los Hebreos: Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; ... (Heb. 1:1, 2).
Ahora, aquí tenemos, primero que todo, “revelación”. Dondequiera que se encuentren dos personas dotadas de un grado razonable de inteligencia, que alberguen los mismos sentimientos y deseos y que más o menos se atraigan mutuamente, se notará que existe una comunicación entre ellos. Personas de tendencias similares, aun estando separadas el uno del otro, se gozan al ponerse en contacto y se regocijan al recibir comunicación el uno del otro. Esta característica
innata del corazón humano explica la existencia del servicio de correos, del teléfono y del correo electrónico. Los amigos se escriben entre sí; el esposo que está fuera del hogar, le escribe a su esposa; y el hijo o la hija que está en la universidad, escribe a sus padres – pidiéndoles dinero. También se envía la epístola perfumada de una novia al novio y él responde a su vez con la epístola suya. En cuanto a esto, recuerdo que cuando estaba de novio con quien hoy es mi esposa, ella tuvo que ausentarse por algunos días a la ciudad, y consecuentemente procedimos a comunicarnos por correspondencia. Le escribía casi a diario; desafortunadamente las cartas no llegaron hasta ella con la frecuencia y la rapidez que yo deseaba. Y ella estaba ansiosa de recibir cartas mías y yo por mi parte, estaba también ansioso de recibir carta de ella. Bueno, al fin pudimos recibir cada uno nuestras cartas, todas de una sola vez. Bueno, todo esto se llama ‘comunicación”, amigo oyente. Es la expresión del corazón. Las Escrituras dicen: Un abismo llama a otro . . . (Salmo 42:7).
En la historia de Elena Keller, se cuenta cómo ella fue excluida del mundo por ser ciega y sorda, sin manera alguna de comunicarse. Pero luego, se le abrió una vía de comunicación y ella pudo comunicarse, probablemente de una manera mejor que muchos de nosotros que gozamos de las capacidades de ver y oír. Ahora, en base a todo esto, quisiéramos hacerle una pregunta que creemos es razonable y ciertamente inteligente: ¿No es razonable concluir que Dios se está
comunicando con Sus criaturas a quienes Él ha entregado cierto grado de inteligencia; aquellos a quienes Él ha creado a Su propia imagen? Permítanos decirle, amigo oyente, que si no tuviéramos una revelación de Dios, creemos que ahora mismo, usted y yo podríamos esperar y Él nos hablaría por el mero hecho, amigo oyente, de que podríamos esperar que Dios nos hable. Ahora, Dios se ha comunicado por otros medios, además de las Escrituras. Note usted que el escritor a los Hebreos dice que Dios, en el Antiguo Testamento, habló por medio de los profetas, y que ahora ha hablado por medio de Cristo. Tanto la revelación a los profetas en el Antiguo Testamento, como la revelación de Cristo en el Nuevo Testamento, están contenidas en la Palabra de Dios, por supuesto; y esa es la única manera en que jamás pudiéramos saber acerca de la una o de la otra. Pero Dios también se ha comunicado por medio de la creación. El Apóstol Pablo, en su epístola a los Romanos, capítulo 1, versículo 20, dice: . . . las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, . . . Y el Salmista, en el Salmo 19, versículo 1, dice: Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Creemos también que Dios se ha comunicado con el hombre por medio del corazón humano. No queremos decir con esto que sea por medio de visiones o cosas por el estilo; pero creemos
que hoy en día, Dios se ha comunicado a través de las experiencias por las cuales usted y yo hemos atravesado. Estamos muy seguros, amigo oyente, que muchos de nosotros hoy día, al reflexionar sobre nuestras vidas, podemos ver la mano de Dios obrando en ellas.
En primer lugar, lo que nos interesa aquí es que Dios se ha comunicado con nosotros a través de la Biblia, y que esa es Su revelación. Este volumen contiene 66 libros. En las notas que enviamos gratuitamente a nuestros oyentes, hay el dibujo de una mano que creemos es una manera cómoda y fácil para recordar los libros de la Biblia. Si es que usted no sabe los libros de la Biblia de memoria, pues, no sería una mala idea aprenderlos de memoria. Ahora, en ese grabado, en ese dibujo, los cinco dedos representan las cinco categorías del Antiguo Testamento.
El dedo pulgar, representa El Pentateuco, o sea, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio.
El dedo índice, agrupa los libros Históricos, o sea, Josué, Jueces, Rut, el primero y segundo libro de Samuel; el primero y segundo libro de los Reyes; primero y segundo libro de Crónicas; Esdras, Nehemías y Ester.
Bajo el dedo medio o tercer dedo, están agrupados los libros Poéticos que son: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantares.
El dedo anular, representa los libros de los Profetas Mayores, o sea Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Ezequiel y Daniel.
Y el dedo meñique, agrupa los libros de los Profetas Menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías.
Ahora, las aberturas entre los dedos representan las cuatro categorías del Nuevo Testamento.
La abertura entre el dedo pulgar y el dedo índice, agrupa los Evangelios, que como usted sabe son: Mateo, Marcos, Lucas, Juan.
La abertura entre el índice y el tercer dedo o dedo medio, representan el libro histórico de los
Hechos de los Apóstoles.
La abertura entre el tercer dedo o dedo medio y el dedo anular, agrupa las Epístolas, y estas son las epístolas a los Romanos; Primera y Segunda a los Corintios; a los Gálatas, a los Efesios, a los Filipenses, a los Colosenses, Primera y Segunda epístola a los Tesalonicenses, Primera y Segunda a Timoteo, a Tito, a Filemón, a los Hebreos, la epístola Universal de Santiago, la Primera y la Segunda epístola de San Pedro, la Primera, Segunda y Tercera epístola de San Juan, y la epístola Universal de San Judas.
Y la abertura entre el dedo anular y el dedo meñique, contiene el libro profético del Nuevo Testamento, el Apocalipsis
Ahora, quisiéramos decirle que la Biblia es la manera por la cual Dios nos habla hoy en día. Reconocemos que hay quienes atacan a la Palabra de Dios en nuestros días. El ex-Decano del Seminario Teológico de Princeton, por ejemplo, el doctor Elmer G. Hamanhausen, en su libro “Cristiandad en la Crisis Americana”, ha declarado lo siguiente: “Son muy pocos los protestantes inteligentes que todavía se afirman en la idea de que la Biblia es un libro infalible. Unos pueden reclamar que las copias originales de la Biblia son de carácter infalible, pero este punto de vista sólo comete petición de principios, y causa que tal apologética cristiana sea más
ridícula a la vista de hombres sinceros”. Hasta aquí, la declaración del Dr. Hamanhausen.
Permítanos decirle amigo oyente, que esta es una acusación terrible, especialmente procediendo de un profesor de un seminario teológico. Pero con esto y todo, fue lanzada.
Luego, en el Seminario Unión, en la ciudad de Nueva York, un profesor hizo la declaración de que “ninguna persona inteligente podía creer que la Biblia es la Palabra de Dios”. Bueno, yo creo que la Biblia es la Palabra de Dios y por eso supongo que estos hombres no me consideran inteligente. Ahora, ellos se jactan de que son humildes. Y nos preguntamos, ¿qué clase de humildad tienen aquellos que dicen, que los que no están de acuerdo con ellos son tontos, y que ellos son los únicos hombres inteligentes?
Es peligroso que uno sostenga esta idea en cualquier forma. Lo interesante es que ha habido personas muy inteligentes que han creído la Biblia; y por otra parte, ha habido personas que no fueron tan inteligentes e introdujeron una serie de herejías condenables, y que son una plaga para nuestra sociedad y solo sirven de maldición al mundo de hoy.
Escuche ahora esta declaración del Dr. Gregg, él dice: “La filosofía aristotélica era la sabiduría del escolástico y enclaustraban la Biblia; adoraban huesos en las iglesias, intentando enlazarlos con los Apóstoles. El siglo décimo fue el más oscuro, pero en el siglo veinte, la
filosofía aristotélica por medio de Maimonides, Espinoza, Hegel, y Darwin, adora huesos en las universidades y museos, intentando enlazarlos con los monos. También nos ha dado el unitarismo por Emerson en Norte América; el judaísmo reformado por Moisés Mendelssohn, y el bolchevismo por Karl Marx. Es la doctrina de demonios y de los espíritus seductivos”. Hasta aquí, la declaración del Dr. Gregg. Quisiéramos decirle, amigo oyente, que nos gusta mucho esa declaración. Quisiéramos añadir que ha habido hombres inteligentes que sí han creído la Biblia. Hace años, otro gran profesor del Seminario de Princeton, el doctor Warfield, a quien los estudiantes y otros consideraban el genio más célebre que Norte América haya producido, declaró lo siguiente: “La Biblia es la Palabra de Dios en tal sentido, que lo que ella dice, Dios lo dice”. Y eso es verdad. Y el obispo Hadley, por su parte, dijo: “Hay más sentido en cada palabra de las Sagradas Escrituras del que jamás podremos sacar de ella”.
Pasemos ahora, al tercer aspecto que estamos considerando, o sea, la inspiración. Yo personalmente creo en lo que se llama la inspiración verbal y plenaria de las Escrituras. Eso quiere decir que creemos que la Biblia es una declaración autorizada, y que cada palabra es la Palabra de Dios escrita para nosotros en este día en que vivimos. Las palabras son inspiradas.
Se cuenta que una muchacha había tomado clases de voz y de canto con un profesor famoso. En el día del recital, el profesor llegó para escuchar cantar a la muchacha. Y al terminar, la muchacha estaba muy ansiosa, por supuesto, de saber qué había dicho el profesor. Como él no se había acercado a felicitarla, entonces ella le preguntó a una amiga, qué había dicho su profesor. La amiga le contestó: “El profesor dijo que cuando tú cantabas, le sonaba como a algo celestial”. La muchacha no pudo creer que el profesor hubiera dicho eso, y le preguntó de nuevo a la amiga: “¿Es verdad que le sonaba así como algo celestial? La amiga respondió que sí. Pero, la muchacha persistía: “Quiero saber exactamente lo que dijo el profesor. ¿Qué dijo en realidad?” La amiga entonces le contestó: “Bueno, si quieres saber en verdad las palabras exactas, él dijo que era un sonido ultraterrestre”. Amigo oyente, un sonido ultraterrestre no quiere decir que suena como algo celestial.
Créanos, amigo oyente, las mismas palabras de las Escrituras son inspiradas y hay que reconocerlo. Hay que aceptarlo, hay que tenerlo presente en nuestros días. Ahora, la inspiración garantiza la revelación de Dios. Y eso es precisamente lo que dice este Libro. Dos hombres, Pablo escribiendo su última epístola a Timoteo; y Pedro, escribiendo su última carta, ambos tenían algo muy definido que decir en cuanto a la Biblia.
El Apóstol Pablo, en la Segunda Epístola a Timoteo, capítulo 3, versículos 16 y17, dice: Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra. Ahora, fíjese que dice que toda la Escritura es dada por inspiración. La palabra inspiración significa “expirada por Dios, es decir, respirada, dada, entregada por Dios”. Dios hablaba por medio de esos hombres, así como aquí habló por medio Pablo, exactamente lo que Él quería decir. Y no hay nada más que añadir.
Ahora, el Apóstol Pedro lo expresa de esta manera en su Segunda Epístola, capítulo 1, versículo 21: porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Es muy importante ver que estos hombres fueron movidos; fueron, por así decirlo, llevados por el Santo Espíritu de Dios. Fue el obispo Westcott quien dijo: “Los pensamientos están unidos a las palabras tan fuertemente como el alma está unida al cuerpo”. Y el Dr. Keiper dijo: “Puede existir la música sin notas, o las matemáticas sin números, tan fácilmente como pueden existir los pensamientos sin palabras”. Amigo oyente, no son los pensamientos los que son inspirados. Sino las palabras las que son inspiradas.
Créame, que son las palabras de la Escritura las que son inspiradas y no solamente los pensamientos. Por ejemplo, Satanás no fue inspirado a decir una mentira pero la Biblia indica que mintió. Son las palabras las que son inspiradas. Y el Señor Jesús dijo: Escrito está: citando la Palabra de Dios del Antiguo Testamento. Aquellos hombres que escribían el Antiguo Testamento estaban proclamando lo que Dios tenía que decir. Es un Libro perfectamente humano pero es un Libro absolutamente divino. No es más humano por ser un Libro divino y no es menos divino por ser un Libro humano. Dios usaba a estos escritores humanos. Cuando Dios usaba a estos escritores, no destruyó el libre albedrío de ellos, ni su expresión, ni su estilo. No eran ellos una pluma fuente que Dios cogió para escribir con ellas. Ellos expresan sus pensamientos. Sin embargo, los evangelios y la Palabra de Dios presentan lo que es la Palabra de Dios.
Podemos decir que sólo el Espíritu de Dios puede enseñarnos la Palabra de Dios hoy. Eso es lo que quería decir el obispo Hadley cuando declaró: “Hay más sentido en cada Palabra de la Sagrada Escritura, del que jamás podremos sacar de ella”. Y fue el Dr. Robinson, un Pastor en Leighton que recordó a los peregrinos cuando salieron de Holanda: “El Señor todavía tiene más verdad para revelarles de Su Palabra. Lutero y Calvino eran grandes luminares brillantes en su
época, y todavía no penetraron todo el consejo de Dios. Estén listos a recibir cualquier verdad
que se dé a conocer de la Palabra escrita de Dios”. Eso, amigo oyente, es lo que nos mueve a recorrer las páginas de la Biblia.
Cada vez que leemos un pasaje, aunque ya lo hayamos leído, algo nuevo brota de la página porque el Espíritu Santo es nuestro Maestro. Es un deleite maravilloso escuchar aquel silbo apacible y delicado de la Palabra de Dios y dejar que el Espíritu nos hable a través de las páginas de la Escritura. Él quiere hablarnos. Esto nos presenta algo en cuanto a la base del Libro que vamos a hojear juntos. Permítanos darle esta definición de la Biblia, escrita por un autor desconocido.
“La Biblia contiene el pensamiento de Dios, el estado del hombre, el camino de la salvación, la condenación de los pecadores, y la felicidad de los creyentes. Sus doctrinas son santas, sus preceptos son justos, sus relatos son verdaderos, y sus decisiones son inmutables. Léala para ser sabio, créala para ser salvo, y practíquela para ser santo. Contiene luz para dirigir, alimento para sustentar y consuelo para alegrar. Es el mapa del viajero, el cayado del peregrino, la brújula del piloto, la espada del soldado, y la cartilla del cristiano. En ella el Paraíso se restaura, el cielo se abre y las puertas del infierno se ponen al descubierto. Cristo es su gran tema; nuestro bien su designio, y la gloria de Dios su fin. Léala lentamente, frecuentemente y en oración. Es una mina de riqueza, un paraíso de gloria y un río de placer. Involucra la más grande responsabilidad, recompensa la obra más grande, y condena a los que toman en poco su contenido”.
Y aquí, amigo oyente, tenemos que detenernos por hoy. Será entonces, hasta nuestro próximo programa, que Dios le bendiga es nuestra más ferviente oración!