Reconocemos que esta guía puede llegar a ser algo peligroso porque muchas personas dependen simplemente de lo que otros han dicho acerca de la Biblia. Hay tantos libros que han salido hoy que dan mala enseñanza tocante a la Palabra de Dios. Hay que comprobar todo lo que se escribe por medio de la Biblia misma. Pero también es preciso que sepamos lo que otras personas tienen que decir con respecto a la Biblia, de manera que nos dé alguna luz sobre un pasaje determinado de la Escritura.
Es importante leer un buen comentario sobre cada libro de la Biblia. En las notas y bosquejos que ofrecemos al final de cada programa y que enviamos gratuitamente a cuantos nos escriban, hay una lista de algunos libros que recomendamos para el estudio de cada libro de la Biblia. Y recomendamos estos libros con toda sinceridad. Claro que esa lista no es una lista exhaustiva, es decir, no contiene todos los libros buenos que existen, pero la incluimos para guiarle en conocer los libros que son buenos y para que eviten los libros que son malos.
Quisiéramos recomendarle el libro “Abreviando La Biblia”, escrito por el Dr. J. Vernon McGee, autor de estos estudios bíblicos. Anunciaremos cuando esté disponible, y con mucho gusto se lo enviaremos a vuelta de correo. Hay muchos comentarios que han salido en castellano, y aconsejamos acudir a la librería evangélica más cercana a su localidad, para escoger
allí los comentarios que le servirán de mucha ayuda. En realidad, así puede usted adquirir la dulzura y estudio refinado de los siglos cuando lea los libros escritos por hombres que han sido guiados por el Espíritu de Dios. Y debemos aprovecharnos de estos libros.
Ahora, todo maestro y predicador del evangelio tiene una colección de libros que estudia, y son de mucha importancia. Alguien quizá pregunte: “¿Debo repetir palabra por palabra el texto que otro ha escrito?” Por supuesto que no. Eso nunca se debe hacer a menos que nombre la obra que se copia. Pero, sí es posible utilizar el material que otras personas han escrito. Muchos utilizan el mensaje o los mensajes de otros predicadores, pero no dan el crédito debido al autor. A algunos no les interesa ese punto, pero esto revela el carácter del individuo que hace uso de cierto material citándolo palabra por palabra sin dar el crédito debido al autor. Un profesor resolvió este problema en la siguiente manera. Cuando alguien le preguntó si debía citar a otros escritores, o no, el profesor contestó: “Usted debe alimentarse en los pastos de todos, pero debe dar de su propia leche”. Y eso quiere decir que se puede leer el material que otros han escrito, pero es esencial meditarlo bien para expresarlo en nuestras propias palabras. Lo importante es que debemos aprovecharnos del estudio que otros hombres han realizado sobre la Palabra de Dios.
Y ahora, nos encontramos frente a la sexta guía o sexto paso para el entendimiento de las Escrituras. Y vamos a ver que es de suma importancia; este paso es: Obedecer la Biblia. La obediencia, amigo oyente, es esencial, y creemos que es de suma importancia en nuestra vida. Abraham es un ejemplo de esto. Usted recordará que Dios se le apareció cuando le llamó para que saliera de Ur de los Caldeos. Dios le ordenó salir de su tierra y de su parentela y dirigirse a una tierra que Él le mostraría. Dios le llevó sin peligro a esa tierra y el Señor se le apareció de nuevo, estando él en la tierra prometida. Pero Abraham huyó a Egipto cuando hubo hambre. Dios nunca le mandó que huyera a Egipto. Abraham fue desobediente. Alguien dirá que era razonable que Abraham huyera a Egipto. Todo el mundo iba para Egipto durante el hambre. Bueno, creemos que Dios lo habría guardado allí donde estaba si él se hubiera quedado. Notará usted que mientras que Abraham se quedó en la tierra de Egipto, Dios no le volvió a aparecer. No fue sino hasta después que Abraham regresó a la tierra prometida que Dios se le apareció de
nuevo. ¿Por qué? Simplemente por falta de obediencia. Abraham tuvo que obedecer lo que
Dios ya le había revelado. Sólo cuando Abraham obedeció, estuvo Dios dispuesto a revelarle una nueva verdad. Y así mismo sucede con nosotros. Cuando obedecemos, entonces, Dios nos revela verdades nuevas.
Aun el Evangelio que es dado para salvar nuestras almas, es dado para que lo obedezcamos. El documento más grande que haya sido escrito sobre el Evangelio es la epístola a los Romanos, y es como si el Apóstol Pablo encerrara entre paréntesis el Evangelio. Creemos que encierra entre comillas el tema de la obediencia. Comienza con la obediencia en Romanos, capítulo 1, versículo 5, donde dice:
5 y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia a la fe en todas las naciones por amor de su nombre; (Rom. 1:5)
Y al final de la epístola, el Apóstol Pablo vuelve a la obediencia en su capítulo 16 y el versículo 26, donde dice:
26 pero que ha sido manifestado ahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocer a todas las gentes para que obedezcan a la fe, (Rom. 16:26)
Para que obedezcan a la fe son las últimas palabras de Pablo en esta epístola. Ahora, ¿qué es lo que hay entre estas dos declaraciones? Pues, nos presenta el documento más grande sobre lo que es el Evangelio, la gran sección doctrinal y la gran sección práctica. Usted notará que la última parte tiene que ver con los deberes, lo que debemos hacer. Pablo puso este asunto de la obediencia como si fueran unas comillas, antes y después del evangelio, con el objetivo de que obedeciéramos a la fe. Y ahí es precisamente donde se desviaron Adán y Eva. Ella no solamente escuchó a Satanás, el enemigo de Dios, sino que también desobedeció a Dios. Obedecer a Dios, amigo oyente, es muy importante y debemos reconocer que Dios no continuará revelándonos verdades si llegamos a ser desobedientes. Debemos obedecer la Biblia si es que pensamos sacar provecho de su lectura. Se dice que Amílcar, famoso general cartaginés de las guerras púnicas, dijo en cierta ocasión: “Mi hijo Aníbal será un gran general porque entre todos mis soldados, él
sabe obedecer mejor”: Amigo oyente, la declaración de Amílcar fue comprobada porque este hombre Aníbal, figura grandemente en la historia del mundo. Su ejército se componía de mercenarios pagados de entre muchas naciones. Había de África, de España, de Galia antigua, y de Italia, y sin embargo, él retenía la confianza en ellos durante unos 16 años de trabajo y privaciones en una tierra extraña y ni una sola vez hubo un motín en el campo. Ahora, ¿cuál era su habilidad? Bueno, fue un organizador extraordinario. Amaestraba a estos grupos de distintos países para que fueran una orden muy competente. Y, ¿cómo lo hacía? Pues, les enseñaba a ser obedientes; obedientes a las órdenes y a los mandos. Recuerde las palabras de nuestro Señor Jesucristo que encontramos en el evangelio según San Juan, capítulo 7, versículo 17, que dice:
17 El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta. (Juan 7:17)
Es decir, si obedecemos la voluntad de Dios, conoceremos que la doctrina es de Dios. El Antiguo Testamento dice en el Salmo 34, el versículo 8:
8 Gustad, y ved que es bueno Jehová; Dichoso el hombre que confía en él. (Sal. 34:8)
Amigo oyente, pruébelo. Es la prueba verdadera. Cuatro ministros de Dios discutían los méritos de las varias traducciones de la Biblia. A uno le gustaba una porque su lenguaje era bello y fácil de entender. A otro le gustaba otra porque era más literal y se aproximaba más al texto hebreo y al griego. Otro, en cambio, prefería la más moderna por tener un vocabulario más corriente. El cuarto ministro, en cambio, permaneció callado. Cuando le pidieron que expresara su opinión, contestó: “Me gusta más la versión de mi madre. Ella la traducía por su vida, y ha sido la traducción más persuasiva que jamás haya visto yo”.
Amigo oyente, eso es exactamente lo que nos falta hacer hoy en día. La obediencia es de tanta importancia porque hay personas que evalúan la cristiandad al observar la vida suya y la mía. Cowan bien ha dicho que: “La mejor manera de defender el Evangelio es llevar una vida digna del Evangelio”. Y esa es la manera en que se demuestra que es la Palabra de Dios. La
verifica, por supuesto, en su vida. Recordará que el Apóstol Pablo dijo a los hermanos de Corinto, en su segunda epístola, capítulo 3 y versículos 2 y 3, lo siguiente:
2 Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; 3 siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón. (2 Cor. 3:2-3)
Y luego sigue en los versículos 4 y 5, diciendo:
4 Y tal confianza tenemos mediante Cristo para con Dios; 5 no que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios, (2 Cor. 3:4-5)
¡Cuán importante es obedecer la Palabra de Dios, obedecer la Biblia! Creemos que hoy los que son miembros de iglesias perjudican más la cristiandad que cualquier otro grupo. Esa es una de las razones por la cual hoy vemos toda esta rebelión fuera de la iglesia. Rebelión contra el orden establecido en la sociedad; rebelión contra la iglesia, porque ella representa el orden establecido. Tantos predicadores se adhieren a la causa popular y no están obrando bien haciendo eso, porque no llaman a los hombres y a las mujeres a Dios, sino simplemente tratan de ganar popularidad de nuevo. En realidad, se puede notar que este grupo ha vuelto la espalda a la Biblia y a la iglesia misma.
Durante las marchas de protesta que tuvieron lugar en la ciudad de Berkeley, en el estado de California, Estados Unidos, hace ya varios años, se llevaba un cartel muy interesante. En aquel cartel se escribió cuatro palabras: “Jesús, sí; iglesia, no”. Amigo oyente, reconocemos personalmente que la iglesia tiene sus faltas. Sí, lo reconocemos, y sabemos que muchísimos enemigos se esconden tras ellas en su crítica de la iglesia. Para hablar sinceramente, no hay duda de que las vidas que llevan muchos miembros de las iglesias son la causa para que se aparten muchos de la iglesia hoy en día.
Había un abogado en Inglaterra hace muchos años a quien le preguntaron por qué no llegó a ser cristiano. Su respuesta fue: “Yo también pude haber llegado a ser cristiano si no hubiera conocido a tantos que profesaban ser cristianos”. ¡Qué lástima! Debemos examinar nuestras vidas respecto a esto. ¿Cómo representamos la causa de Cristo hoy? El mundo, según nos dicen, no está leyendo la Biblia. Y nosotros estamos procurando por medio de este programa, hacer lo posible por lograr que el mundo lea las Sagradas Escrituras. Quisiéramos que las personas continuaran su camino y llegaran directamente a la Biblia sin detenerse ante aquellos que pueden servirle de obstáculo; sin embargo, no podemos evitarlo. Hay personas que juzgan al cristianismo por la vida suya y la mía, y nos miran hoy. Por eso, es muy importante que obedezcamos la Biblia. Las Escrituras tienen muchísimo que decir en cuanto a la obediencia, y hay que tenerla siempre presente.
Recuerde que en aquella gran lectura bíblica que se encuentra en Nehemías, y a la cual nos referimos ya cuando Esdras leyó al pueblo, que el pueblo lloraba al oír la Palabra, y salían y procuraban obedecerla. ¡Cuán importante es esto! Salir y obedecer lo que hemos aprendido en la Palabra de Dios.
Y ahora, nos encontramos ante la última guía, o el séptimo paso que consideraremos con respecto al estudio de la Palabra de Dios. Este séptimo paso es: Compartir la Biblia con otros. No es suficiente solamente leer la Biblia o meditar en ella, o aun leer lo que otros han escrito en cuanto a la Biblia. Es también muy importante compartir lo que de ella extractamos, lo que ella nos enseña con otras personas. Francamente, si obedecemos la Biblia, es precisamente eso lo que haremos, compartirla con otras personas. Y eso es lo que debemos hacer. Llegaremos a un punto de saturación en el estudio de la Palabra de Dios, a menos que compartamos lo que aprendemos con los demás. Hay que reconocerlo. Dios, por alguna razón, no les permitirá retirarse o apartarse de los hombres y llegar a ser como un tipo de enciclopedia bíblica ambulante, sabiéndola toda, mientras los demás se quedan ignorantes. Creemos que esa es la razón por la cual declaró que no debemos aislarnos. Dijo el escritor a los Hebreos, en el capítulo 10, versículo 25:
25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. (Heb. 10:25)
Creemos que esta es una de las razones por la cual Dios ha bendecido este programa así como lo ha hecho hasta hoy, pues, procuramos participar la Palabra de Dios a otros. Un predicador escribió en cierta ocasión a otro predicador, preguntándole si pudiera servirse del bosquejo y las notas que el otro predicador había elaborado, y le dijo que usaría el material que estaba predicando. El predicador que recibió la carta le contestó que estaba bien. Todo lo que él había escrito estaba completamente a las órdenes de quien solicitaba el material y podría utilizarlo. Y eso es precisamente lo que nosotros aquí en este programa A Través de la Biblia deseamos hacer. Nos damos cuenta que al compartir con usted estas enseñanzas, todos obtendremos muchísima bendición.
Se cuenta el caso de un joven estudiante de seminario bíblico que a la vez servía de Pastor en una iglesia pequeña. Cinco compañeros suyos hacían lo mismo. Los 6 pastores jóvenes entonces, se reunían y discutían las cosas porque eran simplemente estudiantes en el seminario y bastante novatos en cuanto a muchas cosas. Ellos entonces, se juntaban y discutían los problemas mutuos y las situaciones mutuas y cómo encontrar una solución. En el transcurso de dos años, descubrieron algo muy importante. Tomaban lo que aprendían en la clase, lo que les había sido dado y lo compartían con los demás. Y en esa forma, cuando terminaron su curso, cuando graduaron, se habían adelantado ya un año por los menos a los demás miembros de su clase. Ahora, ¿cuál fue la razón para eso? ¿Tal vez porque eran más inteligentes que los demás? No, amigo oyente, no era por eso. “Por casualidad se encontraban en una clase en la cual había algunos jóvenes muy inteligentes, pero estos seis jóvenes no eran los más inteligentes. Simplemente tenían la experiencia de compartir con otros lo que aprendían, y cuando lo hacían, Dios entonces hacía fluir en ellos mucho más que lo que podría ser en cualquiera otra persona. Hay personas que empezaron a escuchar un programa de enseñanza bíblica por radio, llegaron a interesarse, abrieron sus hogares y ahora dirigen una clase bíblica. Otros abren sus hogares y utilizan las grabaciones de este programa, e invitan a pastores para que les enseñen la Biblia. Esta es una buena idea que algunos de los oyentes o quizá todos, pueden llevar a cabo. Muchos pastores han comenzado clases bíblicas y todos testifican del hecho de que ha servido para aumentar su conocimiento de la Palabra de Dios. Y eso es precisamente lo que Dios quiere que hagamos nosotros. Que compartamos Su palabra, que compartamos lo que aprendemos con los demás; porque de esa manera habrá ricas bendiciones no solamente para los demás, sino para nosotros mismos.
En la serie de guías para el entendimiento de las Escrituras que estamos ofreciendo enviar a cuantos nos escriban, hay un dibujo de una mano abierta y sobre ella están escritos los nombres de los libros de la Biblia, para facilitar así el aprenderlos estudiando la mano. Así es que, le invitamos a que nos escriba solicitando su copia cuanto antes para que pueda comenzar su estudio lo más pronto posible.
Y ahora, en el tiempo que nos queda, vamos a repasar los siete pasos, o las siete guías que hemos de seguir para el estudio de las Escrituras. El primer paso fue: empezar con oración; empezar cada estudio bíblico con oración. El segundo paso, es leer la Biblia, pero leerla con entendimiento. La tercera guía es, estudiar la Biblia, es decir, dedicarnos a estudiar la Biblia. El cuarto paso es, meditar en la Biblia, es decir, repasar varias veces lo que hemos leído, lo que hemos estudiado, para extractar de ella alguna enseñanza práctica para nuestra vida. En quinto lugar, leer lo que otros han escrito acerca de la Biblia. El sexto paso es, obedecer la Biblia, y esto es importante porque Dios quiere que obedezcamos lo que Él nos enseña a través de Su palabra. Y en séptimo lugar, compartir la Biblia con otros, que es lo que hemos visto en nuestra lección de hoy.
Y así concluimos esta serie de guías para el entendimiento de las Escrituras. En nuestro próximo programa, daremos comienzo a nuestro estudio del libro de Génesis, el primer libro de la Biblia. Por ahora, gracias por su atención de hoy y le invitamos a que nos vuelva a sintonizar. Será, pues, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, es nuestra oración ¡que el Señor derrame sobre usted Sus ricas y abundantes bendiciones!