2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. (Gén. 1:2)
Dijimos que una gran catástrofe había tenido lugar entre el versículo 1 y el versículo 2. Dijimos también, que Dios no había creado la tierra desordenada y vacía, sino que creó el universo, un Cosmos, una perfección, y no lo creó un caos. Sin embargo, llegó a ser un caos. Lo formó para ser habitado y fue Dios quien llegó a este destrozo y lo transformó para que fuera un lugar habitable para el hombre. Mencionamos también que los hallazgos de todos los estudios del espacio revelan que por mucho que pueda ser determinado, esta tierra parece ser el único lugar habitable en el universo para los seres humanos.
Ahora, el versículo 2 del primer capítulo de Génesis, nos dice que la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Dijimos también que creíamos que todo el universo estaba sujeto a esa gran catástrofe. Ahora, ¿cuál fue esa catástrofe? Sólo podemos sugerir lo que fue. No deseamos entrar en detalles. Llegaremos a otros pasajes de la Escritura y lo discutiremos entonces. Pero por lo visto, había alguna criatura pre-adámica que estaba aquí en la tierra. Y, parece que todo esto está asociado con la caída de Lucifer, hijo de la mañana (Is. 14:12) que llegó a ser Satanás, o el diablo, como lo conocemos hoy día. Creemos que todo esto está implicado aquí, pero Dios no nos ha dado todos los mínimos detalles. El hecho es que Él nos da muy pocos detalles aquí. Leamos una vez más este versículo 2 de Génesis, que dice:
Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía . . . (Gén. 1:2)
Las palabras se movía significan “incubaba”. Es como la gallina con sus pollitos. Él incubaba sobre la faz de las aguas. Luego el Espíritu Santo comenzó un ministerio aquí, y encontramos que es algo que hace muchas veces, y es: crear de nuevo. Llega a esta escena y crea de nuevo. Eso es precisamente lo que hace con nosotros.
Usted recordará lo que el Señor Jesucristo dijo: “Os es necesario nacer de nuevo” y no sólo eso sino también: “Os es necesario nacer . . . del Espíritu”. En el capítulo 3 del evangelio según San Juan, versículo 5, dice: Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. El agua es la Palabra de Dios. Y el Espíritu Santo es el Autor de ella. Es importantísimo entonces, que veamos esto, amigo oyente.
Vamos entonces, a considerar ahora, la construcción de la tierra. Ahora, algo ha pasado en la tierra. Se nos relata de seis días de renovación. Llamamos al primer versículo: “La Creación del Universo”. El segundo versículo nos habla de la “convulsión de la tierra”. Llegamos ahora a la “construcción de la tierra” en seis días, que se menciona en los versículos 3 hasta el 31. Creemos que lo que encontramos aquí es aquel desarrollo. Quisiéramos ahora, dirigir su atención hacia algunas cosas importantes aquí. En el capítulo 20 del libro de Éxodo, versículo 11, dice: Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
No hay nada en este versículo acerca de crear. Dice: hizo. Dios está tomando lo que ya está formado y en estos seis días no está creando sino recreando, es decir, creando de nuevo. Él está haciendo de lo que ya existe, de la materia que sin duda Él había causado que existiera billones de años antes, Él está “creando” la vida para ponerla en la tierra, y asimismo está creando al hombre para la tierra. Siendo que usted y yo somos criaturas, pues, nos importa esta historia. Ahora, desde el versículo 3 hasta el versículo 5, leemos estas palabras:
3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. 4 Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. 5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. (Gén. 1:3-5)
El primer día: la luz. Amigo oyente, tiene que ser un día de 24 horas. No vemos cómo se pueda sacar de esto otra cosa. Lo importante en nuestro estudio de estos versículos es que Dios dice: Seala luz. Diez veces en este capítulo encontraremos palabras así como éstas: Hayala expansión y hayalumbreras, y júntenselas aguas, etc. Alguien los ha llamado, los “Diez Mandamientos de la Creación”. Es un decálogo divino el que tenemos aquí. Y esta es la primera vez que se nos dice que Dios habló. Seala luz; y fue la luz. El segundo día: la expansión.Del versículo 6 hasta el versículo 8, dice:
6 Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. 7 E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. 8 Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. (Gén. 1:6-8)
La palabra en hebreo es “ruach” que significa “atmósfera”. Dios separó las aguas de las aguas. ¿Qué significa eso? Bueno, primero separó las aguas perpendicularmente. Hay agua por arriba y hay agua por debajo de nosotros. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Estos no son los cielos en los cuales usted y yo pensamos. Realmente se menciona tres cielos en las Escrituras. El Señor Jesús habló de las aves del cielo; y creemos que ese es el cielo que tenemos aquí que se menciona en este versículo. Luego, hay las estrellas del cielo y hay el tercer cielo, donde mora Dios. De modo, que el primer estrato es donde están las nubes y donde vuelan las aves. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. El tercer día: la tierra, mares y plantas. Del versículo 9 hasta el versículo 13, leemos:
9Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. 10Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. 11Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 12Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. 13Y fue la tarde y la mañana el día tercero. (Gén. 1:9-13)
Ahora se hace una separación horizontal de las aguas. Primero, las aguas de arriba fueron separadas de las aguas de abajo. Ahora el agua es separada de la tierra. Y no hay nada que no sea científico en cuanto a esto. Nos dicen que cada lugar al costado superior de esta tierra en que vivimos hoy, fue cubierto por agua alguna vez. Ese fue un juicio que ocurrió a la tierra por allá en la eternidad del lejano pasado, y no sabemos casi nada acerca de ello. Cualquier cosa que digamos es especulación. Porque Dios verdaderamente nos ha dicho muy poco aquí. Pero nos ha dicho lo suficiente para que podamos creerlo.
Notemos ahora que: llamó Dios a lo seco tierra. ¿Qué es lo que Dios está preparando? Pues, nos parece que está preparándonos un lugar donde puede poner al hombre, y lo está haciendo habitable. El hombre no es una criatura del agua, aunque existen los evolucionistas que creen que nos originamos en el mar, de la alga marina, como ya hemos mencionado. Otros creen que nos originamos en la basura. Bueno, eso es absolutamente absurdo.
Ahora, Dios crea las plantas aquí porque el hombre hasta el diluvio, era vegetariano, lo que quiere decir que el hombre no comía otra cosa que frutas y nueces. La creación de las plantas, entonces, completó el tercer día. En el cuarto día encontramos el sol, la luna y las estrellas. Del versículo 14 hasta el versículo 19 de este capítulo 1 de Génesis, dice:
14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, 15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. 16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. (Gén. 1:14-19)
Dios no creó el sol y la luna en esta ocasión. Ya estaban en el universo. Dios simplemente los colocó en su lugar. Uno de ellos se encargaría del día, y el sol lo hace bastante bien. La luna lo hace bastante bien de noche. Hay algunos jóvenes que inclusive utilizan la luz de la luna para declararle sus sentimientos a sus enamoradas, y se ven bastante bien influenciados. No conocemos su caso en particular, amigo oyente, pero el autor de estos estudios bíblicos, el Dr. J. Vernon McGee le declaró su amor a la que llegó a ser su esposa, precisamente a la luz de la luna. Como podemos ver, la luna influye mucho en la noche, de eso no hay dudas.
Bueno, luego encontramos aquí una pequeña cláusula: hizo también las estrellas. Ese fue un trabajo grande pero no lo fue para Dios. Fue Juan Wesley quien dijo: “Dios creó los cielos y la tierra. Hizo las estrellas también sin tratar aun a medias de hacerlo”. Fíjese usted que Dios es el que separa aquí. Pone uno para señorear en el día, otro para señorear en la noche, y separa la luz de las tinieblas. Y, ¿sabe usted que todavía hace eso? Hay quienes preguntarán: ¿Cuál es la diferencia entre lo bueno y lo malo? Amigo oyente, Dios lo ha delineado todo muy bien. ¿Cómo es que sabemos lo que es bueno? Bueno, Dios dice lo que es bueno. Dios ha dado ciertos principios. Él separa la luz de las tinieblas, y existe la misma distinción entre lo bueno y lo malo, amigo oyente. Es Dios quien hace la diferencia y hoy todavía continúa haciéndolo. En el quinto día encontramos los animales, los peces y las aves. En Génesis, capítulo 1, versículos 20 al 23, leemos:
20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 23Y fue la tarde y la mañana el día quinto. (Gén. 1:20-23)
Ahora, encontramos aquí un poquito de la evolución, y no queremos que nos entienda mal, amigo oyente. No queremos decir, una evolución que sostiene la tesis de que todo salió de una pequeña célula; sino que queremos decir que Dios hizo una de cada criatura; es decir, una célula de cada criatura. Notemos que dice que creó cada una segúnsu especie. Eso no significa especies, así como dice Darwin. Es más amplio que eso y puede que se considere mejor como “fila”. Significaría una clase entera, como por ejemplo, la clase del caballo incluiría a la cebra. Es decir, Dios creó un animal de la clase del caballo, y todos los demás de aquella clase han procedido de él. Nosotros creemos que esa es la verdad. Es completamente distinto que el decir que todas las cosas comenzaron de una pequeña ameba, negando que Dios creó los animales. Creemos que ha habido cambios y desarrollo pero que ha habido también un desarrollo hacia abajo.
Notemos que Dios proclama que Su obra es buena. El científico dijo que si vamos a enseñar la historia de la creación, podemos también enseñar la teoría de la cigüeña. Bueno, la Biblia ciertamente se deshace de la teoría de la cigüeña. Si leemos cuidadosamente, podremos notar que estos animales debían multiplicarse. Y esto es verdad en cuanto a los hombres también, como veremos más adelante. No se halla a Juanito bajo un árbol, y la cigüeña tampoco trae a Susanita. Dios creó los cielos, la tierra, y los animales.
Llegamos ahora al sexto día y encontramos allí la fertilidad de los animales y la creación del hombre. La expresión: Segúnsu especie aquí, significa también “según su fila”. Y ahora estamos listos a seguir con el sexto día, donde encontramos que Dios separó los animales y las plantas, de la vida humana, porque veremos que Dios hace al hombre a Su imagen. Queremos considerar la criatura que Dios hizo porque sucede que es su bisabuelo y el mío también. Y eso quiere decir que usted y yo somos primos, y que toda la familia humana está emparentada. Ese es el cuadro del hombre que vamos a ver en Génesis.
Y tal parece que nunca vamos a salir de este primer capítulo del libro de Génesis. Un profesor que tenía que enseñar el libro completo de Génesis, pasó un semestre entero enseñando el primer capítulo de este libro. Ahora, es posible que nosotros estemos haciendo lo mismo, pero estamos seguros que vamos a adelantarnos y llegaremos a su final. Nos encontramos ahora ante los versículos 26 y 27 de este capítulo 1 de Génesis, donde leemos:
26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gén. 1:26-27)
En el próximo capítulo veremos más detalles acerca de cómo el hombre fue creado. Aquí tenemos la declaración del hecho sencillo de la creación del hombre. Esta es la tercera vez que encontramos la palabra “bara” en hebreo, que significa “crear de la nada”. Por tanto, vemos aquí que el hombre es creado y que él es algo nuevo. Es la misma palabra que ocurrió en el primer versículo del Génesis. Primero Dios creó el universo físico, y eso se encuentra en el versículo 1. Luego creó vida, y eso lo leemos en el versículo 21:
21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, (Gén. 1:21)
Ahora, Dios crea al hombre, en el versículo 27. Francamente, se puede ver en estos versículos que Dios no nos ha dicho mucho acerca de la creación del universo. Leamos una vez más el primer versículo de este capítulo 1 de Génesis:
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Gén. 1:1)
Y eso es todo lo que Dios nos da en cuanto a la creación. Dios pudo habernos informado de los detalles pero no lo hizo.
En el segundo capítulo informa de los detalles acerca de un hecho de la creación, y es la creación del hombre. ¿Sabe por qué, amigo oyente? Porque esto está escrito al hombre, y Dios quiere que él sepa de su origen. Es, como si Dios estuviera diciendo: “Me gustaría muchísimo que se fijen en su propia creación, y que no especulen acerca de la creación del universo”.
Ahora, se nos dice aquí que Dios dio al hombre señorío en la tierra. No creemos que esto signifique que Dios hizo un tipo de jardinero glorificado para el huerto de Edén. A este hombre le fue dada una autoridad grande. Veremos más adelante que Dios dice que el hombre debe hacer ciertas cosas relacionadas con esta creación que Dios le ha dado. Pero, por ahora, deseamos enfatizar que esta es una de las grandes declaraciones de la Palabra de Dios, y no podemos imaginarnos otra cosa que sea tan maravillosa como ésta.
Ahora, ¿qué significa que el hombre es creado a la imagen de Dios? El hombre siendo creado a la imagen de Dios, es una trinidad. Ahora, alguien dirá que esto quiere decir que el hombre es un ser físico, mental, y espiritual, y creemos que esa es la verdad. El Apóstol Pablo dice lo mismo en su primera carta a los Tesalonicenses, capítulo 5, versículo 23; dice él: y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.
Veremos en el capítulo 2 que realmente significa más que eso. Creemos que incluye el hecho de que el hombre es una personalidad, y como personalidad es consciente de sí mismo. Y luego, él es quien hace sus propias decisiones porque es un libre agente moral. Esta es la cosa que es singular, aparentemente, en cuanto al género humano. Esto se deduce del hecho de que el hombre es creado a la imagen de Dios. Estos versículos no nos dan los detalles acerca de cómo fue creado el hombre, ni cómo fue creada la mujer. No encontramos tales detalles, sino hasta cuando lleguemos al segundo capítulo. Y esa es la razón por la cual decimos que Dios no tenía de intención de informarnos de los detalles con respecto a la creación de este gran universo en el cual vivimos, porque si nos los hubiera dado, tendría que haber añadido muchos más capítulos en cuanto a esta creación. Él no ofrece ninguna explicación más que la que tenemos, que Él es el Creador. Y eso, amigo oyente, nos trae de vuelta a la importantísima verdad que hallamos en el capítulo 11 del libro de Hebreos, versículo 3; dice allí: Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Las cosas que vemos hoy fueron hechas de las cosas que no existían antes. La creación fue hecha de la nada. Alguien nos pedirá que expliquemos esto. Amigo oyente, no se lo podemos explicar. Lo interesante es que la evolución tampoco lo explica. Nunca ha contestado la evolución la pregunta de cómo la nada llega a ser materia. Siempre comienzan con una pequeña ameba, o con una basura, o con un pedacito de alga marina, o con un mono en un árbol.
Amigo oyente, es que nuestras mentes deben tener algo con que comenzar, pero la Biblia empieza con nada. Dios creó. Esta es la revelación grande de este capítulo. En Génesis, capítulo 1, versículo 28, leemos:
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Gén. 1:28)
Ahora, consideremos esto un poquito porque creemos que hemos llegado a algo interesante. Dios ha dado a esta criatura una bendición excepcional. Mandó al hombre que fructificara, se multiplicara, y llenara la tierra. De modo que vemos aquí que Dios es quien ha presentado el asunto del sexo. Es muy interesante que esta generación cree que ha descubierto algo nuevo. Uno recibe la impresión hoy día, que este asunto ha llegado a ser un atolladero psicológico para esta generación, y que esta generación es como el Cristóbal Colón que acaba de descubrir el sexo. Amigo oyente, es Dios quien hace mención del sexo allá en el principio, en el Génesis.
Y bien, aquí concluimos nuestra lección de hoy y proseguiremos, Dios mediante, en nuestra próxima visita. Mientras tanto, ¡que el Señor le bendiga, es nuestra ferviente oración!