Consideramos en nuestra lección anterior, que Dios ha dado a la criatura, es decir al hombre, una bendición excepcional. Le mandó que fructificara, que se multiplicara y que llenara la tierra. Dijimos también que Dios es quien ha presentado el asunto del sexo. Es muy interesante que esta generación cree que ha hecho un descubrimiento nuevo. Uno recibe la impresión hoy día que este asunto del sexo ha llegado a convertirse en una obsesión para esta generación, y que esta generación es como el Cristóbal Colón que acaba de descubrir el sexo. Pero dijimos que Dios es quien hizo mención del sexo aquí en el libro de Génesis. Dios ha empleado cuatro métodos para colocar al hombre en la tierra. Un método, fue la creación directa y así produjo a Adán. Otro, fue la creación indirecta que produjo a Eva. El tercer método fue el parto virginal de María, y así fue como Jesucristo llegó a ser un hombre. Y el cuarto método, es la reproducción y eso se conoce bien en nuestros días.
Por cierto que estamos arrastrando la reproducción a un nivel al cual Dios nunca tuvo la intención de que fuera llevada. Amigo oyente, Dios creó al hombre para que se reprodujera. Esta es una verdad maravillosa y gloriosa y no debe ser tomada para hacer de ella una cosa sucia, como hacen los hombres ahora. Tantas personas escriben libros sucios y los llaman literatura; producen cosas sucias que llaman arte. Algunos de los críticos están hablando ahora en contra de estos asuntos y damos gracias al Señor por esa actitud. Mucho de lo que llaman arte, es odioso y hasta repugnante y no es arte en ninguna manera. No es nada más que obscenidad y lo hacen simplemente para obtener dinero. Amigo oyente, Dios nunca tuvo la intención de que se abusara del sexo de esta manera.
Dios creó al hombre a Su imagen; Dios es el ser personal, esencial, y al dar al hombre un alma inmortal, le dio también una verdadera personalidad. El hombre posee una conciencia de sí mismo, y tiene el poder de la elección libre. El hombre tiene una distinta responsabilidad moral. Y ahora, Dios le manda a ser fructífero. Esa es la reproducción. Pero fíjese también que Dios le manda a llenar la tierra. Y esta es una palabra interesante. En el hebreo parece indicar que esta tierra ya había sido poblada antes por otras criaturas. Por lo visto, Dios dice que deben llenar la tierra porque cualesquiera que fueran esas otras criaturas, habían sido destruidas y habían desaparecido.
Ahora Dios también le dice al hombre: “Sojuzgad la tierra”. Creemos que esta es la base de la educación y de la exploración científica de hoy. Esta es la base de la exploración de la luna por parte del hombre. En Proverbios, capítulo 25, versículo 2, encontramos estas palabras: Gloria de Dios es encubrir un asunto; pero honra del rey es escudriñarlo. Dios esconde diamantes muy profundos en la tierra, y también pone los tesoros en un lugar donde el hombre ha de buscarlos; y francamente creemos que es lo mismo en cuanto al conocimiento. Creemos que es verdad en cuanto al estudio de la Palabra de Dios. Dios quiere que empleemos el laboratorio y el tubo de ensayo. Quiere que miremos por el microscopio. Lamentablemente, el hombre sale con una bomba atómica con el intento de destruir toda la raza humana.
Ahora, Dios dice que el hombre debe señorear en la tierra. El hombre no es simplemente un jardinero para cortar el césped. El hombre debe señorear en la tierra. Creemos que Adán tuvo control sobre los elementos, y pudo haber mandado que lloviera cuando faltaba la lluvia, y pudo haber hecho que brillara el sol cuando le faltaba. Señoreaba en la tierra. Creemos que podía haber mandado que se abrieran las nubes como abrimos hoy el sistema de riego en nuestros días para regar el césped. Podemos ver esto en el Señor Jesús. Tuvo control sobre los elementos cuando estuvo aquí en la tierra. Pudo mandar que se calmara la tempestad, y podía dar de comer a las multitudes. Y creemos que a Adán le fue posible hacer esto antes de que cayera en pecado. Pero cuando cayó en pecado, entonces perdió aquel señorío. Los tres últimos versículos del primer capítulo de Génesis, dicen:
29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto. (Gén. 1:29-31)
Esto, amigo oyente, nos trae al final del capítulo uno, y vamos a hacer un resumen aquí.
¿Cuáles son algunas de las cosas que notamos en este capítulo? Bueno, una de ellas es el hecho de que Dios se menciona aquí 32 veces. La Biblia no hace ningún intento para probar que hay un Dios. Ahora, ¿por qué no lo hace? Porque Dice el necio en su corazón: No hay Dios. (Sal. 14:1). Dios no trata de probar Su propia existencia. La Biblia es un libro escrito para revelar la verdad espiritual, religiosa, y redentora. Y esa nos llega sólo por la fe. De modo que tenemos aquí el hecho de que Dios es Aquel que creó.
En este primer capítulo de Génesis, aprendemos específicamente acerca de la unidad, el poder, y la personalidad de Dios. Eso es exactamente lo que Pablo escribe a los Romanos, en el capítulo 1, versículo 20, cuando les dice: Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Francamente, amigo oyente, Dios nos ha limitado a fin de que tengamos fe en Él mismo.
También encontramos algunas otras cosas en este capítulo. Notemos que niega el politeísmo. Un sólo Dios crea. Niega también la eternidad de la materia. Comienza en el principio. Todo tuvo un principio, amigo oyente. Esto es verdad a pesar del hecho de que hubo un tiempo cuando la ciencia enseñaba la eternidad de la materia. Este capítulo niega también el panteísmo.
Dios es antes que todas las cosas, y existe aparte de ellas. Encontramos también que niega el fatalismo. Dios obra en la libertad de Su voluntad.
Y vamos a concluir esta porción del estudio del primer capítulo de Génesis, dando una lista de las características notables de este capítulo. Primero, hubo orden. Segundo, hubo un progreso definido. Tercero, hubo puntualidad. Y cuarto, hubo perfección. Y esto nos trae al comienzo del segundo capítulo de Génesis, y nos encontramos allí con Adán puesto en el huerto bajo algunas condiciones. Más adelante consideraremos el día de reposo.
En este segundo capítulo del Génesis, ocurre un gran principio de la revelación por primera vez, que no encontramos con frecuencia más adelante. Es una huella dactilar de la inspiración. Es la ley de repetición o de recapitulación. En otras palabras, el Espíritu de Dios al dar la Palabra de Dios, tiene la costumbre de declarar varios eventos en un breve bosquejo. Da una serie de grandes hechos y verdades, pero no la da de un modo detallado ni elaborado. De esta manera, nos ha informado en cuanto a los seis días de la creación. Luego, vuelve para sacar de aquel detalle lo que le es de más importancia, y entonces da muchos detalles más a ese respecto. En Génesis, capítulo dos, la creación del hombre en el sexto día, como se nos relata en el primer capítulo, sale una vez más a la luz para darle más atención. Este es el asunto importante que Dios quiere aclarar y tratar en detalle.
Eso es lo que ocurre con el libro de Deuteronomio. Deuteronomio es la interpretación de la ley después de la experiencia de 40 años con ella en el desierto. No es simplemente una repetición de la ley, sino más bien una interpretación de ella. Así mismo notamos que hay cuatro evangelios. Encontramos muchas veces que se sigue este procedimiento en la Palabra de Dios.
El tema de este capítulo 2 de Génesis es la creación del hombre. Es esta la que saca Dios del relato de la creación, y nos la explica con más detalles. Aunque la creación del hombre es el tema del capítulo 2, encontramos que empieza aquí con el día de reposo. Dice el capítulo 2, versículos 1 hasta el 3:
1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. 2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. (Gén 2:1-3)
Ahora, no perdamos de vista la importancia que tiene el día de reposo. ¿Qué quiere decir cuando dice que Dios reposó de la obra que hizo? ¿Significa que Dios se cansó, y que se sentó un día, y dijo: “Bueno, trabajé mucho en esta semana. Han sido unos días muy agitados. He trabajado más de 40 horas en esta semana, y necesito descansar”? Amigo oyente, sería una verdadera tontería mirarlo desde este punto de vista. Dios reposó de Su obra. Eso quiere decir que, cuando Dios terminó sus seis días, pudo mirar todo lo que había hecho, y ver que era buenísimo. No le quedaba más que hacer.
Cada vez que salgo de la oficina, siempre queda mucho trabajo que hacer en el escritorio, y trato de meter algunos papeles en el portapapeles para llevarlos conmigo. Nunca me ha sido posible sentarme para decir: “Lo he terminado todo. No me queda más trabajo que hacer”. Pero, eso es lo que Dios hizo. Al final de los seis días, Dios reposó al séptimo día, porque Su obra fue terminada. Esa es una de las grandes verdades espirituales que debemos notar.
Ahora, en los capítulos tres y cuarto de Hebreos, se nos dice que entramos “en reposo”. La palabra es la misma como para el día de reposo; entramos en Su día de reposo. ¿Qué significa? Quiere decir que entramos en Su perfecta redención. Cuando Cristo murió hace 2.000 años por usted y por mí en la vergonzosa cruz del calvario, obtuvo allí una redención perfecta para nosotros. Nos ofrece esta redención para que entremos en ella, y para que Pablo pudiera decir en su carta a los Romanos, capítulo 5, versículo 5: Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Amigo oyente, yo no tuve que hacer absolutamente nada para obtener mi completa salvación. “Todo lo pagó, Cristo quien por mí, libremente derramó Su sangre carmesí”. Esto es lo que cantamos al final de cada programa.
Hagamos ahora un sumario de los primeros cinco días de la restauración. Creemos que este universo tan inmenso en el cual vivimos había estado aquí por un largo período de tiempo; pero que algo había pasado en la tierra, y a mucho de la creación. Como resultado, Dios entró, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas, y el caos se convirtió en cosmos. En ese tiempo, Dios creó de nuevo. Nos da un relato breve de esto antes de darnos más detalles en cuanto a la creación del hombre. Los versículos 4 al 6 de este capítulo 2 de Génesis, dicen lo siguiente:
4 Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, 5 y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, 6 sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. (Gén. 2:4-6)
En realmente, esta palabra “orígenes”en el hebreo, quiere decir “familias”. Este libro del Génesis no es sólo el libro de orígenes, sino también el libro de familias. Estas son las familias de los cielos, y de la tierra.
Ahora, fijémonos que un vapor de la tierra regaba toda la faz de la tierra. Y eso estuvo aquí antes de que el hombre estuviera en la tierra. Empezamos a ver y descubrir el propósito de Dios en el capítulo uno. Estaba preparando un hogar para el hombre que Él hizo. Y ahora, Dios está preparándose para mover a este hombre al lugar que ya le ha preparado. Creemos que esta es una de las cosas más notables que se encuentran en esta sección particular que está ante nosotros.
Consideremos ahora, el método de la creación del hombre. Hemos visto en el capítulo uno, que la materia inorgánica fue creada de la nada. Eso se encuentra en el primer versículo, donde dice que en el principio creó Dios los cielos y la tierra. De la nada a la materia inorgánica fue el primer paso. Luego, hubo la creación de lo inorgánico a lo orgánico; es decir, la vida. Eso se encuentra en el versículo 21, donde Dios creó grandes monstruos marinos, y todo ser viviente. Creó la vida animal. Surge entonces la pregunta, de si creó la vida vegetal. Por lo visto, la vida vegetal no había sido destruida. La semilla evidentemente ya estaba en la tierra. No deseamos ser dogmáticos en cuanto a eso, pero parece ser la implicación cuando Dios mandó a la tierra que produjera hierba verde y hierba que daba semilla. Como ya hemos dicho varias veces antes, Dios nos da muy pocos detalles en cuanto a esto.
Ahora pasamos de lo orgánico a la creación del hombre; y por tanto no es una transición. La evolución no puede llenar el vacío que nos lleva a la aparición de seres inteligentes en la tierra. La tierra estaba preparada ahora para la venida del hombre. Dice el versículo 7 de este capítulo 2 de Génesis:
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. (Gén. 2:7)
Una vez más, nos vemos limitados aquí por lo que nos dice Dios. Físicamente, Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Es muy interesante que nuestros cuerpos se compongan de unos 15 o 16 elementos químicos. Aquellos mismos elementos químicos están en la tierra. El hombre fue formado físicamente del polvo de la tierra. En realidad, se puede destilar nuestros cuerpos físicos, y separarlos en los elementos químicos de los cuales somos hechos. Hubo una vez cuando estos elementos químicos tenían un valor de casi tres dólares, pero dicen que ahora está subiendo el precio. Pero esto es lo que en verdad valemos, porque fuimos físicamente formados del polvo de la tierra.
Pero el hombre es más que polvo. Físicamente, polvo es y al polvo volverá, pero su espíritu va a Dios. ¿Por qué? Porque Dios sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Ahora, ¿qué es lo que Dios le sopló? Le sopló el aliento de vida el cual le dio la vida que es física, vida que es psicológica, y vida que es espiritual. En otras palabras, el hombre entra en una asociación maravillosa con Su Creador. Tiene una capacidad para Dios, y se encuentra en su mismo ser. Esto es lo que separa al hombre de todas las demás criaturas que hallamos en el universo de Dios. Claro que hay los ángeles, pero créanos que es muy poco lo que sabemos de ellos.
Cualquier teoría de la evolución, inclusive la evolución teísta, no puede dar cuenta de la palabra humana, ni pueden explicar la conciencia humana ni la personalidad humana. Estas son tres cosas con las cuales la evolución tiene algo de dificultad. Uno puede tomar los huesos de un hombre y compararlos con los huesos de algún antropoide, y ver una semejanza notable en sus huesos. Sin embargo, nos dicen que hay una divergencia amplia también. Pero es de esperarse que hubiera una cierta semejanza porque Dios hizo mover a los dos en el mismo ambiente, y naturalmente, la carrocería sería igual. Hay una similitud muy notable entre la carrocería de un automóvil Ford y un automóvil Chevrolet. Pero mejor es que no se lo digamos al comerciante local de la Ford o de la General Motors, porque le dirá que hay una diferencia vasta entre las dos. Sin embargo, la carrocería ha de tener algo fijo sobre las cuatro ruedas, y una rueda ha de ser colocada en cada esquina, y hasta cierto punto, pues la carrocería tiene que ser cuadrada. Las dos han de fallar en la autopista a las cinco de la tarde de modo que las dos necesitan tener balance, y las dos necesitan tener máquina. Deducimos pues, que son semejantes, y sin embargo, no son exactamente iguales.
Ahora, el hombre y los animales tienen similitudes, pero el hombre es una criatura muy diferente. Dios sopló en el hombre el aliento de vida, y el hombre llegó a ser un alma viviente. Formidables y maravillosas son las obras de Dios, y esto debemos siempre tenerlo presente. Consideremos ahora, el sitio geográfico del hombre. El versículo 8 de este capítulo 2 de Génesis, dice:
8 Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. (Gén. 2:8)
No podemos decirle dónde estaba exactamente el huerto de Edén. Estamos seguros que estaba en alguna parte del valle entre los ríos Tigris y Éufrates. En efecto, pudiera haber estado en todo el valle. Aquel valle originalmente fue un lugar muy fecundo, y todavía lo es. Es una parte de la fértil creciente verde, y en un tiempo sembraron grano allí. Simplemente recogían la cosecha porque crecía ella misma. Probablemente aquella área llegará a ser de nuevo el mismo centro de la tierra. Dice ahora el versículo 9 de este capítulo 2 de Génesis:
9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. (Gén. 2:9)
Estos son árboles extraordinarios que se mencionan aquí específicamente. Tenemos el árbol de la vida, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. No podemos decirle mucho acerca de ellos, porque, francamente, no se encuentran hoy en día. Han sido quitados de la escena. Pero había de toda clase de árboles, y notamos que eran deliciosos a la vista, y también buenos para comer. Había belleza en ellos, y también había el lado práctico en que eran buenos para comer. Es como entrar en una mueblería, donde el ebanista le dice que un mueble es muy bello, además de ser muy práctico, funcional. Por tanto, estos árboles en el huerto de Edén eran tan bellos, como funcionales.
Y vamos a detenernos aquí por esta oportunidad y en nuestro próximo programa, trataremos de finalizar el estudio de este segundo capítulo del libro de Génesis. Será, pues, hasta entonces, ¡que Dios le bendiga es nuestra ferviente oración!