Dijimos que usted posiblemente va a sorprenderse y a escandalizarse cuando escuche lo que vamos a decir en cuanto a la lectura devocional. La verdad, amigo oyente, es que no recomendamos la lectura devocional de ninguna manera, como medio para estudiar la Palabra de Dios; porque hemos notado a través de los años que muchas personas que hacen con toda fidelidad lo que llaman la lectura devocional, continúan desconociendo la Biblia.
En primer lugar, la lectura devocional se hace por lo regular, a una hora cuando no debiera hacerse. Y sucede como el caso de una familia que tenía la costumbre de hacer el devocional todas las mañanas durante el desayuno. Lamentablemente, el desayuno siempre se servía algo tarde, y los niños tenían tanta prisa en salir para la escuela que ni siquiera se daban cuenta de lo que se leía. El padre, por su parte, tenía que salir para su trabajo, y disponía de sólo un determinado número de minutos para terminar su desayuno y salir. Y por lo general seleccionaba una porción pequeña y luego decía “Pues, como no nos queda mucho tiempo, vamos a leer esta porción que es bien conocida”. Y por supuesto, el tiempo era corto. Todo tenía que hacerse de prisa. Al terminar la lectura, los dos niños salían de la mesa como si hubieran sido disparados por una escopeta, y el padre salía casi tan rápido como ellos. La madre era la única que quedaba en casa con la loza, y quizá ni ella había escuchado lo que se había leído.
Por esa razón no es recomendable efectuar la lectura de la Biblia en esa forma. Es muy importante que los miembros de la familia lean la Biblia individualmente y por su propia cuenta. Este es el único método que es verdaderamente provechoso. Creemos que ninguno de nosotros nos reuniríamos en la casa para estudiar matemáticas de esa manera. El padre no juntaría a su familia a la hora del desayuno y tomando el libro de matemáticas diría: “Bueno, vamos a tener una lectura devocional de matemáticas”, para luego hablar de la lección que tenían que aprender ese día. Podemos asegurarle, amigo oyente, que ninguno de nosotros aprendería mucho de matemáticas con un estudio de esa naturaleza.
Ahora, quizá usted diga: “Bueno, eso es cuando se efectúa la lectura devocional por la mañana, cuando está uno al comienzo del día y tiene tantos apuros; pero yo hago mi lectura devocional por la noche, después que ya se terminan todos los afanes y los apuros del día”. Muy bien, permítanos, entonces, una pregunta: ¿No es verdad que lee la Escritura precisamente antes de acostarse, cuando ya tiene un pie en la cama, un ojo casi cerrado, y entonces busca una porción de la Escritura y la lee? Y luego se acuesta y hasta se olvida de lo que ha leído. Pues, amigo oyente, cuando se hace un estudio de la Biblia de esa manera y a esas horas de la noche, no se puede aprender mucho. Hay otras personas que se despiertan de noche y tienen dificultad para volver a dormir. Así es que toman la Biblia para leerla y entonces se quedan dormidos; es decir, que la Biblia les produce sueño. Amigo oyente, no creemos que la Biblia deba ser leída en aquellas horas, en esas circunstancias. Creemos que la Biblia debe ser leída cuando pueda dedicársele el tiempo que ella merece. Si no encuentra tiempo, debe entonces apartar el tiempo para leerla; debe apartar unos 30 minutos, o una hora, o lo que sea conveniente. Si es que usted hace las cosas casualmente como muchas personas, pues, debe apartar 30 minutos un día; el próximo día tal vez solamente cinco minutos; al día siguiente 2 o 3 horas; este es el mejor método de leer la Biblia, como mejor se ajuste a su horario.
No vamos a dictar aquí una larga lista de reglas particulares, pero creemos que cada persona en particular debe leer la Biblia por su cuenta. Otro aspecto que es también importante es el
animar a los niños a que lean la Biblia. Por supuesto que nos referimos a aquellos niños que ya pueden leer. Es tan satisfactorio cuando los hijos tienen que salir de su hogar para ir a estudiar a otra parte, recibir noticias de ellos y poder darse cuenta de lo que Dios les ha enseñado a través del estudio que ellos constantemente hacen de la Palabra de Dios. Por esa razón consideramos muy importante enseñar y animar a los niños a que lean individualmente la Biblia por su propia cuenta. De esa manera, cuando están ausentes del hogar, continuarán con esa provechosa costumbre.
Ahora, sabemos que esto ha sido una sorpresa y quizá hasta un escándalo para algunas personas que pensaban que la lectura devocional era un buen método para estudiar la Biblia. Bien, si ese es el método que Dios le guía a hacerlo, hágalo así. Pero bien podemos garantizarle que usted no será estudiante inteligente de la Biblia después de 20 años de leerla por el método devocional. No será mucho lo que habrá aprendido. Hay que estudiar la Palabra de Dios; y la Biblia es para estudiarla inteligentemente. Recordará usted el caso del eunuco Etíope que se narra en el capítulo 8 del libro de los Hechos, quien estaba leyendo las Escrituras y no entendía lo que leía. De modo que, Dios envió a Felipe para que se acercara y se juntara al eunuco Etíope y le preguntara: ¿Entiendes lo que lees? El hombre era honesto; después de todo era tesorero y debía ser honesto. Así que, confesó lo que muchos debieran confesar hoy en día. Dijo él: “¿Y cómo podré? Me falta alguien que me ayude, no sé de qué habla. ¿Hablaba Isaías de sí mismo o de algún otro?” Creemos que debe haber un estudio de la Palabra de Dios, de otra manera, no podremos entenderla, no obtendremos el resultado que deseamos.
Me agrada profundamente que haya quienes, en muchas partes, se reúnen en sus hogares para estudiar la Biblia en literalmente centenares de clases. Muchos pastores también han decidido llevar a cabo un estudio que abarca toda la Biblia, así como en este programa, y se han dado cuenta que ha sido una verdadera bendición para ellos; y lo han empezado en sus iglesias pidiendo a los miembros que estudien la Biblia. Y eso es de suma importancia.
Se ha dicho que Juan Wesley era un hombre de un solo libro. Ahora, ¿qué es lo que hacía que Juan Wesley fuera un hombre de un solo libro? Pues, el hecho de que él se levantaba todos los días a las cuatro y a las cinco de la mañana para leer la Biblia. Se dice que leía la Biblia en 5
idiomas. Bueno, Juan Wesley sí estudiaba la Palabra de Dios. Y a usted y a mí, nos hace falta estudiar la Palabra de Dios. Nos falta extraer de ella su verdadero significado.
Y esto nos conduce a la cuarta guía, o cuarto paso de importancia para el estudio de las Escrituras. Este cuarto paso es: Meditar en la Biblia. La meditación es algo que Dios enseñaba a Su pueblo. La Palabra de Dios debía estar delante de los hijos de Israel todo el tiempo para que meditaran en ella. Escuche con atención lo que dice la Escritura a este respecto. En Deuteronomio, capítulo 6, versículos 6 al 9, se encuentran estas palabras:
6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; 7 y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. 8 Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; 9 y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. (Dt. 6:6-9)
¿Se fija usted, amigo oyente? La Palabra de Dios debía permanecer delante de ellos. Debían escribirla en sus casas, en los postes de sus casas, en los dinteles de sus puertas. Debía ser aquello de lo cual se hablaba al comer y al acostarse de noche. Esta es una declaración admirable la que el Señor nos ha dado. Les dijo que la escribieran en todas partes para que quedara grabada en sus corazones y vidas.
Hoy día ya nos hemos olvidado de esto. Claro que de vez en cuando se puede ver un versículo de la Escritura colgado en alguna parte. Lamentablemente y con mucha frecuencia, se ha escrito en tal manera que hasta resulta difícil leerla. Otras veces, no tiene ninguna apariencia digna. Con frecuencia se puede ver también en plena calle un carro de esos destartalados que lleva pegado un versículo de modo que apenas se puede ver. Luego, tenemos los anuncios de las bebidas alcohólicas y de cigarrillos, y es hasta asombroso notar lo digno que lucen. Pasemos simplemente por cualquier avenida principal en una de nuestras grandes ciudades y podremos notar un gran número de vallas anunciadoras que hacen publicidad de bebidas alcohólicas y de cigarrillos. No es entonces de asombrarse que haya tantas personas que beban y que fumen si es que todo esto está grabado en sus corazones y en sus mentes; por dondequiera que miran hay un anuncio allí mismo delante de sus ojos. Toma esta, toma aquella, fuma de este, fuma de aquel.
Toma de esta, porque si no tomas de esta, estás chiflado. Y eso es exactamente lo que los anuncios tratan de comunicar. Dan a entender que los “inteligentes” son los que toman y los que fuman; y aquellos que no tomamos ni fumamos, pues, somos una especie rara. Recuerdo que hace muchos años era todo lo contrario. Todo el mundo creía que el borracho era quien estaba algo chiflado. Hoy en día, se le considera simplemente enfermo, y él, por su parte, no cree que es pecador.
La meditación de la Palabra de Dios, amigo oyente, requiere que la mantengamos constantemente delante de nuestros ojos. Había un señor en la ciudad de Cleaburn, en el estado de Texas en los Estados Unidos, que era propietario de la planta de Coca Cola en ese lugar. Cierto día recibió a un visitante en su oficina quien al entrar le dijo: “¿Sabe que conté 13 anuncios de Coca Cola en la plaza? ¿Es necesario anunciar al pueblo 13 veces acerca de la Coca Cola, cuando ya todo el mundo sabe que este producto existe?” Entonces, el propietario de la planta hizo esta pregunta a su visitante: “Dígame, ¿desde cuando ha visto usted una bolsa de café Arbuckle?” “Bueno”, contestó el visitante, “tengo que confesar que desde mi niñez no he visto una bolsa de café Arbuckle”. Entonces, el propietario de la planta de Coca Cola, dijo: “Hace años el café Arbuckle se anunciaba tanto como se hace con la Coca Cola hoy; y los que producían el café Arbuckle calcularon que ya todo el mundo sabía del café, y dejaron entonces de anunciarlo; no le hicieron más propaganda. Por eso resulta que hoy día nadie sabe ni siquiera que existe el café Arbuckle. Un cierto porcentaje del costo de cada botella de Coca Cola se emplea para hacer propaganda, y es hasta sorprendente la cantidad de dinero que se utiliza para esta propaganda. Los que producen jabón creen que es necesario hacer propaganda repetidas veces. Y, ¿qué diremos de las compañías tabacaleras? Hacen propaganda a todo costo. Tenemos que admitir que algunos tipos de propaganda caen en lo ridículo, sin embargo allí están cumpliendo su objetivo, es decir, mantener el nombre del artículo que se anuncia frente a las personas que escuchan o lo miran.
Bueno, Dios declara también que hay que dar prominencia, hay que dar prioridad a Su palabra. Si es que vamos a entender la Palabra de Dios, tenemos que meditar en la Biblia. Por supuesto, una familia está separada durante el día; la esposa escucha un programa en el hogar; el esposo lo escucha en el trabajo; en la hora de la cena, ambos discuten lo que aprendieron o lo que
se enseñó de la Biblia en aquel día. Bueno, esa es la meditación. Es repasar lo que se ha aprendido varias veces. Permítanos ahora una pregunta: ¿En qué piensa usted cuando no tiene una cosa específica en la cual ocupar su mente? Alguien preguntó en cierta ocasión a un hombre: “Cuando no duerme de noche, ¿cuenta cabezas de ovejas?” A lo cual el hombre respondió: “No. Pero en cambio hablo con el Pastor”. Eso es lo que se requiere del pueblo de Dios. Dios exige que meditemos en Él y en Su palabra. ¿Qué significa en realidad meditar en la Palabra de Dios? En el Salmo primero, los versículos 1 y 2, hay una declaración muy interesante, dice así:
1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. (Sal. 1:1-2)
Amigo oyente, el meditar es reflexionar, recordar, y considerar una y otra vez. La vaca, por ejemplo, reflexiona cuando está rumiando. Usted sabe que la vaca sale de mañana y come su pasto en las horas en que éste está fresco. Luego, cuando sale el sol y hace calor, la vieja vaca se echa bajo un árbol, o se para allí mismo en la sombra. Usted la ve rumiando y se pregunta, ¿qué es lo que mastica esa vaca? Pero allí se queda, rumiando por una o dos horas. Bueno, amigo oyente, ella está meditando. Se nos enseña que una vaca tiene un estómago complejo. Por la mañana ella come el pasto algo de prisa y lo acumula en una de las cámaras del estómago. Luego, por la tarde cuando hace calor, lo cambia de una cámara a otra y en el proceso lo rumia bien de nuevo. Bueno, eso es precisamente lo que necesitamos aprender con respecto a la Palabra de Dios. Debemos tomar lo que hemos leído y estudiado, y luego meditarlo, reflexionar en ello.
Creemos que esta es la ventaja tremenda que un predicador o maestro de la Palabra de Dios tiene ante otras personas. Al preparar un mensaje, toma un versículo de la Escritura, y pasa horas enteras leyéndolo repetidas veces y comprobando lo que otros han dicho con respecto a ese texto, y simplemente lo vuelve a leer. Este proceso es algo maravilloso, amigo oyente, y cada vez que se lleva a cabo, nuevas verdades brotan de aquel pasaje.
Hace algunos años el Dr. Harry Ironside dijo que había escuchado a un hombre dictar una conferencia sobre el Cantar de los Cantares y había dado una interpretación bastante desproporcionada que más bien perjudicó a Salomón. La Biblia muestra claramente que Salomón era lo suficientemente malo, pero no hay necesidad de pintarlo más malo de lo que era en realidad. De todos modos, el Dr. Ironside no quedó satisfecho con tal interpretación, y por eso decidió leer el Cantar de los Cantares repetidas veces. En efecto, se arrodillaba rogándole al Señor que le diera entendimiento en cuanto al contenido de ese libro, porque no lo entendía. Lo leyó una y otra vez por varias semanas y meses, y por fin, pudo notar que una nueva luz salía de aquel libro. Cuando consideremos el Cantar de los Cantares, utilizaremos precisamente la interpretación que el Dr. Ironside ha dado, por dos razones: Primero, satisface nuestra mente y nuestro corazón mejor que cualquiera otra interpretación; y segundo, porque sabemos que el hombre que dio esa interpretación pasó mucho tiempo meditando en este libro.
La meditación es un arte que se ha perdido en el día de hoy. Y una vez más, permítanos decir que 30 minutos después que termina la lectura devocional, ese hombre que va rumbo a su trabajo, y la esposa que está barriendo la cocina o lavando los platos, tenemos la impresión de que si uno le preguntara a cualquiera de ellos ¿qué fue lo que leyeron al desayuno?, no podrían responderle. Necesitamos aprender a meditar en la Palabra de Dios. ¡Cuán importante es la meditación!
Aquel eunuco etíope, de quien se habla en el capítulo 8 de los Hechos de los Apóstoles, iba leyendo el libro del profeta Isaías mientras iba por el camino. Realmente él estaba estudiando el libro de Isaías, porque había llegado a una porción que no entendía, y tenía dificultad con ella. La volvió a leer muchas veces. Y entonces, llegó este hombre Felipe, a quien guiaba el Espíritu de Dios, y comenzando desde esa Escritura, le predicó el evangelio de Jesucristo. Imagínese, amigo oyente, cuando él llegó a ese pasaje de la Escritura en Isaías, capítulo 53, versículo 6, donde dice:
6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. (Is. 53:6)
Me hubiera gustado haber estado allí aquel día para escuchar a Felipe. El eunuco siguió gozoso. Meditaba en el Cordero que fue llevado como oveja al matadero.
Amigo oyente, ¡cuánto necesitamos meditar en la Palabra de Dios hoy! Francamente, la televisión hoy, en muchos hogares, está eliminando la posibilidad de meditar, y hasta está cambiando la vida espiritual de muchas familias. En tiempos pasados, muchos niños aprendían con facilidad y de memoria el versículo de Juan 3:16 en su hogar, y bien podrían haber cantado el himno tan conocido, “Cristo Me Ama”. Hoy, en cambio, se los oye cantar sin dificultad la ridícula propaganda de la televisión acerca del jabón, o de un tal cigarrillo, o de cualquier otro producto. Se han aprendido de memoria la música y las palabras de los anuncios comerciales, pero no pueden cantar “Cristo Me Ama”. Amigo oyente, una de las razones por la cual nuestras iglesias se están volviendo más y más frías, y más indiferentes en cuanto a la Palabra de Dios, es simplemente debido a la falta de meditación en la Palabra de Dios.
Al recorrer a través de la Biblia esta vez, es necesario aprender a meditar en ella. Muchas personas después de escuchar un mensaje se han puesto a meditar en él y han surgido algunas preguntas e inquietudes con relación a determinado pasaje de las Escrituras. Bueno, tales preguntas e inquietudes indican que las personas están meditando en la Palabra de Dios. Y es nuestra esperanza que esto ocurra en nuestro estudio de cinco años.
Bien, amigo oyente, nuestro tiempo ha tocado a su fin. En la continuación de este estudio retornaremos en nuestro siguiente programa y confiamos que usted nos vuelva a sintonizar. Le recordamos que las notas y bosquejos, oferta gratuita de este estudio bíblico están a su disposición. Si no las tiene, o no las ha pedido todavía, escríbanos solicitando este material a la dirección que proveemos al finalizar este programa. Cuando nos escriba, tenga muy en cuenta hacerlo con letra clara y legible, indicando su nombre y dirección completos y en orden, sin que falte detalle alguno, pues cada parte de sus datos personales nos ayudarán para enviarle sin demora las notas y bosquejos que ofrecemos sin costo alguno para usted. Quedamos, pues, en espera de sus noticias. Será, entonces, hasta nuestro próximo programa, amigo oyente, es nuestra oración ¡que el Señor le bendiga ricamente!