1Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. 2Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre? 3Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. (Gén. 30:1-3)
Notamos aquí que Jacob se perturba. En aquel entonces, una mujer se sentía deshonrada, a menos que diera a luz, y cuántos más hijos tuviera, mejor posición tenía. Notamos aquí que siguen la costumbre de aquel entonces. Recuerde usted que Abraham y Sara hicieron lo mismo. Dios no lo aprueba tampoco. El relato está aquí y es exacto, pero es obvio que Dios no lo aprueba. Ya hemos dirigido nuestra atención hacia la rivalidad que hubo en la familia de Abraham. La hubo también en la familia de Isaac, y ahora vemos que existe ya esta rivalidad en la familia de Jacob.
Los siguientes versículos del capítulo hablan del nacimiento de dos hijos de Jacob a Zilpa, la sierva de Lea, y luego habla del nacimiento de dos hijos más a Jacob y a Lea. Luego, nació José a Raquel, y más tarde, nació Benjamín. Y haremos aquí una pausa para anotar los doce hijos de Jacob, porque es importante que los recordemos bien.
Los hijos nacidos a Lea fueron: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, y Dina, una hija. Ahora, los hijos nacidos a Bilha, la sierva de Raquel, fueron: Dan y Neftalí.
Los hijos nacidos a Zilpa, sierva de Lea, fueron: Gad y Aser. Y los hijos nacidos a Raquel misma, fueron: José y Benjamín.
Notamos que Lea dio a luz la mitad de los doce hijos de Jacob. Cada uno de sus hijos tuvo un puesto de significación entre los doce hijos de Jacob, cuando llegaron a ser las doce tribus de Israel. Leví llegó a ser la tribu sacerdotal, y Judá llegó a ser la tribu real. Prosigamos ahora con los versículos 22 al 24:
22Y se acordó Dios de Raquel, y la oyó Dios, y le concedió hijos. 23Y concibió, y dio a luz un hijo, y dijo: Dios ha quitado mi afrenta; 24y llamó su nombre José, diciendo: Añádame Jehová otro hijo. (Gén. 30:22-24)
Este hijo José que se menciona aquí, es el muchacho que irá más tarde a la tierra de Egipto. Y le seguiremos más adelante en el libro. Es una persona muy notable, pero nos ocuparemos de él más adelante. Leamos ahora los versículos 25 al 27 de Génesis, capítulo 30:
25Aconteció cuando Raquel hubo dado a luz a José, que Jacob dijo a Labán: Envíame, e iré a mi lugar, y a mi tierra. 26Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho. 27Y Labán le respondió: Halle yo ahora gracia en tus ojos, y quédate; he experimentado que Jehová me ha bendecido por tu causa. (Gén. 30:25-27)
Ahora, escuche al tío Labán. No ha terminado con él todavía. Aprendió lo mismo que Abimelec, el rey de Gera,r aprendió cuando Isaac estuvo con ellos. Era bendecido. El tío Labán ha descubierto que Dios está con Jacob, y que Dios le bendijo. Por tanto, le suplica a Jacob que no salga con precipitación dejándole. Dice que ha sido bendecido por causa de él, y que aún aumentará su salario si se queda. Note usted lo que dice en los versículos 28 al 30:
28Y dijo: Señálame tu salario, y yo lo daré. 29Y él respondió: Tú sabes cómo te he servido, y cómo ha estado tu ganado conmigo. 30Porque poco tenías antes de mi venida, y ha crecido en gran número, y Jehová te ha bendecido con mi llegada; y ahora, ¿cuándo trabajaré también por mi propia casa? (Gén. 30:28-30)
Escuche usted las quejas de Jacob. Está diciendo que todo lo que ha recibido son dos esposas. Ahora tiene dos esposas, dos criadas, y un montón de muchachos. La verdad es que son 11 muchachos. Ahora, ¿qué va a hacer él? ¿Cómo va a hacer para dar de comer a toda esta gente? Le dice a Labán que Dios le ha bendecido, y le ha prosperado, pero que él mismo no tiene nada para sí. Leamos los versículos 31 y 32 de este capítulo 30 de Génesis:
31Y él dijo: ¿Qué te daré? Y respondió Jacob: No me des nada; si hicieres por mí esto, volveré a apacentar tus ovejas. 32Yo pasaré hoy por todo tu rebaño, poniendo aparte todas las ovejas manchadas y salpicadas de color, y todas las ovejas de color oscuro, y las manchadas y salpicadas de color entre las cabras; y esto será mi salario. (Gén. 30:31-32)
Jacob escoge el ganado que no es de raza pura. No eran los animales de raza pura, de ninguna manera. Jacob dice que los tomará como salario. Y él continúa hablando en los versículos 33 y 34:
33Así responderá por mí mi honradez mañana, cuando vengas a reconocer mi salario; toda la que no fuere pintada ni manchada en las cabras, y de color oscuro entre mis ovejas, se me ha de tener como de hurto. 34Dijo entonces Labán: Mira, sea como tú dices. (Gén. 30:33-34)
Jacob piensa separar los animales para que no les sea posible criar con los otros. Sigamos adelante, ahora con los versículos 35 al 39:
35Y Labán apartó aquel día los machos cabríos manchados y rayados, y todas las cabras manchadas y salpicadas de color, y toda aquella que tenía en sí algo de blanco, y todas las de color oscuro entre las ovejas, y las puso en mano de sus hijos. 36Y puso tres días de camino entre sí y Jacob; y Jacob apacentaba las otras ovejas de Labán. 37Tomó luego Jacob varas verdes de álamo, de avellano y de castaño, y descortezó en ellas mondaduras blancas, descubriendo así lo blanco de las varas. 38Y puso las varas que había mondado delante del ganado, en los canales de los abrevaderos del agua donde venían a beber las ovejas, las cuales procreaban cuando venían a beber. 39Así concebían las ovejas delante de las varas; y parían borregos listados, pintados y salpicados de diversos colores. (Gén. 30:35-39)
Ha habido varias explicaciones en cuanto a esto. Hay quienes dicen que no es nada sino pura superstición. Otros dicen que es fábula y que no debe de encontrarse en la narración. Amigo oyente, creemos que es muy importante que se encuentre aquí en este relato. Parece que el método que usó Jacob aquí produjo los resultados esperados, y puede indicar que los hombres hoy en día, todavía no han agotado esta especialidad. Hay muchas cosas que aún hoy día no se pueden explicar. Un Pastor nos dice que cuando él era niño en el sur de Oklahoma, en los Estados Unidos, había un hombre que tomaba una horquilla para poder saber dónde había agua. Cuando cualquier persona en toda la vecindad deseaba encontrar agua para abrir un pozo, llamaban a este hombre para que viniera a indicarles. Y él venía con su horquilla y lo interesante es que siempre encontraba el agua, si abrían el pozo donde él les decía que había agua. El Pastor dice que todo lo que él sabe es que aunque parecía ser un procedimiento raro, tenía éxito.
Y no conocemos ninguna explicación científica que indica por qué tenía éxito. Otra explicación en el caso de Jacob, puede ser que él y Labán pensaban que eso era lo que causaba que fueran manchados y rayados, pero que en realidad, fueron los factores genéticos en el ganado. Antes de la separación, los animales quedaban juntos, y unos producían manchados y rayados, salpicados de color, pero también había los de color puro. Después de apartarlos, los de color puro sin duda producirían más salpicados de color mientras fue menos probable que los salpicados produjeran los de color puro. Realmente, no sabemos de veras cómo es que Jacob logró todo esto. No hay necesidad de explicarlo. Lo importante es ver que Jacob emplea la trampa una vez más. Leamos ahora los versículos 40 al 43 de este capítulo 30 de Génesis:
40Y apartaba Jacob los corderos, y ponía con su propio rebaño los listados y todo lo que era oscuro del hato de Labán. Y ponía su hato aparte, y no lo ponía con las ovejas de Labán. 41Y sucedía que cuantas veces se hallaban en celo las ovejas más fuertes, Jacob ponía las varas delante de las ovejas en los abrevaderos, para que concibiesen a la vista de las varas. 42Pero cuando venían las ovejas más débiles, no las ponía; así eran las más débiles para Labán, y las más fuertes para Jacob. 43Y se enriqueció el varón muchísimo, y tuvo muchas ovejas, y siervas y siervos, y camellos y asnos. (Gén. 30:40- 43)
Una vez más, notamos que Jacob es muy tramposo. Usted puede ver que no ha abandonado la trampa simplemente porque ha sido engañado. El hecho es que trata de superar ese engaño. Llega hasta Harán con un solo bastón, y ahora tiene grandes posesiones. Los métodos de Jacob revelan que todavía depende de sí mismo aún después de sus chascos a manos del tío Labán. Todavía no ha llegado al lugar donde está dispuesto a echarse completamente sobre la voluntad y la sabiduría de Dios.
El creyente debe aprender dos grandes verdades hoy en día. No hay nada bueno en la naturaleza vieja. No hay ningún poder en la naturaleza nueva. Hasta cuando el creyente se haya presentado a Dios, y ande en el poder del Espíritu Santo, no puede producir nada que agrade a Dios, ni que sea de provecho para el hombre. El Apóstol Pablo, dice en su carta a los Romanos, capítulo 6, versículo 13: Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Y aquí concluye nuestro estudio del capítulo 30 del libro de Génesis.
Y comenzamos ahora, el capítulo 31. En este capítulo, vemos que Jacob parte de la casa de Labán sin darle aviso alguno. Como usted sabe, él tiene esa costumbre de salir a las escondidas sin despedirse de nadie. Labán sale detrás de él, lo persigue, y lo alcanza. Jacob y Labán luego hacen un pacto de no defraudarse, ni hacerse daño el uno al otro, y se separan en una manera aparentemente amistosa. Este es un capítulo largo que tiene 55 versículos. Y quisiéramos sugerir a quienes están estudiando con nosotros, que lo lean con cuidado repetidas veces. Contiene muchos hechos que han sido tomados en sentido erróneo. Revela algo del carácter de Jacob. Es un capítulo lleno de temor, de odio y sospecha, desavenencia y trato. Todos estos señalan el hecho de que Jacob está llegando a una crisis en su vida. Se acerca a un punto en que no sabe qué hacer. Veinte años de frustración llevan a Jacob al punto de la desesperación y decisión. A cada instante ha engañado a Labán a fuerza de tretas. Jacob encontró en Labán la horma de su zapato, y ya cansado de estos encuentros desagradables, anhela ser puesto en libertad.
Ahora, tenemos el otro lado de la moneda: Dios quiere que él salga de esa tierra. Dios reconoce que la influencia allí no es buena para Jacob, ni para su familia. Recuerde usted que Dios sabe que estos muchachos han de encabezar las 12 tribus de Israel, y Dios quiere que salgan de ese ambiente, y que vuelvan a la tierra de Abraham, la tierra que le había prometido a Abraham. Por tanto, Dios está llamando a Jacob para que regrese. Todo esto hace de éste un capítulo muy interesante, con todo esto en el trasfondo como preliminar. Leamos entonces, los primeros dos versículos:
1Y oía Jacob las palabras de los hijos de Labán, que decían: Jacob ha tomado todo lo que era de nuestro padre, y de lo que era de nuestro padre ha adquirido toda esta riqueza. 2Miraba también Jacob el semblante de Labán, y veía que no era para con él como había sido antes. (Gén. 31:1-2)
Jacob ahora se enriquece más que el tío Labán. Es muy obvio que al tío Labán esto no le gusta, y coge ahora una cierta aversión contra Jacob. Veamos esto en los versículos 3 y 4 de este capítulo 31 de Génesis:
3También Jehová dijo a Jacob: Vuélvete a la tierra de tus padres, y a tu parentela, y yo estaré contigo. 4Envió, pues, Jacob, y llamó a Raquel y a Lea al campo donde estaban sus ovejas, (Gén. 31:3-4)
Dios llamó a Jacob para que saliera y por tanto se prepara para hacer eso. Tiene temor de hablar de esto en casa por si acaso algún siervo, o Labán mismo, o los hijos de Labán le oyen por casualidad. No quiere que le vean conspirando con Raquel y Lea. En los versículos 5 al 6, Jacob declara su frustración:
5y les dijo: Veo que el semblante de vuestro padre no es para conmigo como era antes; mas el Dios de mi padre ha estado conmigo. 6Vosotras sabéis que con todas mis fuerzas he servido a vuestro padre; (Gén. 31:5-6)
Esa es la cosa sobre la cual podemos ponernos de acuerdo con Jacob y reconocerla. Ha trabajado con todas sus fuerzas. Opinamos que debemos atribuir eso a Labán. Creemos que Labán recibió el valor cabal del dinero de cualquier hombre que le trabajara. En el versículo 7, Jacob declara la forma cómo ha sido engañado por su suegro:
7y vuestro padre me ha engañado, y me ha cambiado el salario diez veces; pero Dios no le ha permitido que me hiciese mal. Gén. 31:7)
Note usted eso, amigo oyente: diez veces, durante esos 20 años, el viejo Labán había venido y había cambiado el salario de Jacob. ¡Estamos hablando de un tramposo! Bueno, Jacob pensaba que comprar aquella primogenitura por un plato de sopa, fue un trato bastante bueno, pero el tío Labán resultó ser más listo que él. ¡Pobre Jacob! Diez veces había tenido que sufrir el cambio de su salario. Se siente frustrado y perplejo y no sabe a dónde ir. Y es este tiempo cuando Dios le llama a salir. Y Dios le ha llamado a salir, por el bien de los niños – los niños en la familia – para que ellos no estén en ese ambiente.
Vamos a reconocer que estamos en una sección que Dios nos ha dado, para ministrar a nuestras necesidades. Tratamos aquí de un hombre que era también pecador por muchos lados, pero un hombre al cual Dios no abandonó. Y podemos tomar aliento en eso. El Señor nunca abandonará a Jacob, mientras siga acudiendo a Él. Siempre le recibirá. Y si está dispuesto a recibir a un hombre como Jacob, y si ha recibido a una persona como yo, entonces, también puede recibirle a usted, amigo oyente. Por 20 años Jacob ha pasado por una experiencia muy triste con el tío Labán. Ha estado estudiando la materia en la escuela del sufrimiento, y ahora, Jacob empieza a respingar bajo tensión. Sin embargo, note usted que por todo esto percibe que Dios ha estado con él y que es Dios quien le ha prosperado. La hora ha llegado y Dios le llama a salir de allí.
Ahora, ¿empieza Jacob a quejarse a sus esposas? Creemos que sí. Note usted que sigue hablando en más detalle en los siguientes versículos para explicar a sus esposas, para que ellas entiendan qué ha pasado. No creemos que Jacob fuera pícaro con Labán aquí. Creemos que él empleó métodos legítimos, los cuales cualquier hombre de negocios, emplearía. No hizo daño a Labán. Dios había bendecido sus animales, hasta tal punto que Labán y sus hijos se sentían celosos de él y le odiaban. Notará usted que sigue explicándole todo esto a sus esposas y les declara el motivo por el cual quiere salir. Leamos ahora los versículos 10 al 13:
10Y sucedió que al tiempo que las ovejas estaban en celo, alcé yo mis ojos y vi en sueños, y he aquí los machos que cubrían a las hembras eran listados, pintados y abigarrados. 11Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí. 12Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho. 13Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto. Levántate ahora y sal de esta tierra, y vuélvete a la tierra de tu nacimiento. (Gén. 31:10-13)
Ahora, es posible que usted crea que hace un momento no dimos una explicación satisfactoria con respecto a lo que sucedió, porque reconocemos que hay algunas explicaciones del por qué los animales salían pintados. Realmente estábamos esperando hasta llegar a este punto aquí, porque ahora nos damos cuenta que fue Dios quien lo hizo. Por eso, diríamos que no tenemos que buscar las explicaciones naturales, aunque estamos seguros que Dios empleaba los métodos naturales para lograr hacer esto. Sin embargo, siendo que Dios no nos dice cuáles métodos naturales empleó, opinamos que no sabemos. En todo caso, sea cual fuere la explicación, Dios es quien lo hizo. Dios dice que vio lo que hacía Labán y entonces procedió a bendecir a Jacob. Dios se identifica y hace que Jacob recuerde a Betel. Ese es el lugar donde se le apareció al joven al huir la primera noche de su casa. Dios quiere que salga de Harán porque tiene doce muchachos que están desarrollándose y que ya están empezando a aprender cosas, las cuales no deben aprender. Dios quiere que salgan de ese lugar de idolatría y paganismo. Dios quiere que Jacob y sus muchachos salgan de aquí exactamente como tiempos atrás había sacado a Abraham de un lugar idólatra. Notemos ahora los versículos 14 y 15:
14Respondieron Raquel y Lea, y le dijeron: ¿Tenemos acaso parte o heredad en la casa de nuestro padre? 15¿No nos tiene ya como por extrañas, pues que nos vendió, y aun se ha comido del todo nuestro precio? (Gén. 31:14-15)
Dicen que ciertamente como hijas de Labán, deben recibir alguna herencia y que eso debe evitar que Labán sea tan antagónico. Pero, amigo oyente, no se puede confiar en Labán. Y, ¿sabe que hoy, lamentablemente hay muchos cristianos que demuestran en su manera de manejar su propio dinero y el dinero ajeno, que no se puede confiar en ellos tampoco? Esa, creemos, es una prueba verdadera de un individuo hoy día. Sería posible contar a usted algunas historias horripilantes acerca de algunos cristianos, líderes cristianos y cómo hacen cosas que no deben hacer con el dinero. Pero, vamos a abstenernos de eso. Leamos ahora el versículo 16:
16Porque toda la riqueza que Dios ha quitado a nuestro padre, nuestra es y de nuestros hijos; ahora, pues, haz todo lo que Dios te ha dicho. (Gén. 31:16)
Admiramos a estas dos mujeres. Dicen a Jacob que haga lo que quiere hacer. Son fieles con él, y al parecer, creen que su padre les ha robado. Ahora, los versículos 17 al 19, de este capítulo 31 de Génesis, dicen:
17Entonces se levantó Jacob, y subió sus hijos y sus mujeres sobre los camellos, 18y puso en camino todo su ganado, y todo cuanto había adquirido, el ganado de su ganancia que había obtenido en Padan-aram, para volverse a Isaac su padre en la tierra de Canaán. 19Pero Labán había ido a trasquilar sus ovejas; y Raquel hurtó los ídolos de su padre. (Gén. 31:17-19)
Hagamos aquí una pausa por un momento, porque se nos revela algo que es de sumo interés. Jacob se levanta y de nuevo sale a toda prisa. Usted recordará que así tuvo que huir de su casa. Y ahora sale de la casa del tío Labán del mismo modo. En realidad, aquí no tiene la culpa, aunque sí tuvo la culpa cuando huyó de su propia casa. Es obvio que ha preparado todo esto. Ya ha tenido práctica al salir de la noche a la mañana; tuvo el ganado y todo lo demás listo para marcharse, listo para salir de aquella tierra. Aparentemente sus esposas no tuvieron la oportunidad de coger muchas de las cosas que eran de ellas. Pero, fíjese usted ahora lo que pasó. Raquel robó los ídolos que eran de su padre. Ya dijimos que era un hogar de idolatría. Dios no quería que los hijos de Jacob se criaran en una casa donde existía la idolatría. Pero, ella siente deseos de llevar los ídolos con ella. Qué noción más primitiva y pagana tenía ella. Recuerde usted que Jacob había pensado que huía de Dios cuando fue a Betel y luego se le apareció allí. Se dio cuenta que no se puede huir de Dios. En efecto, David escribió acerca de eso. Dice en el Salmo 139:7-8: ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; La muerte no le esconderá de Dios. No se puede huir de Dios llegando a la luna o hasta la altura del cielo. Simplemente, no se puede escapar de Dios. Pero, Raquel deseaba llevar aquellos ídolos con ella. Jacob esperaba que Labán saliera a trasquilar las ovejas. Sin duda fue una distancia de kilómetros porque las ovejas apacentaban en un área muy grande en aquel entonces; y todavía lo hacen porque se requiere una región grande para apacentarlas. Así pues, mientras Labán estaba fuera de casa, Jacob simplemente olvidó avisarle que se iba. Los versículos 20 y 21 dicen:
20Y Jacob engañó a Labán arameo, no haciéndole saber que se iba. 21Huyó, pues, con todo lo que tenía; y se levantó y pasó el Eufrates, y se dirigió al monte de Galaad. (Gén. 31:20-21)
Notamos que ya había avanzado bastante. El monte de Galaad queda al oriente del río Jordán. Y aquí nos detenemos por hoy y Dios mediante, continuaremos en nuestro próximo programa. Será, pues, hasta entonces, ¡que el Señor le bendiga es nuestra más ferviente oración!