Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. Nos encontramos hoy al final del capítulo 14, y en nuestro programa anterior, hablábamos sobre Melquisedec, y destacamos el hecho de que aunque el libro de Génesis es un libro de familias, no se nos dice nada de la familia o la genealogía de Melquisedec. La epístola a los Hebreos expresa con claridad que no se menciona la genealogía de Melquisedec, porque en lo que se refiere a su oficio de sacerdote, él fue un tipo de Cristo. Nuestro Señor es Rey, es hijo de Abram y es hijo de David. El evangelista Mateo nos dice esto y es importante que nosotros lo entendamos. Pero también Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote. Y es importante que entendamos que en lo que toca a la creación, Cristo no tuvo principio, ni fin de días. Es el eterno Dios. Juan nos dice en el primer capítulo de su evangelio, que: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Y que dejó la gloria de los cielos y que fue hecho carne y vimos Su gloria. Por tanto, lo que vemos aquí en Melquisedec, es un tipo maravilloso del Señor Jesucristo. El versículo 18 nos dice: Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino. Esto nos recuerda las palabras del Señor Jesucristo cuando dijo: Todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga. (1 Cor. 11:26). Esta es la razón por la cual Melquisedec sacó pan y vino; porque él estaba anunciando aquí la muerte de Cristo.
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el primer libro de la Biblia, el libro de Génesis. Nos encontramos hoy ante el capítulo 7 de este libro del Antiguo Testamento. Y concluimos nuestra lección del capítulo 6, notando la provisión que Dios había hecho para el alimento de todos aquellos que entrarían en el arca. En los versículos finales del capítulo 6, los versículos 21 y 22, leemos:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en Génesis, el primer libro de la Biblia. Prosiguiendo con este estudio, comenzamos hoy con el capítulo 6 de este libro de Génesis y vamos a considerar por unos momentos la causa del diluvio. Demos un vistazo a los versículos 1 y 2 del capítulo 6, que dicen:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. Estamos aún considerando el cuarto capítulo de este primer libro del Antiguo Testamento, y al concluir nuestro programa anterior, mencionábamos el hecho de que Juan escribió en su epístola que las obras de Caín eran malas. ¿En qué forma fueron malas? Bueno, trajo una ofrenda a Dios que fue una manifestación de su naturaleza perversa. En nuestro estudio de hoy, encontramos a Caín saliendo de la presencia de Dios, y estableciendo una civilización que está completamente apartada de Dios. Y los hijos de Caín establecen una civilización impía. Y vamos a destacar dos o tres cosas de esta sección. Leemos en Génesis, capítulo 4, versículos 16 y 17, lo siguiente:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. Nos encontramos todavía en el segundo capítulo de este primer libro del Antiguo Testamento. Y comenzamos a considerar en nuestro programa anterior, el sitio geográfico del hombre. Hablábamos acerca del huerto de Edén y concluimos considerando los árboles extraordinarios que se mencionan en el versículo 9 del capítulo 2. Y concluimos diciendo que estos árboles en el huerto de Edén, eran tanto bellos como funcionales, es decir prácticos. Esta tierra en la cual vivimos, todavía retiene algo de aquella hermosura a pesar del hecho de que la maldición de la caída está sobre la tierra. Ahora, brotan los espinos y los cardos, pero todavía podemos encontrar belleza aquí. Hace ya varios años, mi esposa y yo hicimos un viaje a la República Dominicana y tuvimos la oportunidad de visitar algunas ciudades en el interior del país. Mientras viajábamos por las carreteras, tuvimos la oportunidad de admirar la fantástica y fabulosa combinación de belleza natural que se encuentra en ese país. Pudimos admirar las altas palmas de coco; los árboles frutales, el verdor que cubría las montañas; las hermosas flores, todo formaba un conjunto de verdadera belleza natural. El panorama de veras que nos extasiaba. Pues bien, si a pesar de la maldición que ha caído sobre la tierra por el pecado del hombre, todavía podemos encontrar tanta belleza a nuestro alrededor, ¿cuánto más pudo existir en el huerto de Edén, amigo oyente? Debe haber sido un lugar bellísimo. Continuando ahora, con los versículos 10 hasta el 14 de este segundo capítulo de Génesis, leemos:
Comenzamos hoy, amigo oyente, a considerar como dijimos al comienzo, el primer libro de Moisés, llamado el Génesis. Y para este estudio y los demás que continuaremos, vamos a pedirle que tenga siempre su Biblia delante de usted. Para hoy vamos a buscar el primer libro, o sea el Génesis y mientras usted lo busca, quisiera darle algunas sugerencias. La primera es que lea todo el libro de Génesis y ojalá que lo lea todo en una sola ocasión. Reconocemos que a muchos no les será posible hacerlo de una sola vez. La verdad es que nunca he logrado yo leerlo así por causa de las muchas interrupciones, pero le hago esta sugerencia de que si en alguna manera le es posible a usted, procure leer el libro entero de Génesis de una sola vez.
Continuamos hoy, amigo oyente, considerando las Guías para el Entendimiento de las Escrituras. Mencionamos en nuestro programa anterior que había siete declaraciones o pasos preliminares básicos que es necesario tener en cuenta, y estábamos tratando con el primer paso al final de nuestro estudio anterior. Dijimos que ese primer paso era: Empezar con oración y esto es lo que acabamos de hacer precisamente. Ahora, la razón para esto es que no es simplemente llenar una formalidad o llevar a cabo alguna ceremonia, ni es parte de un ritual de oración. En realidad, estamos frente a un Libro sobrenatural, un Libro que desea comunicarse con nosotros; pero que no se comunicará con nosotros por la sencilla razón de que únicamente el Espíritu de Dios es quien puede tomar las cosas de Cristo y revelárnoslas.