1Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. (Gén. 11:1)
No sabemos cuál fue el idioma que se hablaba en aquel entonces, antes de la torre de Babel. Tal vez fue el castellano. ¡Cómo le parece! Bueno, la verdad es que no lo sabemos. Pero, cualquier idioma que haya sido, creemos que ese será el que se hable en los cielos. Creemos que será un idioma mucho mejor que el que tenemos hoy día con nombres, sustantivos, verbos, adverbios y adjetivos más específicos. Los versículos 2 y 3 de este capítulo 11 de Génesis, nos dicen:
2Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. 3Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. (Gén. 11:2-3)
Por lo visto, amigo oyente, el hombre viajaba hacia el occidente y llegó a una llanura que probablemente esté en el valle entre los ríos Tigris y Éufrates. Por allá en esa región no hay piedra, y por eso tuvieron que hacer el ladrillo. Se usaba el ladrillo como algo práctico. Fue una necesidad. Es interesante que muchos de los edificios en nuestras ciudades en el día de hoy,
están construidos de ladrillo, y suponemos que sea el tipo de material más popular que cualquier otro tipo que se emplea hoy para edificar. Esta no fue una clase de construcción falsa. Note usted cuidadosamente las palabras de ellos; dice el versículo 4:
4Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra. (Gén. 11:4)
La torre de Babel era un “ziggurat”, es decir, una torre escalonada con terraza. Se hallan muchos de estos ziggurat que cayeron en ruinas en el valle de los ríos Tigris y Éufrates. Eran hechos de ladrillos. Tenían una construcción sólida y por todo su alrededor había una rampa que llegaba hasta la cúspide. Evidentemente, en la cima, la parte superior, había un altar sobre el cual, en ciertas ocasiones, se ofrecía sacrificios humanos. Más adelante en la historia también se ofrecía niños a los cuales se los colocaba dentro de un ídolo enrojecido por el fuego. Estas cosas fueron relacionadas con los ziggurats, o sea, la torre escalonada con terraza más adelante. En ese entonces, pues, estaban edificando una torre y deseaban llegar hasta los cielos.
La idea no es tratar de quitar los pies de entre el agua ni tratar de edificar sobre el nivel de la marea alta. Este sentido no se encuentra aquí en esta porción. Lo que trataban de edificar era algo que sirviera como punto de reunión para los hombres contra Dios. La torre de Babel fue una rebelión contra el Dios Todopoderoso. Al parecer, Nimrod encabezó este movimiento. Fue constructor de Babel y la torre de Babel, la cual sería el lugar para el levantamiento de un imperio mundial que se opusiera a Dios. Para poder lograr su ambición y realizar sus sueños, le faltaban a Nimrod dos factores esenciales.
Primero, le faltaba un centro de unidad, es decir, un tipo de centro de operaciones. Le faltaba una capital, por decirlo así, un lugar para juntarse, un lugar al cual acudir. Por eso construyó la ciudad de Babel, porque llenaba uno de sus requisitos para realizar su sueño de levantar un imperio mundial.
En segundo lugar, le faltaba un punto de reunión. No era meramente un lugar geográfico sino un punto psicológico. Le faltaba algo para motivar, para inspirar la chispa del entusiasmo; algo semejante a una canción o un grito de guerra. Le faltaba un tema impelente y urgente. Le faltaba un monumento. En aquel día fue la torre de Babel donde el desafío y la rebelión contra Dios se encontraron. “Hagámonos un nombre”, dijeron. Fue el lugar de una ambición ilimitada.
La torre de Babel no era un lugar a donde el hombre podía acudir en la hora de la marea alta. No estaban construyendo sobre el nivel de la marea alta. Esa es una interpretación muy trivial y hasta infantil. No. Esta torre revelaba la actitud arrogante, desafiante y rebelde del hombre contra Dios. Dios había mandado al hombre que debía esparcirse por toda la tierra y llenarla. Pero el hombre contestó: “¡Qué va! No pensamos esparcirnos sino por el contrario juntarnos. No queremos tener nada más que ver contigo”. La torre de Babel fue edificada para mostrar que el hombre se oponía a Dios.
Ahora, la torre era más que un mero símbolo. Tenía una significación religiosa. En un “ziggurat”, o sea, en uno de esos templos de forma de torre escalonada con terraza, adoraban a la criatura en vez de adorar al Creador. Adoraban el sol, la luna, y las estrellas. Eran sólidos de construcción y algunos eran redondos mientras otros eran cuadrados. Todos tenían esa rampa que conducía a la cúspide donde se efectuaba la adoración. Quizá escogían al sol, la luna, y las estrellas porque al poder verlos, sabían que no iba a ver una inundación. En vez de arrepentirse, consideraron que Dios era malo porque había enviado el diluvio. Veamos ahora, la reacción de Dios. Para ello, leamos los versículos 5 y 6 de este capítulo 11 de Génesis:
5Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. 6Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos éstos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. (Gén. 11:5-6)
Todos los hombres hablaban un solo idioma y por tanto no tenían esa barrera tremenda del idioma. De modo que podían juntarse y tratar de edificar una torre. Encontramos aquí que la
naturaleza del hombre todavía está caída a pesar del diluvio. Es totalmente depravado. Dios no puede ignorar esta rebelión porque es una rebelión contra Él mismo.
Dios va a levantar un muro protector entonces, y va a levantarlo porque el hombre es una criatura muy capacitada. Puede viajar a la luna y puede volar en un avión de reacción. ¿No le parece a usted asombroso, amigo oyente, el hecho de que podamos sentarnos en un avión de reacción por allá muy alto en el aire y que a la vez puedan servirnos una comida muy apetitosa? Pues, es increíble. El hombre ha logrado eso, amigo oyente. El hombre es una criatura competente, ha avanzado maravillosamente en la tecnología de las comunicaciones. Si todos los hombres hablaran el mismo idioma, pues, podrían entonces juntarse contra Dios. Por tanto, Dios decide levantar una barrera. Los versículos 7 al 9 de este capítulo 11 de Génesis, nos dicen:
7Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. 8Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. 9Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra. (Gén. 11:7-9)
Los hombres ahora son esparcidos sobre la faz de toda la tierra porque trataban de edificar la torre de Babel. Pueden juntarse sí, pero no les será posible entenderse. Como usted sabe, una barrera del idioma es mucho más alta que la misma muralla china y mucho más efectiva también. Es lo que separa a las gentes, y es más fuerte que cualquier frontera nacional y que cualquier océano.
Hay muchísimos que tratan de decir que las lenguas o los idiomas se desarrollaron gradualmente. Aquí dice que Dios confundió su lenguaje, para que al edificar allí mismo, no pudieran entenderse y entonces pudieran esparcirse así en toda dirección. Encontramos aquí un verdadero hablar en lenguas donde no se podían entender. Hay un milagro del oído aquí, tanto como del habla. Hablaban una lengua diferente y los oídos de los otros, no podían oír lo que se decía.
Surge ahora la pregunta con respecto a estos diversos idiomas. ¿Fue ésta una bendición disfrazada de otra cosa? o ¿fue una maldición sobre el hombre? Bueno, para los fines de Dios fue una bendición. Para el desarrollo del hombre apartado de Dios, fue un juicio. Ha sido un gran obstáculo, como bien usted sabe. Por los siglos, los hombres han continuado esparcidos. Una de las cosas que está aconteciendo hoy en día a través de la radio, la televisión, y los aviones a reacción, es la destrucción de esos muros y vemos que por hoy los muros de Jericó ciertamente se han venido abajo. Por eso creemos que Dios volverá a la tierra con juicio.
Quisiéramos poner en contraste este movimiento de lenguas y aquellos eventos del día de Pentecostés. Este fue otro gran movimiento de lenguas, y en aquel tiempo encontramos que el evangelio fue predicado en todos los idiomas que entendían los hombres que estaban presentes. No fue el hablar en una lengua desconocida. Y, eso nunca fue parte del movimiento de lenguas, en primer lugar. En el día de Pentecostés, Dios está dando Su respuesta a la torre de Babel. Dios está diciendo al género humano: “Tengo un evangelio, un mensaje para ti, y estoy llegando hacia ti con el evangelio en tu propio idioma”.
Esto es lo que ha hecho Dios. Hoy la Biblia se ha publicado en más idiomas y dialectos que cualquier otro libro que se conozca. Todavía se está traduciendo a otras lenguas y dialectos,
y está siendo llevada literalmente a centenares de tribus por todo el mundo. El evangelio es para todo el género humano, y la razón y el motivo de hablar en lenguas es para dejar saber a la raza humana que Dios ha respondido a la torre de Babel; que ha provisto ahora una redención para el hombre. Se ha cumplido la misión. No hay necesidad hoy que el hombre trabaje para obtener la salvación. Y nunca ha habido necesidad de eso. El hombre debe volver a Dios y escuchar Su mensaje. El evangelio es para usted, quienquiera que sea y en cualquier idioma que usted hable. Es para usted. Es para las naciones del mundo. El libro de Apocalipsis nos dice en el capítulo 7, versículo 9: Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;
¡Cuán diferente esta reunión a aquella que se menciona en la torre de Babel! Ahora, vamos a estudiar la línea de Sem porque esta es la línea que se seguirá a través de todo el Antiguo Testamento. Génesis, capítulo 11, versículos 10 y 24, nos dicen:
10Estas son las generaciones de Sem: Sem, de edad de cien años, engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio. (Gén. 11:10)
Pasando ahora al versículo 24, leemos:
24Nacor vivió veintinueve años, y engendró a Taré. (Gén. 11:24)
La genealogía se da hasta Nacor, y luego hasta Taré. Sigue luego la línea de Taré porque él es el padre de Abram. Leamos ahora en Génesis, capítulo 11, versículos 25 y 26:
25Y vivió Nacor, después que engendró a Taré, ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas. 26Taré vivió setenta años, y engendró a Abram, a Nacor y a Harán. (Gén. 11:25-26)
Estamos siguiendo la línea de Sem y realmente siguiendo esta línea, estamos recorriendo a través de la Biblia. La Palabra de Dios seguirá esta línea directamente hasta la cruz de Cristo. Dios ha relatado todo esto como una introducción. Dios ya ha hecho ver al hombre que está en pecado. En el incidente de Caín y Abel vimos que Caín no reconoció que fue pecador. Y vemos allí una manifestación de la soberbia. En el diluvio vemos el pecado de la carne porque los hombres se entregaron a los pecados de la carne, se entregaron a la violencia y todo pensamiento e intento de sus corazones eran malo. Estaban verdaderamente ciegos a su necesidad de la persona de Cristo. Eran sordos al reclamo de Dios; estaban muertos a Dios, muertos en sus delitos y pecados. Y Dios les hizo una invitación por intermedio de Noé. Pero, menospreciaron la invitación y continuaron en los pecados de la carne. Luego, aquí en la torre de Babel nos enteramos del pecado de la voluntad. Ese pecado es rebelión contra Dios.
¿Tiene usted, amigo oyente, su propia torre de Babel? ¿Se opone usted a Dios? ¿Ha edificado usted una torre de Babel aparte de Dios? ¿No es verdad que toda naturaleza humana está en rebelión contra Dios? Hay un cuento acerca de un niñito que se portó muy mal una noche. Estaba lloviendo y no podía salir a jugar y por tanto hacía muchas travesuras, dando mucho qué hacer a su mamá. Por fin, la madre agarró al pequeño y lo sentó en una silla y el niño
se quedó con la cara hacia la pared. La mamá le dio la orden de sentarse allí y luego salió del cuarto dejándolo solo. Después de un rato ella escuchó un ruido en el otro cuarto y llamó: “Juanito, ¿te has parado?” Y Juanito le contestó: “No, mamá, estoy sentado, pero por dentro estoy parado”. Amigo oyente, créanos, hay muchos hombres y mujeres hoy en día, que por dentro están parados contra Dios. Esa es su propia torre de Babel.
Después que Dios nos reveló la perversidad del hombre; cómo ha caminado rumbo a la soberbia, al pecado de la carne, y al pecado de la voluntad, sigue esta línea de Sem, Taré, y Abram, para conducirnos a Cristo. Leamos los versículos 27 al 30 de este capítulo 11 de Génesis que dicen:
27Estas son las generaciones de Taré: Taré engendró a Abram, a Nacor y a Harán; y Harán engendró a Lot. 28Y murió Harán antes que su padre Taré en la tierra de su nacimiento, en Ur de los caldeos. 29Y tomaron Abram y Nacor para sí mujeres; el nombre de la mujer de Abram era Sarai, y el nombre de la mujer de Nacor, Milca, hija de Harán, padre de Milca y de Isca. 30Mas Sarai era estéril, y no tenía hijo. (Gén. 11:27-30)
La palabra Harán significa “demora”, y encontraremos que hay una demora en los viajes. Ahora, los versículos 31 y 32 de Génesis, dicen:
31Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos, para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí. 32Y fueron los días de Taré doscientos cinco años; y murió Taré en Harán. (Gén. 11:31-32)
Este es el principio de la historia de Abram. Y en este punto el libro de Génesis y la Biblia misma cambian de aspecto. Encontramos aquí lo que pudiéramos llamar un abismo o precipicio que marca una división grande en el libro de Génesis. Los primeros 11 capítulos están a un lado del precipicio y los 39 capítulos restantes están al otro lado del abismo. Los primeros once capítulos abarcan un mínimo de tiempo de 2000 años y posiblemente más. Ya hablamos de esto
cuando comenzamos nuestro estudio del libro de Génesis. Este período es igual al que abarca el resto de la Biblia entera, es decir, otros 2000 años. En otras palabras, al terminar nuestro estudio de los 11 primeros capítulos de Génesis, nos encontramos a medio camino a través de la Biblia. Ahora, en lo que se refiere al resto del libro de Génesis, el tiempo comprendido entre el capítulo 12 hasta el capítulo 50, es de 350 años.
En nuestro estudio de hoy hemos notado tres aspectos principales: En primer lugar, hablamos sobre la construcción de la torre de Babel. Notamos que los hombres comenzaron a fabricar el ladrillo y lo utilizaron para la construcción de la torre, en lugar de la piedra. Dijimos que la torre de Babel tenía la forma de un “ziggurat”, o sea una torre escalonada con terraza, a cuya cima se llegaba por una rampa o camino que rodeaba la estructura por la parte externa. Notamos asimismo que el propósito de la torre de Babel fue el de reunir a los hombres para rebelarse contra Dios, y que al parecer, Nimrod fue quien encabezó el movimiento de rebelión.
El segundo aspecto que notamos hoy fue la reacción de Dios ante los designios del hombre y cómo Dios frustró el propósito de los hombres al confundir las lenguas. Vimos que al no poder entenderse, se vieron en la necesidad de esparcirse en todas direcciones. Dijimos que para los fines de Dios, la confusión de lenguas fue una bendición; pero que para el desarrollo del hombre apartado de Dios, esto constituyó un juicio. Establecimos también un contraste entre el movimiento de las lenguas en Babel, y aquellos eventos que tuvieron lugar en el día de Pentecostés. Señalamos que en el día de Pentecostés el evangelio fue predicado en todos los idiomas que se entendían, y que tal mensaje fue entendido por quienes estuvieron presentes. En aquella ocasión no se habló en una lengua desconocida. En el día de Pentecostés, Dios estaba dando su respuesta a la torre de Babel.
El tercero y último aspecto que tratamos hoy fue la línea genealógica de Sem. Y dijimos que estudiaríamos esa línea porque la línea de Sem es la que se seguirá a través de todo el Antiguo Testamento. Vimos que después que Dios nos reveló la perversidad del hombre, cómo ha caminado rumbo a la soberbia, al pecado de la carne, y al pecado de la voluntad, continuaba con esta línea de Sem, Taré y Abram para conducirnos directamente a la persona de Cristo.
Hagamos ahora un breve recuento de lo que hemos observado en estos primeros 11 capítulos del libro de Génesis. Dijimos que estos capítulos nos hablan de cuatro grandes eventos:
El primer evento que notamos es la creación, la cual está contenida en los capítulos 1 y 2 de Génesis. En este evento notamos la creación del universo, la creación del hombre y la mujer, y el tiempo que Dios empleó para la creación, o sea seis días. Con respecto al tiempo, dijimos que fueron días de 24 horas.
El segundo gran evento es la caída del hombre, de la cual nos hablan los capítulos 3 y 4 de Génesis. Pudimos notar en este evento que debido a su desobediencia, el hombre perdió la íntima comunión que tenía con Dios hasta entonces, produciéndose así la muerte espiritual; es decir, la separación del hombre de su Creador; este es el aspecto central de este segundo evento.
El tercer evento fue el diluvio. Los capítulos 5 al 9 de Génesis nos relatan este evento. Este evento constituyó el juicio de Dios sobre la tierra por razón del pecado del hombre y su completo alejamiento de Dios. Sólo Noé y su familia, junto con dos animales, macho y hembra de cada especie de animales inmundos, y siete parejas de animales limpios de cada especie, escaparon del diluvio. Cuando Noé salió del arca tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia y ofreció holocausto a Jehová. Encontramos también en este evento que Dios puso el arco iris en las nubes como señal de Su pacto y Su promesa de no destruir más la tierra, por medio de un diluvio.
Y el cuarto evento que encontramos es la torre de Babel. Este evento lo encontramos narrado en los capítulos 10 y 11 de Génesis, y hoy hemos terminado de ver lo que este evento constituye.
Así, pues, amigo oyente, concluimos nuestro estudio de esta primera parte del libro de Génesis. En nuestro próximo programa comenzaremos la consideración de la segunda parte, es decir, pasaremos al otro lado del abismo o precipicio, y esperamos que usted nos acompañe. Gracias por hoy y ¡que Dios le bendiga copiosamente!