1Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto. 2Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, 3y los puso en
prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. (Gén. 40:1-3)
En primer lugar vemos que estos hombres estaban en la cárcel provisionalmente, o sea sólo tres días como lo comprobaremos más adelante. Todo parecía indicar que José no podría recibir mucha ayuda de estos personajes. Cualquier otra persona en esta situación y que hubiera pasado por la misma experiencia que había pasado José, ya se habría dado por vencido. Pero José no se dio por vencido. No hacía las cosas así. Veamos lo que dice el versículo 4:
4Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión. (Gén. 40:4)
José se hizo amigo de ellos porque estaba encargado de ellos y era su responsabilidad cuidarlos mientras que estuvieran en la prisión. Y ahora, pasando a los versículos 5 y 6, dice:
5Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado. 6Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes. (Gén. 40:5-6)
José debió haber sido un individuo muy optimista y risueño; al mismo tiempo que inteligente y perspicaz. Al entrar en las celdas de estos dos oficiales del rey, no pudo menos que notar que estos dos hombres se sentían muy tristes. Veamos ahora lo que afligía a estos hombres en los versículos 7 y 8 de Génesis, capítulo 40:
7Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? 8Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora. (Gén. 40:7-8)
Vemos aquí que José da a Dios toda la gloria en todo esto. Más adelante, nos encontraremos con otro joven hebreo, quien hará lo mismo en un tribunal extranjero. Daniel también dio a Dios toda la gloria. Es nuestra esperanza que hoy, pudiéramos hacer ver a nuestros hermanos en Cristo, que cualquier cosa que hagan debe ser hecha para la gloria de Dios. Debe usted asegurarse, amigo oyente, que sea Dios quien reciba la gloria. Creemos que una de las razones por la cual muchos de nosotros no recibimos tantas bendiciones del Señor, como Él quisiera concedernos, es porque cuando recibimos alguna cosa maravillosa, la damos por descontada, y no le damos a Dios la gloria que Él merece. Amigo oyente, debemos darle a Él la gloria. Aquí José debe dar la gloria a Dios y así es como lo hace. Prosigamos con los versículos 9 al 13:
9Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, 10y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 11Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 12Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero. (Gén. 40:9-13)
Es interesante notar cómo Dios hizo uso de los sueños en el Antiguo Testamento. No vemos que Dios se mueva así ahora que el canon de la Escritura está completo. No tenemos necesidad de sueños hoy en día. En aquel entonces Dios hablaba por sueños y les hablaba en un lenguaje que esta gente podía comprender. Un jefe de coperos comprendería muy bien lo que se refiere a servir vino. Así servía al Faraón y por tanto todo esto era algo que bien podía entender. Más adelante encontraremos que el rey Nabucodonosor tiene un sueño acerca de una imagen. Y ciertamente él conocía las imágenes y los ídolos.
Ahora bien, aquí encontramos la interpretación del sueño. José pudo interpretarlo y le prometió al jefe de los coperos que sería restaurado a su puesto, y que lo sería dentro de tres días. Entonces le dice en los versículos 14 y 15:
14Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. 15Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel. (Gén. 40:14-15)
Ahora, el pobre José le pide al copero que por favor se acuerde de él cuando vaya ante la presencia de Faraón. Le dice que está metido en lo más profundo de la cárcel y tan olvidado, que tiene miedo de quedarse allí y podrirse, a menos que alguien hable en su favor. Le recuerda al jefe de los coperos que quedará en libertad al cabo de tres días, y le dice: “He interpretado tu sueño; así, pues, por favor no te olvides de mí”. El copero promete no olvidarse de José. Veamos lo que ocurre. Leamos ahora los versículos 16 al 19 de Génesis capítulo 40, que hablan de otro sueño:
16Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza. 17En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son. 19Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti. (Gén. 40:16-19)
Tenemos aquí, entonces, la interpretación del sueño del jefe de los panaderos. Dios le habla en un lenguaje que este hombre también puede entender. Un panadero bien puede comprender algo acerca de un canastillo lleno de galletas y dulces. José, pues, interpreta su sueño pero le advierte que no le va a ser para bien. Al cabo de tres días sería sacado y ahorcado, y las aves comerían su carne. Pasando ahora a los versículos 20 hasta el 23, veremos cómo la interpretación de José se cumplió al pie de la letra; leamos:
20Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores. 21E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio éste la copa en mano de Faraón. 22Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José. 23Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó. (Gén. 40:20-23)
El pobre José realmente se encuentra en una verdadera encrucijada. No sólo es un esclavo falsamente acusado, sino que las barras de la cárcel son tan difíciles de atravesar, como si él fuera en realidad culpable. Este pobre joven estaba aquí en la cárcel porque el propósito de Potifar quien lo puso allí, era olvidarse de él. Esta fue su manera de encubrir el escándalo en su hogar, el hecho de que su esposa le era infiel. El pobre José, pues, tuvo que pagar el precio de este encubrimiento de Potifar. Ahora, su única esperanza era que el copero se acordara de él y esto parecía ser una manera maravillosa de que Faraón oyera algo acerca de él. Pero el jefe de los coperos estaba tan contento de volver a su trabajo y de tener el favor de Faraón de nuevo, que se olvidó totalmente del pobre José.
Sin embargo, José no se desanimó, aún sin conocer todos los detalles. La verdad, amigo oyente, es que Dios quería dejarlo allí para cumplir un propósito en su vida. Ahora, si el jefe de los coperos se hubiera acordado de él, y si Faraón hubiera reaccionado de una manera favorable para con José y le hubiese liberado, José hubiera regresado a su casa y no habría estado presente cuando Faraón hubiera necesitado de él para la interpretación de sus sueños. Dios deseaba guardarlo allí en la cárcel para poderlo utilizar cuando Faraón tuviese sus sueños. La cárcel era un buen lugar para guardarlo y así pues, no habría ninguna dificultad en encontrarlo. Y allí se quedó. Sin embargo, José creía que Dios estaba aún obrando en su vida.
Es bello ver los frutos de la fe en la vida de este joven. Observemos algunos aspectos de esta fidelidad en su vida. José permanece fiel en sus responsabilidades para con todos; había sido fiel a sus hermanos; a Potifar, y ahora, al jefe de la cárcel y a los demás prisioneros. Resalta el hecho de que fue fiel y fidedigno en cada aspecto de su vida. También, por supuesto, José permaneció fiel a Dios, dándole la gloria en todo. Más adelante veremos que José también se mostró fiel a Faraón. La fe hace fiel a una persona; y si usted, amigo oyente, es un creyente verdadero, entonces, será fiel.
Vivimos en un día cuando una de las cosas más trágicas que ocurre a nuestro alrededor, es el hecho de que hay tan pocos cristianos en quienes se puede confiar. Un hombre que dirige una organización cristiana, se quejaba en cierta ocasión que a pesar de tener una organización grande, sin embargo había muy pocos hombres en los cuales podía confiar dentro de su organización. Recordemos que esta es una organización cristiana y vemos que son tan pocos los hombres que son verdaderamente fieles a sus responsabilidades. Hay tan pocos cristianos que son fieles hoy en día, pero damos gracias a Dios por aquellos que son fieles. Y alabamos al Señor porque ellos animan en gran manera a los demás.
José era ese tipo de hombre, un hombre fiel. También vemos que su fe le dio una perspectiva optimista de la vida aun en medio de las pruebas y tentaciones. Era su fe lo que le dio esa actitud compasiva y bondadosa hacia todos. Esto lo vemos en su trato con el panadero, el copero, y luego con sus hermanos. Fue su fe también la que perfumó su vida con la humildad. Dio a Dios toda la gloria en todas sus relaciones y situaciones en esta vida. José fue ciertamente un hombre
maravilloso. Fue su fe en Dios lo que le hizo así. Como en la vida de su padre Abraham, así también en su vida el fruto de la fe se producía.
Ahora, sin embargo, en nuestra historia, parece como que José sería olvidado allí en lo más profundo de la cárcel. Si embargo, hubo Alguien que no se había olvidado de él, y ese “Alguien” fue Dios. Dios estaba obrando en su vida, y José permaneció fiel en su fe.
Amigo oyente, esta historia tiene un mensaje para usted y para mí también. No sabemos cuáles serán las circunstancias suyas en este momento, pero sí podemos saber por medio de las cartas que recibimos, que muchos de nuestros oyentes se encuentran en lugares difíciles. Un oyente escribió en cierta ocasión: “Me encuentro entre la espada y la pared. Las cosas se ven muy oscuras”. Amigo oyente, es posible que usted no vea ninguna salida y realmente se pregunte si es verdad que Dios se interesa en usted. Este es exactamente el propósito de Dios al darnos esta historia de José. Dios desea que sepamos que Él se interesa y que está obrando en nuestras vidas. Si usted, amigo oyente, es hijo de Dios, confíe en que Él no está juzgándole por algún pecado particular que haya cometido. Él está permitiendo que ciertas cosas le sucedan, para su propio bien. Y aún si Dios le estuviese juzgando, sepa que Su disciplina siempre sirve para nuestro bien. Amigo oyente, no podemos perder. ¡Cuán maravilloso es nuestro Dios!
Y así concluye nuestro estudio del capítulo 40 de este libro de Génesis. Y nos encontramos ahora ante el capítulo 41. En este capítulo José es liberado de la cárcel cuando interpreta los sueños de Faraón. Por eso lo hacen mayordomo sobre la tierra de Egipto y contrae matrimonio con Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On, la cual da a luz a Manasés y Efraín.
Cuán diferente es este capítulo al capítulo anterior, donde habíamos dejado a José en la cárcel, olvidado, abandonado, y desamparado. Sin embargo, vimos que todo esto le había pasado para lograr los propósitos de Dios en su vida. Si pudiéramos reconocer eso en nuestras vidas hoy en día, nos daría una perspectiva muy diferente en cuanto a la vida.
Esta es una verdadera historia de un joven necesitado que llegó a ser rico. Son escasas las historias que puedan ser más conmovedoras que este episodio en la vida de José. En este
capítulo nos es posible ver con toda claridad cómo actúa la mano de Dios en la vida de José. José estaba consciente de esto en medio de sus días de adversidad, lo cual desarrolló muchas virtudes en él, las cuales son el fruto del Espíritu. Una de estas virtudes que ya hemos mencionado es la paciencia. La tribulación o dificultad produce paciencia, según nos lo expresa el Apóstol Pablo, en su carta a los Romanos capítulo 5, versículo 3: Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia.
Encontramos aquí que este muchacho es llevado a la presencia de Faraón el rey gentil, así como más adelante llevarían a Daniel ante la presencia de Nabucodonosor. Ambos debían interpretar sueños. Luego, al fin de este capítulo consideraremos el hambre. Ahora, ¿cuál es el propósito que Dios desea realizar por medio del hambre? Veremos que Dios usará el hambre para sacar la familia de Jacob de Canaán, apartándola de los pecados de los cananeos, y para traerla a Egipto en el sitio retirado de Gosén. Este es sin duda uno de los fines. Claro es que había otras maneras en que la mano de Dios se revelaba para mover las vidas de la gente en aquel día.
Amigo oyente, al seguir nuestro estudio, esperamos que continúe anotando las maneras en que podemos comparar a José con el Señor Jesucristo. Haremos más de estas comparaciones más adelante, pero es importante que las anotemos. Leamos ahora, el primer versículo del capítulo 41 de Génesis:
1Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río; (Gén. 41:1)
Ahora, aquí tenemos el sueño de Faraón. Recordemos que había transcurrido dos largos años, desde el capítulo anterior. Años en los cuales José permaneció virtualmente incomunicado en la cárcel. Hacía dos años que José había interpretado los sueños de los sirvientes de Faraón. El sueño del jefe de los panaderos no tuvo una interpretación feliz. Lo sacaron de la cárcel y fue ahorcado. En cambio, el sueño del jefe de los coperos tuvo una interpretación feliz. Le restauraron a su puesto ante el Faraón. José había implorado que se acordara de él, pero el copero lo había olvidado. Así, pues, José pasó dos años más en la cárcel. Esperaba que algo sucediera, pero hasta ahora nada había pasado. Ahora vemos que Faraón tuvo un sueño. Conozcamos más de cerca el contenido de este sueño en los versículos 2 y 3 del capítulo 41:
2y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado. 3Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río; (Gén. 41:2-3)
Estamos hablando aquí acerca de reses, o sea de ganado vacuno. Vio el Faraón siete vacas bien alimentadas, hermosas y gordas. Luego, vio siete vacas extremadamente flacas, las cuales por cierto no estaban bien alimentadas. Faraón prosigue contando de su sueño en el versículo 4:
4y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón. (Gén. 41:4)
Faraón despertó y se preguntó cuál sería el significado de su sueño. No tenía la interpretación y no había nadie allí en aquel día para ayudarle. Escuchemos más de este sueño en los versículos 5 al 7 del capítulo 41 de Génesis:
5Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña, 6y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano; 7y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño. (Gén. 41:5-7)
A propósito, siete espigas en una sola caña es mucho. Nuestros amigos agricultores estarán de acuerdo con nosotros que al obtener dos o máximo tres espigas en una caña es una gran cosecha. Pero siete espigas es algo verdaderamente asombroso. Ahora, note usted que las espigas menudas, las que casi no tenían fruto, devoraron a las siete espigas gruesas y llenas. Ahora, al soñar este asunto, prácticamente dos veces consecutivas, despierta a Faraón y él se da cuenta que es un sueño. Pero se queda pensativo en esto. Y note usted lo que ocurre a la mañana siguiente. En el versículo 8, el Faraón expone su sueño y pide su interpretación, pero sin resultado alguno. Leamos:
8Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón. (Gén. 41:8)
Sucedió que el jefe de los coperos estaba allí. ¿Recuerda usted que su puesto era estar delante de Faraón para traerle todo lo que deseaba? El jefe de los coperos, pues, estaba allí con todos los sabios que fueron llamados. Entonces Faraón les cuenta el sueño, pregunta el significado de las vacas gordas y las siete vacas flacas, las siete espigas llenas, y luego las siete espigas menudas. “¿Qué quiere decir todo esto?”, pregunta a los sabios. Todo lo que ellos pueden decir es que no tienen la menor idea, no pueden interpretar esos sueños. Leamos el versículo 9:
9Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas. (Gén. 41:9)
Llamaríamos esto más que una falta por parte del jefe de los coperos, más bien un pecado lo que él había hecho. Pero todo esto estaba dentro de la providencia de Dios. Muchas veces lo llamamos una concurrencia fortuita o inesperada de circunstancias. Estas son las cosas que nos pasan, las cuales son difíciles de entender en el tiempo que nos llegan. ¿Por qué pasan? Dios tiene Su plan.
Y ahora el jefe de los coperos dice: “¡Ah! Ahora sí me acuerdo. Prometí a aquel joven en la cárcel que hablaría con usted en cuanto a él. Oh, Faraón, él sí puede interpretar sus sueños”. Y así pues, sigue contando a Faraón sus experiencias. Leamos ahora los versículos 10 al 14 de este capítulo 41 de Génesis:
10Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos. 11Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado. 12Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño. 13Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado. 14Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón. (Gén. 41:10-14)
Faraón dice: “Bueno, ya hemos llamado a todo mundo por acá, y si el joven que está en la cárcel, de quien tú me hablas tiene tanto éxito en interpretar sueños, como tú dices, pues, tráiganlo aquí. Opino que mi sueño tiene mucho significado”. Ahora, note usted que el versículo 14 declara que José se afeitó. Los hombres del desierto no acostumbraban afeitarse en aquellos días. Es probable que ninguno en la familia de José se afeitara. José probablemente parecía uno de esos hombres descuidados que no se tratan bien, después de pasar tanto tiempo en la cárcel. Pero, ¿se ha fijado usted alguna vez en las estatuas y pinturas de los egipcios? No se dejaban crecer la barba. Sólo los gobernantes lucían una barba pequeña, y la llevaban por considerarse que aumentaba la dignidad del puesto de gobernante. Bien, amigo oyente, continuaremos la consideración de este capítulo 41 de Génesis, en nuestro próximo programa. Será pues, hasta entonces, es nuestra oración ¡que el Señor derrame sobre usted Sus ricas bendiciones!