Esto significa que Marcos termina con tres mujeres que descubren la tumba vacía de Jesús y «un joven sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca» que les comunica que Jesús ha resucitado de los muertos. «Y ellas... ni decían nada a nadie, porque tenían miedo», concluye señalando el Evangelio. Los doce versículos finales describen tres apariciones de Jesús posteriores a la Pascua y mencionan que los cristianos podrán tomar las serpientes con las manos sin ser dañados, echar fuera demonios, hablar en nuevas lenguas y sanar a los enfermos.
Pero Wallace explica que en el Códice Vaticano y en el Códice Sinaítico, que son «nuestros manuscritos más antiguos de este pasaje», no aparecen estos doce versículos.
-¿De dónde piensa que proviene este final? -le pregunté.
-Básicamente hay dos puntos de vista. Un grupo dice que Marcos escribió un final para su Evangelio pero que este se perdió.
-Me sonó escéptico al decirlo.
-¿A usted no lo convence, verdad?
-Eso presupone que Marcos hubiese sido escrito en un códice más bien que en un rollo. Una página de un códice se podría perder fácilmente, porque la encuadernación es parecida a la de un libro, pero el final del Evangelio hubiera permanecido seguro en un rollo. Y el códice no fue inventado hasta unos cuarenta años después de que se escribió Marcos.
-Creo que un mejor punto de vista sería que Marcos estaba escribiendo sobre el individuo más excepcional que hubiera vivido, y que él quería darle una forma única al final de su Evangelio, de modo que lo dejó con un final abierto. Esencialmente lo que les dice a sus lectores es: «Y ahora, ¿que van a hacer ustedes con Jesús?»
¿El eliminar esos doce versículos, entonces, no causa ningún impacto sobre la doctrina de la resurrección?
-No, en lo más mínimo. Sigue habiendo una resurrección en Marcos. Está profetizada, el ángel la atestigua, y la tumba ha quedado vacía. Creo que algún escriba del segundo siglo toma esto esencialmente de Los Hechos (donde Pablo es mordido por una serpiente y la gente habla en lenguas) e intenta redondear el Evangelio de Marcos colocándole un nuevo final.
-Todas las Biblias tienen una nota que indican que este final extenso no aparece en los manuscritos más antiguos. Algunos colocan esos versículos en una tipografia menor, o entre corchetes. De los versículos bíblicos que están en disputa, este y aquel en el que la mujer es descubierta en adulterio son por mucho los pasajes más largos; pero, lo digo de nuevo, estas son noticias viejas.
-Sin embargo, Ehrman también analiza «el único pasaje de toda la Biblia que explícitamente delinea la doctrina de la Trinidad», que se encuentra en 1 Juan 5:7-8, en la versión Reina Valera. Dice: «Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno».
-¿Está usted de acuerdo en que no es auténtico? -le pregunté.
-Completamente. Eso en realidad provino de una homilía del siglo octavo. Fue agregado a un texto latino, y ni siquiera se tradujo al griego hasta 1520. Resulta obvio que no es auténtico.
-El ateo Frank Zindler dice que si se borrara esa referencia, «los cristianos quedarían sin una prueba bíblica acerca de la Trinidad»
-observé (Frank Zindler, The Real Bible: Who's Cot it?, www.atheists.org/christianity/realbible.html, 29 de noviembre de 2006).
-Voy a ser poco caritativo aquí: se trata de un comentario tan estúpido que apenas puedo creer que lo haya hecho -dijo-. El Concilio de Constantinopla, del año 381 d.C., y el de Calcedonia, del año 451 d.C. salieron con declaraciones explícitas afirmando la Trinidad; obviamente, no precisaron de este pasaje posterior en el tiempo e inauténtico para descubrirlo.
-La Biblia contiene claramente estas cuatro verdades: que el Padre es Dios, que Jesús es Dios, que el Espíritu Santo es Dios, y que hay un solo Dios -señaló Wallace-. Y eso es la Trinidad.
Padre y doctor
Mi entrevista con Wallece confirmó fuertemente mi confianza en el texto del Nuevo Testamento. Nada de lo producido por Ehrman siquiera se acercó a cambiar el retrato tradicional del verdadero Jesús de manera significativa.
Al alejarme de la casa de Wallace conduciendo mi automóvil, mi mente volvió a una entrevista que le había efectuado varios años atrás a un erudito que fue considerado como el crítico textual más importante de su generación. De hecho, Bruce M. Metzger había sido el mentor de Ehrman en Princeton. Ehrman aun le dedica su libro Misquoting Jesus (Bart D. Ehrman, Misquoting Jesus. Reconocimiento).
Recuerdo haberle preguntado a Metzger:
-Entonces las variaciones (entre los manuscritos), cuando aparecen, tienden a ser menores y no sustanciales?
-Sí, sí, eso es correcto -me respondió Metzger-. Las variaciones más significativas no echan por la borda ninguna doctrina de la iglesia.
Luego recordé haberle preguntado acerca del impacto que tuvieron sobre su fe personal las muchas décadas durante las que estudió intensivamente el texto del Nuevo Testamento. Me dijo:
- Oh, ha aumentado el sustento de mi fe personal el notar la solidez con que estos materiales nos han llegado a través de una multiplicidad de copias, algunas de las cuales son muy antiguas.
-Así que la erudición no ha diluido su fe...
Me salió al cruce. Dijo con énfasis:
-Por el contrario, la edificó. He hecho preguntas toda mi vida, he hurgado los textos, los he estudiado concienzudamente, y hoy sé con toda certeza que mi confianza en Jesús está bien puesta.
Y luego volvió a enfatizar:
-Sí, está muy bien puesta (Para acceder a la entrevista completa con Metzger, que murió en 2007, ver: Lee Strobel, The Case for Christ, Zondervan, Grand Rapis, 1998, pp. 55-72).