Lo que resultó interesante fue que cuando saqué el tema de la resurrección de Jesús, Hefner inmediatamente reconoció su significación. «Si uno tuviera una evidencia real de que Jesús verdaderamente hubiera regresado de entre los muertos, entonces eso sería el comienzo de una serie de caídas con efecto dominó que nos llevaría a toda clase de cosas maravillosas», me dijo. «Nos aseguraría una vida después de la muerte y todo tipo de cosas que todos desearíamos que fueran verdad».
Pero aunque admitió que nunca había investigado las evidencias históricas de que Jesús hubiera vuelto a la vida, Hefner se mantuvo escéptico. «¿Qué si creo que Jesús era el Hijo de Dios?» me preguntó. «No creo que él fuera más Hijo de Dios de lo que lo somos nosotros».
Hefner estaba en lo correcto con respecto a una cosa: todo gira en torno a la resurrección. Si es verdad, confirma la identidad de Jesús como el unigénito Hijo de Dios y abre la puerta de la vida eterna para sus seguidores. Si es una leyenda o un error, entonces Jesús es solo otra víctima desafortunada de la crucifixión dentro de una larga lista de revolucionarios y falsos mesías.
Como lo señalé en el capítulo anterior, los ataques en contra de la resurrección han crecido en los últimos años. «Solo una conclusión se encuentra justificada por las evidencias: Jesús está muerto» dijo el ateo Richard C. Carrier (Richard C. Carrier, «The Spiritual Body of Christ and the Legend of the Empty Tomb», en la obra de Robert M. Price y Jeffrey Jay Lowder (editores), The Empty Tomb Prometheus Books, Amberst, N.Y., 2005, p. 197). Robert M. Price, miembro de izquierda del Seminario Jesús, coincide con él.
«Jesús está muerto», declaró (Robert M. Price y Jeffrey Jay Lowder, editores, The Empty Tomb, p. 16).
El obispo episcopal retirado John Shelby Spong explicó: «Jesús fue colocado en un sepulcro común, el que fue sellado. En un período muy corto solo quedaron algunos huesos sin identificación. Y aun los huesos desaparecieron en breve plazo. La naturaleza recupera con eficiencia sus propios recursos» (John Shelby Spong, Resurrection: Myth orReality?, HarperSanFrancisco, San Francisco, 1995, p. 241).
¿La descripción tan gráfica de Spong es exacta? ¿O existen quizá razones históricas sólidas para creer que Jesús triunfó sobre la tumba? Me decidí a buscar respuestas en Michael Licona, el notable experto en resurrección que ha debatido con Carrier; con el apologista musulmán Shabir Ally, y con el agnóstico Bart Ehrman; como también con otros opositores a la resurrección. Licona y Gary Habermas, un erudito en el tema de la resurrección, escribieron The Case for theResurrection of Jesus [El caso de la resurrección de Jesús], un libro premiado al que el historiador Paul Maier denominó «el tratado más amplio que se haya escrito sobre el tema» (Gary R. Habermas y Michael R. Licona, TheCase for the Resurrection of Jesus, Kregel, Grand Rapids, 2004, p. l).
Superar los prejuicios
-No se puede negar que miramos la evidencia histórica a través de los lentes de nuestros propios prejuicios -le dije a Licona cuando estábamos sentados en la sala de mi casa.
-Por supuesto. Nadie está exento, y eso incluye a los teístas, deístas, ateos, o lo que fuere: todos tenemos nuestros prejuicios y no hay forma de pasar por encima de ellos -dijo Licona-.
Es por eso que debemos mantener un cierto control y equilibrio. Eso fue lo que el historiador Gary Habermas hizo al crear lo que él denomina «enfoque de un mínimo de hechos» con referencia a la resurrección.
-¿De qué manera esto mantiene nuestros prejuicios bajo control?
- Al usar este enfoque, solo consideramos los hechos que cumplen con dos criterios. El primero es que debe haber una evidencia histórica muy fuerte que los avale. Y el segundo, que la evidencia debe ser tan fuerte que una amplia mayoría de los eruditos en la materia (inclusive los escépticos) la acepten como un hecho histórico.
-La historia no es como una votación -insistí-. ¿Quiere usted decir que deberíamos aceptar los hechos simplemente porque una gran cantidad de los eruditos lo hacen?
-No. Lo que intento decir es que esa evidencia es tan buena que hasta convence a los eruditos escépticos. Tenemos que enfrentar esta realidad: hay muchas probabilidades de que un supuesto hecho histórico resulte verdadero cuando es aceptado aun por los que no están de acuerdo con las creencias metafísicas.
-¿Cómo sabe que esos eruditos creen así?
- Desde 1975 hasta la fecha, Habermas ha recopilado una lista de más de 2.200 fuentes en francés, alemán e inglés en las que los expertos han escrito acerca de la resurrección. Ha identificado una mínima cantidad de hechos que resultan muy evidentes y que son considerados de característica histórica por la inmensa mayoría de los eruditos, incluyendo a los escépticos. Tratamos de recabar las mejores explicaciones históricas para dar cuenta de estos hechos.
Habiendo puesto ese trasfondo en su lugar, invité a Licona a presentar el caso de la resurrección de Jesús.
-Utilizaré apenas un mínimo de cinco hechos -dijo-, y podrá decidir por usted mismo si el caso resulta persuasivo.