Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio de Génesis, el primer libro del Antiguo Testamento. En nuestro programa anterior, estábamos considerando la salida de Jacob de la casa de Labán, y dijimos que no le había avisado a Labán que se iba. Y nos detuvimos en el versículo 21 del capítulo 31, donde dice:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. Y al llegar al capítulo 30, vemos que Dios está obrando a pesar del pecado de Jacob. Dios no obra por causa del pecado, sino a pesar del pecado de Jacob. El capítulo tiene que ver con la familia de Jacob y el nacimiento de sus hijos. Jacob anhela partir de la casa de Labán, y llega a un convenio con él por la astucia. Veamos cómo se llega a este convenio, leyendo los primeros 3 versículos de este capítulo 30 de Génesis:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en Génesis, el primer libro del Antiguo Testamento. En el programa de hoy, damos comienzo al capítulo 29 de este libro maravilloso. Como usted recordará, en el capítulo 28, vimos que Jacob tuvo que salir de su casa a toda prisa. En efecto, salió a escondidas; tuvo que huir porque su hermano Esaú lo iba a matar.
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio del capítulo 27 del libro de Génesis. Y en nuestro programa anterior, concluimos notando que Isaac había descubierto el complot, el engaño que habían hecho Rebeca y Jacob. Notamos también la amargura de Esaú, cuando se dio cuenta que había perdido la bendición de su padre. Hoy, comenzamos con el versículo 41 de este capítulo 27 de Génesis, donde dice:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. Comenzamos hoy con los versículos 12 hasta el 14 de este capítulo 26 de Génesis, que dicen:
Continuamos considerando hoy, el capítulo 25 del libro de Génesis, y esperamos que usted, amigo oyente, tenga su Biblia a mano y que busque este capítulo. Comenzaremos a considerar hoy desde el versículo 19. Dice el versículo 19 de Génesis, capítulo 25:
Continuamos estudiando hoy el capítulo 24 de Génesis y estamos considerando la maravillosa y dramática historia de la búsqueda de la esposa para Isaac. En nuestro programa anterior nos detuvimos en el versículo 34, donde el criado que había enviado Abraham para tal búsqueda dice: Yo soy criado de Abraham. Y destacamos el hecho de que no se nos da el nombre propio del siervo; y dijimos que de igual manera el Espíritu Santo no tiene nombre, porque no viene para hablar de Sí mismo sino para hablar de otro y ese otro es Cristo Jesús. Leamos ahora el versículo 35 de este capítulo 24 de Génesis:
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. En este capítulo 24 que daremos comienzo el día de hoy, encontramos cómo Abraham envía a su siervo de confianza a Mesopotamia en la tierra de Harán, a buscar una novia para su hijo Isaac; y también vemos el éxito que tuvo el siervo en hallar a Rebeca. Este es uno de aquellos bellos capítulos de la Biblia. Cuenta una historia encantadora, una historia muy bella. Vamos a ver una historia maravillosa de amor aquí. Nos va a revelar una vez más, que Dios tiene interés en el joven con quien usted, señorita, se va a casar; y tiene interés en la señorita con quien usted, joven varón, se va a casar. Dios tiene mucho interés en eso. Y creemos que hay dos instituciiones que Dios ha dado a la familia humana: una es el matrimonio, y la otra es el gobierno humano. Dios permite que el hombre se gobierne hoy y eso es algo universal. Estas, pues, son dos instituciones muy importantes.
Continuamos hoy, amigo oyente, nuestro estudio en el libro de Génesis. Estábamos considerando en nuestro programa anterior, el capítulo 17 de Génesis. Proseguimos hoy considerando este capítulo y vamos a continuar desde donde nos detuvimos la vez pasada. Vamos a leer los versículos 3 y 4, que dicen:
Continuamos hoy, considerando este primer capítulo del libro de Génesis, y nos detuvimos en la lección anterior en el versículo 28. Este versículo dice:
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. (Gen. 1:28)